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SERIE ESPECIAL (5) | EN LA PIEL DE LA LOCURA

La nueva cara del psiquiátrico

PACIENTES TIENEN LIBERTAD DE MOVIMIENTO POR EL CENTRO

Un médico capaz de desdoblarse para ser actor. Un silencio sepulcral al mediodía. Una profesional que se sube a la cola de una motocicleta para satisfacer un anhelo. Una paciente que se enorgullece de cantar para la gloria de Dios. Una bebita con aires de grandeza. Una presencia amenazante y tres días después una sonrisa angelical.

Son solo parte de las experiencias vividas durante una semana junto al fotorreportero Jorge Cruz en el Centro de Rehabilitación Psicosocial (CRPS), ubicado en el kilómetro 28 de la autopista Duarte, donde funcionaba el antiguo hospital Psiquiátrico.

Las paredes de la recepción del CRPS enfatizan en la naturaleza y están decoradas con girasoles, flores, cocoteros y un tucán pintados por los propios pacientes, a quienes ahora el personal llama usuarios.

“Contamos con la pintora Maritza Álvarez martes y jueves. Es una persona magnánima en gran escala”, dice Lucía Tellerías, una paciente que se enorgullece de haber pintado el tucán que adorna una de las paredes porque asegura que allí “uno pinta lo que quiere, teoría ninguna”.

El centro ocupa un espacio de 47,950.22 metros cuadrados, de los cuales 7,885.55 corresponden a construcción. A dos cuadras está el hospital general Rodolfo de la Cruz Lora, justo al frente el centro de atención primaria Pedro Brand a medio construir y a unos 50 metros el parque recreativo “La Folie”, manejado por el Ministerio de Medio Ambiente.

Un grupo de pacientes recibe las terapias en el módulo de Rehabilitación Psicosocial. El centro tiene 11 técnicos y cada uno tiene asignado a ocho usuarios.

Cuenta con cinco módulos, tres residenciales pintados de los colores verde (para mujeres), naranja (para hombres) y amarillo (mixto, todavía en construcción). Otro se usa para talleres de Rehabilitación Psicosocial, de color azul; un módulo administrativo, color crema, y tres áreas verdes de recreación y esparcimiento. Cada módulo tiene un comedor.

Los módulos y parques han sido nombrados con los nombres de Alejandro Acevedo, Máximo Beras Goico, Fernando Sánchez Martínez, José Mieses Michel y Rosa María Chahín Tuma, todos psiquiatras.

Los parques y áreas recreativas también han sido bautizados con los nombres de los psiquiatras Apolinar de los Santos, Antonio Zaglul y un tercero llamado Parque de la Alegría de Teresa, en honor a Teresa Castillo, enfermera del módulo de mujeres ya fallecida, quien dispensó un trato humanizado y lleno de respeto a los pacientes de salud mental.

Un equipo de jardineros comienza la labor de acondicionamiento de los parques a las 6:00 de la mañana y dos horas después ya tienen libre de desperdicios toda el área verde del centro.

Las habitaciones, numeradas y con los nombres de sus ocupantes en la puerta, fueron levantadas de forma tal que se asemejen lo más posible a un hogar y cuentan con dos camas cada una, armario, baño, sillón y galería con vista a los parques. El CRPS posee también salón de belleza y peluquería, una moderna cocina y gazebo para actividades recreativas.

En el Centro están internos actualmente 77 pacientes, 41 hombres y 36 mujeres, aunque tiene capacidad para 120. La mayoría padece principalmente esquizofrenia, trastornos del estado de ánimo, bipolaridad, deterioro cognitivo, trastorno psicótico y alzheimer.

A esto se adiciona otras enfermedades por las cuales también son tratados, como diabetes, hipertensión, epilepsia, dermatitis y asma bronquial, además de algunos con discapacidades como ceguera y amputaciones.

El módulo de las mujeres luce más cuidado. Las propias usuarias se encargan de la limpieza, algunas tienen fotografías de familiares sobre los armarios y peluches en sus camas.

En cambio, el de los hombres está más descuidado, suelen romper sillas, llavines y muebles con frecuencia, y carecen de decoraciones. En la semana que estuvo el equipo del LISTÍN DIARIO en el Centro habían roto un mueble y dos sillas. Allí se observa con más frecuencia a pacientes desnudos y descalzos, pese al trabajo arduo de los técnicos para que no se despojen de la ropa.

“Recibo dinero por un trabajo que me apasiona”, expresa Lourdes Marisol Martínez, coordinadora de los 11 técnicos en Rehabilitación en diferentes áreas que posee el centro y del personal de apoyo que cuida a los pacientes.

La psiquiatra refiere que aplican un plan individualizado para cada usuario que tiene como objetivos principales mejorar su calidad de vida, potencializar sus habilidades y enseñarles a socializar. Su oficina es un entrar y salir de pacientes porque asegura que “me ven como una persona que puede solucionarles el día a día”.

Los usuarios tienen total libertad de movimiento, incluso hasta el área administrativa, donde se detienen a conversar con algunos empleados. Solo hay limitaciones con aquellos que se quitan el calzado o una prenda de vestir, a quienes no les permiten salir de los módulos en esas condiciones.

“Esto significa para mí un plan de vida, y todo el personal se siente tocado con este proyecto”, afirma Martínez, quien antes trabajó en el Seguro Social y luego para una ONG privada en un proyecto de “Casas hogares” para personas con discapacidades.

Dice que les enseña a ser útiles porque lo aprecian y se sienten valorados. En ese momento hace una pausa para asignar tareas a dos usuarias: sacar tres fotocopias a un documento y llevar un material educativo a la secretaria Carolina para que los recorte y cubra con cinta pegante. Ambas cumplieron a cabalidad las encomiendas.

Descanso. Luego del almuerzo algunos pacientes suelen recostarse y otros aprovechan para ver televisión. Las mujeres prefieren las telenovelas.

Dedicación Elvira Mota, una enfermera con 27 años laborando en el Psiquiátrico, dirige las dinámicas en horas de la tarde en el gazebo donde los usuarios cantan, bailan y declaman. De fuerte vocación religiosa, ella asegura que esta terapia de socialización ha resultado muy beneficiosa para los pacientes.

“Llegué en 1989 y para mí fue una experiencia conmovedora porque en esos tiempos los pacientes sufrían mucho, algunos hasta se ahorcaban”, recuerda Mota de aquella etapa, quien asegura que con la terapia ocupacional han logrado excelentes resultados. El desayuno se sirve a las 9:00 de la mañana, el almuerzo a las 12:00 del día y la cena a las 6:00 de la tarde. Al mediodía un silencio sepulcral impera en las áreas verdes, pues con 15 minutos de antelación todos se concentran en los comedores.

Las horas de comida son las más esperadas por los usuarios y no ocultan cuando en el menú hay un plato que les agrada o desagrada. “Hoy habrá yuca con huevos en la cena, y estamos felices porque a todos nos gusta”, expresa con satisfacción Jairo, un usuario aficionado a las computadoras y que añora tener una tablet para jugar y escuchar música.

“El asopao en la cena no me gusta”, dice a su lado otro paciente a quien apodan “Risita”.

En un día cualquiera el almuerzo, preparado para el personal y los usuarios puede requerir 31 libras de arroz, 12 libras de habichuelas, 35 libras de carne, doce pepinos, nueve libras de tomate y tres repollos, según explica Marisela Aquino, encargada de la cocina. Las libras de carne aumentan a 50 cuando se cocina sancocho.

Una regla es que no pueden dejar los platos en la mesa y luego del almuerzo son medicados. Algunos pacientes suelen llevar a sus habitaciones los fármacos a usuarios que tienen dificultad para movilizarse. Si algún paciente no quiere un tipo de comida se le busca otra alternativa para que se alimente.

Los hombres son medicados tres veces después de cada comida y las mujeres después del desayuno y la cena. Llevan tratamientos de entre 8 y 11 medicamentos, y en algunos casos incluyen, además de los fármacos que necesitan por su condición, calcio, complejo B y proteínas, así como aquellos para una condición momentánea.

“Nosotros hemos logrado dar un servicio humanizado y con respeto a los derechos humanos”, expresó la gerente general, Elizabeth Ruiz.

El CRPS lanzó el pasado 8 de noviembre el programa “Empleo protegido” para garantizar la reinserción laboral de pacientes, con quienes los técnicos ya están trabajando en el desarrollo de habilidades específicas.

Cocina. El centro posee una moderna cocina, donde en un día se pueden preparar 31 libras de arroz, 12 libras de habichuelas y 35 libras de carne.

Los técnicos son claves para la recuperación Los técnicos, un componente esencial en la rehabilitación de los pacientes, precisan que los mayores retos han sido lograr que usen calzado, tener su ropa limpia, estar aseados, usar los baños y no quitarse la ropa. La idea es que después de cuatro o cinco días realizando las mismas actividades se logre desarrollar un hábito, aunque con frecuencia suelen retroceder y entonces se requiere comenzar de cero o variar la estrategia.

Hay técnicos que no ocultan su satisfacción por la metas alcanzadas por los pacientes a su cargo, como Joel Alberto Berroa, del área de Salud, quien logró que Julio, siendo mudo, pueda ya pronunciar su nombre.

Cada psicólogo tiene dos técnicos asignados, que a su vez trabajan con ocho pacientes. Se centran en la socialización, la conducta, el lenguaje y la cognición, o sea, la capacidad para procesar información. Un personal, mucho más numeroso, trabaja un primer turno hasta la 1:30 de la tarde, y el otro más reducido en la tarde. Wendy Burgos, técnico en Rehabilitación Psicosocial, explica que trabajan con objetivos específicos para cada usuario.

Refiere que con una paciente enfatiza en el uso del baño para que aprenda a identificarlo y realizar sus necesidades fisiológicas allí. Tiene cuatro meses trabajando en ese objetivo, pero con el inconveniente de que es una paciente haitiana y no maneja tan bien el idioma español.

Con otros usuarios trabaja en mejorar su calidad de vida, como identificar la ropa y el tamaño, así como el uso de calzado, uno de los mayores tormentos con algunos pacientes. Burgos también tiene bajo su responsabilidad tres pacientes con VIH.

“Se necesita mucho amor y paciencia, pero a mí me gusta mi trabajo. Son personas que necesitan apoyo y hay que darles su tiempo porque pueden experimentar retrocesos”, precisó la técnico, quien añadió que han logrado una compenetración con los usuarios que les ha permitido lograr avances significativos en su rehabilitación.

Paciente. Lucía Tellerías limpia su habitación a la que llama suite.

Dijo que a algunos usuarios incluso los ha sacado a comer fuera y a otra bajo su responsabilidad la lleva con frecuencia a ver su hijo, porque eso la hace feliz. Y ha tomado incluso una motocicleta para satisfacer algunos de sus anhelos.

Cita que trabajar con la paciente haitiana ha sido un gran reto, porque ha logrado que entienda las terapias, pese a la barrera del idioma, al igual que otra que solía arrebatar de todo a las demás usuarias y ahora está controlada. “Insistimos mucho con la ubicación en lugar, tiempo y espacio, enseñándoles días, horas, meses y año para ver si están ubicadas”.

Burgos tiene bajo su responsabilidad nueve pacientes en un horario de 8:00 de la mañana a 1:30 de la tarde.

Los técnicos de la tarde entran a esa hora y concluyen su labor a las 7:00 de la noche, cuando entonces queda a cargo un personal de seguridad.

Belleza. El centro tiene un salón y peluquería donde los pacientes son recortados, peinados y sus uñas arregladas.

Un reto diario Para José Alberto Berroa ser técnico en salud del CRPS es un reto diario y una labor de persistencia que asume con pasión. Expresa que los logros se alcanzan con paciencia y cita el caso de Julio, un paciente mudo con el que trabajó por cerca de tres meses sólo para que aprendiera a decir su nombre.

“Mi objetivo principal es enseñarles a que puedan valerse por sí mismos y ponerlos en condiciones de regresar a la vida en sociedad”, indicó Berroa, quien llega temprano al módulo de hombres del CRPS para asistir a los pacientes en el aseo personal y que estén en condiciones de pasar luego a desayunar.

“Me siento bien con mis mujeres”, asegura Janet Cuevas, técnico en Salud que labora en el pabellón femenino.

Cuevas labora en la tarde con ayuda de una psicóloga. En ese horario suelen poner a los pacientes a cantar, bailar, declamar y otras actividades que les ayudan a socializar. “La parte más difícil es cuando hacen crisis”, indicó.

El CRPS fue creado en virtud de la resolución 000019 del Ministerio de Salud Pública que ordenó el cierre del antiguo Manicomio y la cual dispuso también la instalación en cada hospital de las Unidades de Intervención en Crisis de Salud Mental.

((Los pacientes y algunas de sus peculiaridades

CANTANTE A Josefa Fernández le encantan las canciones cristianas, las cuales interpreta con un excelente timbre de voz. “Porque tú me has dado la vida, el existir, me has dado cariño, me has dado amor”, dice el estribillo de una de sus canciones preferidas. Cuando alguien le dice que canta muy bonito, responde orgullosa que “para la gloria de Dios”.

DOÑA BEBÉ Le dicen “Bebé”, pero prefiere que la llamen “bebita”. No hablaba nada cuando llegó al centro y ahora dicen en broma que “hay que callarla”. Dice que estudio economía en la UNPHU, “una universidad para riquitos”. Se autodefine como una mujer inteligente que tiene una “oferta sobre lo que ha estudiado y trabajado”.

LIMITACIONES Algunos pacientes tienen dificultad para movilizarse y son asistidos por los técnicos y hasta por otros usuarios. En el centro hay tres pacientes que han sufrido amputaciones y otro con ceguera. Además de los tratornos mentales, las enfermedades más comunes que pedecen son hipertensión arterial, diabetes y HIV.

CAMBIO Agustina Suriel se acercó con una actitud amenazante el primer día que el equipo de LISTÍN DIARIO llegó al centro. Estaba en medio de una crisis por la pérdida de su esposo. Al tercer día de la estadía del periodista Juan Salazar y el fotorreportero Jorge Cruz en el CRPS, les regaló su mejor sonrisa.

SOCIALIZACIÓN En el gazebo del parque bautizado con el nombre del psiquiatra Antonio Zaglul se realizan las actividades de socialización, regularmente en horas de la tarde. Los pacientes aprovechan para cantar, declamar y compartir. Suelen recibir también las visitas de estudiantes que organizan actividades para los usuarios.

NOTA DEL EDITOR Juan Salazar JEFE DE EDITORES DE LD El autor de este trabajo estuvo dos meses en contacto con enfermos mentales, incluida una semana en el Centro de Rehabilitación Psicosocial (CRPS), el antiguo Psiquiátrico, junto al fotorreportero Jorge Cruz. LISTÍN DIARIO agradece a la ministra de Salud, Altagracia Guzmán, y al director de Salud Mental, Ángel Almánzar, así como al personal de la cartera y del CRPS, por las facilidades otorgadas para esta serie de reportajes.

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