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ENFOQUE

Donald Trump: ¿qué esperar de su gobierno?

Con una ceremonia religiosa en la Catedral Nacional de Washington, Donald Trump inició el pasado sábado, lo que fue su primer día completo como comandante en jefe del país más poderoso del mundo. Al mismo tiempo, como un aviso de que el republicano no tendrá Luna de Miel, se llevaba a cabo una marcha de mujeres convocada por las redes sociales que congregó a cientos de miles de norteamericanos en todo el país, para protestar contra los pronunciamientos discriminatorios hechos por el nuevo Presidente durante su campaña contra las mujeres, los inmigrantes y los musulmanes.

Trump llega con los más bajos niveles de popularidad registrados por un Presidente entrante, un 40 por ciento, comparado con sus antecesores al iniciar sus mandatos, Obama 80%, Bush 61% y Clinton 67%, lo cual convierte al magnate en el gobernante más impopular al asumir la presidencia de EEUU.

Sin lugar a dudas, las primeras semanas en su nueva oficina, el Salón Oval de la Casa Blanca, estarán marcadas por largas y extenuantes horas de trabajo, o como él mismo ha definido, tiempos de “grandes compromisos con Norteamérica”.

Trump asume el poder en medio de un escenario internacional enrarecido y de mucha incertidumbre, donde la ultraderecha, los nacionalismos y el populismo siguen ganando terreno en Occidente. Fenómeno que ha representado una amenaza para la estabilidad y la integración de la Unión Europea, lo cual fue, incluso, tema de preocupación durante la pasada cumbre del Foro Económico Mundial en Davos. Situaciones convulsas e inestabilidad en Medio Oriente, tensiones en Asia por la expansión de China como potencia, cuya economía se ha desacelerado desde 2014. América Latina con sus principales economías debilitadas (Brasil, México y Argentina) y otras creciendo poco o tímidamente. Rusia y China al acecho y Corea del Norte como latente amenaza con su arsenal nuclear.

Si Trump insiste en el discurso nacionalista que le hizo ganar adeptos durante la jornada electoral, el cual reiteró en su alocución de investidura, y ejerce su gobierno bajo una línea proteccionista en lo comercial y en lo diplomático, recurriendo al aislamiento externo, con lo cual desdibujaría las alianzas internacionales que EEUU ha forjado por más de 70 años, este podría ser un escenario aprovechado por países como China y Rusia, ambos con ambiciones de expandir su influencia en el mundo occidental.

En lo que respecta a la política comercial, las señales que ha dado Trump hacen inferir que habrá un cambio trascendental con respecto a su antecesor. Desde ya, ha firmado un decreto que retira a su país del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), en un intento por priorizar acuerdos bilaterales y obviar los multilaterales, bajo el argumento de que Estados Unidos se beneficia más de los acuerdos binacionales. El TPP fue un tratado de libre comercio entre doce países: Estados Unidos, Japón, Vietnam, Malasia, Singapur, Brunei, Australia, Nueva Zelanda, Canadá, México, Perú y Chile, una herencia de su antecesor, Barack Obama, que nunca fue ratificado por el Congreso. En la misma línea, ha invitado a la Casa Blanca al presidente Enrique Peña Nieto, de México, país objeto de muchos de sus ataques de campaña. Se presume querrá renegociar el Tratado de Libre Comercio con América del Norte (NAFTA) y, por supuesto, hablar de una de sus promesas, el muro con el vecino país.

Una de las primeras medidas de Trump como Presidente de Estados Unidos fue la firma de una serie de decretos, entre ellos uno para, según la Casa Blanca, “aliviar las cargas del Obamacare”. En otras palabras, una orden ejecutiva para que las agencias federales se desprendan de los lineamientos financieros y directivos de la ley sanitaria que firmara el hoy expresidente Obama. Se trata de una señal clara de que en sus primeros 100 días en el Salón Oval, Trump tendrá una agenda agresiva ante lo que el primer presidente afrodescendiente ha calificado como su mayor orgullo.

Durante una visita a la CIA para limar asperezas con las agencias de inteligencia de su país, Trump tuvo su primer encuentro con la prensa luego de ser juramentado. Allí le declaró la guerra a los medios de comunicación, llegando a decir que los periodistas son “los más deshonestos del mundo”.

En tal sentido, continuará usando sus redes sociales, principalmente Twitter, para, como él mismo ha dicho, contrarrestar a los medios “deshonestos”. Pero, ¿qué consecuencias tendrá una batalla con la prensa en un Presidente que inicia su mandato con baja popularidad?

En su discurso de juramentación, nacionalista para algunos y exagerado e irreal para otros, Trump hizo de una sola frase el corazón de su entrada oficial al mando del Ejecutivo: “Los Estados Unidos primero”. Ahora bien, para el gigante norteamericano, con conocidos intereses a lo largo del planeta, aislarse de forma radical como plantea el magnate, resulta a lo menos, una incierta y antagónica carrera hacia el futuro con respecto a los Estados Unidos hegemónico que conocemos desde la Segunda Guerra Mundial.

Ante tanta incertidumbre mundial, lo inteligente sería que Trump asuma su nuevo rol de representar los intereses de todo el pueblo estadounidense, por encima del exclusivo anhelo de quienes votaron por él.

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