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ENFOQUE

Evolución del Transporte: Un cambio irreversible

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Rafael Guillermo Guzmán FermínSanto Domingo

“La no violencia lleva a la más alta ética, lo cual es la meta de la evolución. Hasta que no cedamos de dañar a otros seres vivos, somos aún salvajes”.

-Thomas Edison-

Inicio este ensayo con un pensamiento del gran inventor y empresario estadounidense Thomas Edison, que refleja el actual escenario del transporte de carga y pasajeros en la República Dominicana, en el sentido de que, la mayoría de las empresas de transporte disfrazadas de sindicatos, y ante el cambio irreversible en la evolución de este sector, se aferran a no dar paso al proceso de transformación que la sociedad dominicana demanda.

En cambio, ellos siguen dispuestos a no ceder a los atropellos, abusos, actos de violencia y chantaje contra sus propios clientes, demostrando que siguen siendo una especie incapaz de adaptarse.

El país, en la últimas cinco décadas, ha exhibido en los diferentes sectores del acontecer nacional una “evolución” que trata de conducirnos hacia la cumbre de la modernidad, pero este proceso evolutivo, igual que los desacreditados “paros sorpresa”, les tomó por “sorpresa” a muchos de los pseudosindicalistas que aún viven atrapados en los años 70 soñando con guerrillas urbanas, usando una irreverente, ofensiva y absurda alegoría de las barbas de Fidel y escudándose en la legendaria figura del Che Guevara con la ilusoria pretensión de “sensibilizar a las masas”.

Pero resulta más que evidente, que esas caricaturas de “camarada” no se ha dado cuenta aún, que “se le fue la guagua”, la misma que su propio sector ha conducido al transporte dominicano por el trillo del caos y autodisolución.

No se prepararon para los cambios que se veían venir en el horizonte, prefiriendo utilizar las gastadas maniobras anárquicas, mañas políticas, amenazas violentas y chantajes irritantes, presuponiendo erróneamente que todos los Gobiernos seguirían siendo permisivos ante sus desmanes y violaciones flagrantes de la Constitución y del Estado de derecho.

Sus actos opulentos y desenfrenados, sin consecuencias algunas, les ha merecido el bien ganado mote sarcástico de “los dueños del país”.

Fueron tan incapaces, que no aprovecharon la permisividad del Estado en aplicar su autoridad legítima, de la otorgación dispendiosa de miles de millones de pesos en subsidios por casi una década, del encumbramiento de miembros de estos sindicatos a altas posiciones ministeriales como funcionarios del Estado, de curules ante el Congreso Nacional y ayuntamientos, para realizar las transformaciones necesarias al propio sector que representaban a los fines de colocarlos en niveles altos de calidad y eficiencia para satisfacer con grados de excelencia la oferta de sus servicios a la ciudadanía.

La realidad es que se quedaron petrificados en el pasado por la falta de visión de sus anacrónicos líderes, que ahora se encuentran camino a su autodestrucción por no estar preparados para los cambios actuales e irreversibles, que los sorprende, algunos en la faena de administrar un caos y otros dirigiendo a control remoto desde sus nichos penitenciarios.

Entonces cabe preguntarse: ¿Dónde fueron a parar esos miles de millones de pesos en subsidios otorgados a líderes quienes no repartieron el jugoso “botín” entre sus humildes choferes afiliados? ¿Por qué no aprovecharon sus privilegiadas posiciones políticas y curules para colocar el sector transporte a la altura de las transformaciones que se han dado en todos los países de la región? ¿Qué harán esos “camaradas del transporte” con sus miles de choferes estafados?

¡Qué ofensa a la memoria del Che! ¡Qué caricatura del sistema socialista que pretenden representar con sus adornos de propaganda ignominiosa!

Si observamos la evolución del complejo y caótico sistema de transporte nacional dentro de un gráfico de adaptación, podremos notar claramente que este varía a un ritmo tan rápido, que la mayoría de los transportistas se han quedado atrás por no tener la capacidad necesaria de adaptación.

Analizando al científico-naturalista Charles Darwin, en su obra fundamental, “El Origen de las Especies por Medio de la Selección Natural”, o la “Preservación de las Razas Preferidas en la Lucha por la Vida”, publicada en 1859, explicaba en sus teorías, que aquellas especies que se resisten a la adaptación al medio en que se desenvuelven y reproducen son aniquiladas por el medio mismo, mutan o quedan desplazadas a otro entorno menos demandante y adecuado para especies inferiores.

En consecuencia, la falta de visión, el solo mirar hacia adentro, el “buscar lo suyo”, ha colocado a esta “especie” de sindicalistas frente a un espejo donde deben escrutar sus propias debilidades y prepararse a la adaptación o desaparecer por la presión de un medio que hoy los rechazan de forma implacable.

No obstante, dentro de esos pocos que se prepararon y han exhibido las calificaciones de transformación exitosa, se encuentran CONATRA, una de las empresas dirigidas por el señor Antonio Marte, quien atinadamente hizo pública en una entrevista en un programa matutino de televisión una propuesta que pudiera ser una de las soluciones viables al gran desafío que afronta el Estado en el sector de transporte de pasajeros.

El empresario Marte propuso, que el Estado sea un facilitador para que las empresas operadoras del servicio del transporte de pasajeros se incorporen a un sistema eficiente, pues ellos tenían la capacidad de seguir haciendo inversiones, y que disponen de sus propios financiamientos internacionales mientras el Estado ejerce su papel de regulador y coordinador para garantizar la alta calidad y rentabilidad económica y social del servicio.

En efecto, así se daría el paso más trascendental en la “formalización” de esos pseudosindicatos a empresas formales, en capacidad de ejercer sus derechos de libre competencia dentro de un marco legal coordinado por las autoridades estatales.

Si analizamos el impacto negativo que ejerce el caos en el transporte de carga y pasajeros sobre el Producto Interno Bruto de la Nación (PIB) observaremos que es catastrófico. Tan solo bastaría comparar los costos del movimiento de carga dentro del sistema terrestre para darnos cuenta de que es uno de los más caros de la región, lo que nos pone en franca desventaja dentro de un mercado global altamente competitivo.

En este tenor, hay que reconocer que el Estado ha respondido con eficiencia en las últimas décadas en la planeación estratégica y ejecución de la infraestructura vial en todo el país como elemento fundamental para el crecimiento económico de la industria y el comercio, y que ha dado muestras en la actualidad de no ser permisivos ante el estado de anarquía imperante, estando dispuesto a asumir, con valentía, sus responsabilidades como ente rector para enfrentar los retos que plantea la apertura económica como los tratados de libre comercio.

Un Estado consciente de que es su obligación es crear las bases legales, sistémicas y estructurales para mejorar sustancialmente la productividad y el crecimiento económico dentro de un marco de seguridad jurídica que garantice el respeto de los Derechos Fundamentales, de la libertad de Empresa, Libre Competencia y Libertad de Tránsito, aprovechando nuestra posición geográfica privilegiada en las Américas.

Con estos antecedentes, con un Estado NO PERMISIVO que ha realizado una cuantiosa inversión vial y con algunos empresarios del transporte que están dispuestos a adaptarse a los cambios de los nuevos tiempos, estamos ante un escenario propicio para la conformación de un diálogo constructivo entre los señores transportistas y el Estado, dejando de lado los discursos revolucionarios debajo de los escombros de ideologías fuera de tiempo, de las ambiciones desmesuradas y de las tuertas pasiones en aras de un debate respetuoso, sin censuras ni conveniencias, sin enfrentamientos tempestuosos ni aspiraciones irrealizables como un factor de garantías para lograr las reformas progresistas de la noble aspiración de una Nación que clama por un transporte seguro, digno y libre.

De esta manera debe ser, pero si algunos de los anacrónicos pseudosindicalistas quieren continuar aferrados a las esfinges del pasado en violación a la ley natural de la preservación de las especies que dice: “cuando una especie -animal o vegetal- pierde su capacidad de adaptación ante los cambios y se aferra a la inmutabilidad, cae en peligro de extinción y corre el riesgo de desaparecer”, entonces estarían validando las palabras del presidente estadounidense John F. Kennedy cuando expresó: “Los que hacen imposible una evolución pacífica, harán inevitable una revolución violenta”. Pues recordemos que “la no violencia lleva a la más alta ética, lo cual es la meta de toda evolución”.

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