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ENFOQUE

Obama: ¿Por qué lo recordaremos?

Final. El presidente de Estados Uniudos, Barack Obama, hace su última aparición en acto de despedida tras dos períodos de administración de gobierno. Donald Trump asume mañana la conducción de ese país.

Final. El presidente de Estados Uniudos, Barack Obama, hace su última aparición en acto de despedida tras dos períodos de administración de gobierno. Donald Trump asume mañana la conducción de ese país.

Tras ocho años de gobierno, Barack Obama deja la Casa Blanca este viernes 20 de enero con una serie de conquistas y una lista de tareas pendientes, que, sin duda alguna, matizan el legado por el cual será recordado el que fuera el primer presidente afroamericano de los Estados Unidos. Se despide el gobernante al que le tocó asumir el país de la economía más preponderante del mundo cuando apenas iniciaba la crisis financiera de 2008, en la época de la desregulación y liberalización de los mercados, en los tiempos de una sociedad con tendencia cada vez más individualista, inclinada a la transitoriedad e híper dependiente de la tecnología y el Internet. Figuras del fenómeno social al que el recién fallecido sociólogo y filósofo polaco, Zygmunt Bauman, denominó “modernidad líquida”.

En enero de 2009, al inicio del primer mandato de Obama, la economía estadounidense se encontraba en alerta roja, lo que algunos analistas definieron como ‘caída libre’. Sumida en una crisis inmobiliaria que condujo hacia una debacle financiera para luego convertirse en la mayor recesión económica de proporciones globales, desde la Gran Depresión de los años treinta del siglo pasado. Precisamente, uno de los principales logros de las gestiones de Obama lo es la recuperación y estabilización de la economía al término de sus dos períodos de gobierno.

Con relación al empleo en los Estados Unidos, Obama logró obtener la más baja tasa de desempleo en más de una década, al disminuirla de un 10 a un 4.7 por ciento. En 8 años propició la creación de más de 12 millones de empleos, una diferencia de más de la mitad con relación a su antecesor, George W. Bush, quien entregó el gobierno en 2009 con un saldo de 5,7 millones de empleos netos.

Otra hazaña a recordar lo constituye el éxito logrado en la operación en la que murió Osama bin Laden. Con este hecho Obama liberó la frustración contenida en sus conciudadanos durante una década, con relación al castigo que esperaban para el o los responsables de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. “Esta noche anuncio a los estadounidenses y al mundo que Estados Unidos ha dirigido una operación en la que ha muerto Osama bin Laden”, fue el anuncio del comandante en jefe cuando el 2 de mayo del año 2011 sumaba una nueva conquista a su repertorio.

De Oriente Medio no cesaron las malas noticias, especialmente desde Irán y su cuestionado programa nuclear. Una parte importante del mundo se encontraba en vilo por la amenaza que representaba la obsesión de Irán hacia el enriquecimiento de uranio, ante lo que Obama, reafirmando su política de diplomacia, se anotó un nuevo acierto logrando un acuerdo con esa nación para frenar su empeño en desarrollar armas de destrucción masiva, a cambio de más presencia y legitimidad internacional y una disminución de las sanciones económicas.

Aunque con ese acuerdo Obama pusiera en peligro la alianza estratégica de los Estados Unidos con países contrarios a Irán, como Arabia Saudita y especialmente Israel, histórico aliado de los norteamericanos en esa región, dicho pacto hoy se suma a uno de los principales legados de su gobierno, ya que logró liberar las tensiones que por más de tres décadas mantenían ambas naciones.

En una de sus más sonadas cruzadas, el gobierno que acaba de finalizar, logró ampliar la cobertura de salud a más de 20 millones de estadounidenses a través de una reforma sanitaria, mejor conocida como Obamacare. Programa del cual el Presidente saliente se muestra orgulloso, tal como lo evidenció en su discurso de despedida el pasado 10 de enero, al afirmar que “si alguien tiene un plan mejor de lo que nosotros hemos hecho con nuestro sistema de salud, públicamente yo lo voy a respaldar. Eso, después de todo, es por qué servimos, para mejorar la vida de las personas, no para empeorarla”.

Otro hecho trascendental en la gestión de Obama, considerado un hito en su legado, lo constituyó el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba, luego de más de medio siglo de ruptura, con lo cual cerró un capítulo que mantenía a su país con un marcado antagonismo a los ojos de la comunidad latinoamericana, en cuyos países Estados Unidos perdía hegemonía.

Igualmente, en los mandatos del antiguo senador por el estado de Illinois se promovió una agenda favorable en beneficio del medio ambiente y del desarrollo sostenible, basada en la protección marina y en la utilización de energías renovables, logrando una importante reducción en las emisiones de carbono, contagiando con el “espíritu verde” a otros líderes globales al conseguir la ratificación del Acuerdo Climático de París.

A pesar de que hoy, con el juramento de Donald Trump, se inicia una nueva era en la Casa Blanca, que amenaza con desandar el camino trazado en los últimos ocho años, deberá pasar mucho tiempo para poder aquilatar en su justa medida el verdadero legado del que fuera, para muchos, el Presidente norteamericano más mediático de la historia.

Hoy, ocho años después, y a pesar de haber dejado algunas tareas pendientes, como el hacer realidad la promesa de cerrar Guantánamo y la ejecución de un plan más efectivo contra ISIS y el terrorismo, ya es un hecho, a Barack Obama, quien hoy se despide del Salón Oval rondando un 60% de aprobación, no solo lo recordaremos por haber sido el primer Presidente negro de los Estados Unidos.

Ojalá su sucesor no se obstine en procurar todo lo contrario.

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