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Recorrido

Abofeteó a una maestra y no hubo sanción ejemplar

IRRESPETO HACIA LOS MAESTROS Y ACTOS CRIMINALES IMPERAN EN LOS CENTROS DE ESTUDIOS

Basta estar una sola noche en un aula de escuela pública para que salga a relucir el nivel de irrespeto e indolencia que muestra la mayoría de los alumnos, que provienen de familias disfuncionales, ante los maestros de los centros de estudios.

Reporteros del Listín Diario hicieron un recorrido por la escuela Emilio Prud’ Homme, en Villa Duarte, con el objetivo de palpar las deficiencias prevalecientes y las actitudes de los jóvenes estudiantes, así como escuchar los testimonios sobre hechos violentos que han sucedido en ese lugar.

Los pantalones caídos mostrando los boxers de colores, las recortadas calientes de rayas y los aretes y piercings son las primeras impresiones en esos centros que aparentemente operan con las manos atadas para prohibir esos artilugios, que sin denostar por los prejuicios, son pequeñas señales de que podrían estar adentrándose en las sendas del bajo mundo y no de la superación catedrática.

Pero sin duda el principal problema no es la apariencia, es lo que se encuentra detrás de esos aspectos hostiles y la debilidad de esas instituciones de enseñanza para combatir esos incidentes, cuya inoperancia trae como consecuencia la comercialización de drogas dentro de las aulas, las escenas violentas dignas de ser fotografiadas para una portada de una revista de suceso, y la falta de respeto al docente que alcanza niveles de agresiones a maestros hasta con bofetadas.

Estos episodios al parecer ya no estremecen a la sociedad como lo hubiesen hecho en otros tiempos, donde por cualquier rasguño en la cara de un alumno o de un docente, hacía descender estrepitosamente la fama de cualquier casa de estudio.

Altagracia Turbí, como muchos otros docentes que imparten sus clases en las escuelas públicas del país, no solo tiene el reto de nutrir de conocimientos a estudiantes que en su mayoría provienen de familias disfuncionales, sino que también tiene el desafío de enseñarles y encaminarlos sin ni siquiera contar con las mínimas condiciones materiales para hacerlo.

Cada día del período escolar, en su hora de clase asisten los alumnos con el clásico uniforme azul cielo y color caqui pero con la clara diferencia de que el peculiar “estilo callejero” adorna la rebeldía que arrastran desde sus hogares y que llevan con ellos hacia la casa de estudios.

“La falta de educación familiar, de valores y de muchas otras cosas más que son vitales para que un ser humano verdaderamente pueda ser una persona de bien; son inexistentes para la mayoría de estudiantes de escuelas públicas ya que desde su nacimiento han carecido de oportunidades, y sumado a eso, vienen a la escuela y también se encuentran con una escena deprimente donde la falta de butacas, de abanicos, alumbrados y computadoras entorpecen su desarrollo”, expresa Turbí.

Y si el tráfico de estupefacientes no es suficiente amenaza para la seguridad escolar, adicional a eso, el porte de armas de fuego, de botellas, cuchillos y machetes complican la situación.

Según la maestra Turbí, la asignación de una policía escolar es de urgencia para la seguridad de todos.

“La falta de alumbrado es un caldo de cultivo para los atracadores, ya que estos esperan que los estudiantes salgan para atracarlos a punta de pistolas. Supe de una joven estudiante que fue violada saliendo de aquí, eso quizás se hubiese evitado si hubiera una policía escolar establecida”, sostuvo la profesora.

La mayoría de los liceos se encuentran en zonas de barriadas donde abunda la falta de educación y una imperante delincuencia. Y es bajo esa presión social, que los hijos de aquellos padres con escasos recursos económicos y también carentes del pan de la enseñanza asisten al centro de estudio.

Con las manos atadas La maestra Altagracia Turbí muestra preocupación por la flexibilidad de las normas educativas.

“Hubo una estudiante que abofeteó a una profesora, aparentemente ésta le habló mal y ella reaccionó de esa forma violenta. A ella no la botaron del centro educativo porque no se puede privar a nadie del derecho a la educación, lo que hicieron las autoridades escolares fue trasladarla a otro centro especial para que siga recibiendo clases”, indica la docente.

De manera aparente, los estudiantes pueden cometer cualquier acto de irrespeto sin que haya sanciones al respecto ya que, en ocasiones, estos cometían actos que podrían ser penados con la expulsión matricular. Sin embargo, los familiares reclamaban ante el Ministerio de Educación la reinserción en la misma escuela donde se infraccionó la norma y a final de cuentas, estos eran matriculados nuevamente.

La insubordinación se ha convertido en una herramienta peligrosa contra los docentes, pues, mediante ella aquellos estudiantes provenientes de familias disfuncionales pretenden imponer su voluntad.

“Una vez una estudiante vino con una mochila llena de botellas para partírselas a otra compañerita, gracias a Dios se pudo evitar una desgracia, pero esa estudiante estaba dispuesta a todo. Como la otra joven que abofeteó a la maestra, esta tampoco fue expulsada sino trasladada a otro centro de estudio”, narra.

Estos y muchos actos más demuestran la falta de normativas severas que realmente son necesarias para imponer la disciplina en las escuelas.

Ayuda urgente Turbí imparte Biología y Química y cuenta con 16 años de ejercicio como maestra en escuelas públicas.

Ha estado en numerosos centros escolares, en tandas de mañana, tarde y noche y con estudiantes de todas las edades y “calibres”. Formó la corriente magisterial Eugenia Montás para trabajar por la mejoría de las escuelas, y compitió por la presidencia de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) en las pasadas elecciones.

Desde hace meses, Turbí ha solicitado mayor seguridad en los planteles escolares y más opciones ocupacionales para el estudiantado, pero lamentablemente sus reclamos no han sido escuchados.

“Si queremos una educación de primera debe haber más apoyo a nuestros centros. Da pena que esta escuela no cuente con un laboratorio de informática, eso es deprimente. No hay computadoras, las que había eran del año uno y desde que se dañaron no se ha visto ningún tipo de ayuda”, espeta la maestra.

La importancia de la policía escolar es reiterada por Turbí como fundamental para mantener la certidumbre, por lo que no se explica el motivo del porqué fue retirado ese cuerpo que transmitía bastante confianza tanto al personal del centro público como a los estudiantes que asisten a recibir la docencia en horario nocturno.

(+) ALGUNOS CASOS QUE HAN ESTREMECIDO A LA SOCIEDAD En febrero de 2013, un menor hirió a otro a cuchilladas tras salir de la escuela Fernando Valerio, del municipio Villa González. Asimismo, en Tamboril, presuntos alumnos quemaron una enramada en el liceo Braulio Paulino; mientras en la escuela Herminia Pérez, del sector Pekín, estudiantes lanzaron dos bombas lacrimógenas causando que los 700 alumnos salieran despavoridos. Los desconocidos aprovecharon la noche para darle fuego a un quiosco, levantado en la parte trasera del politécnico.

En abril de 2014, el vocero en aquel entonces de la Policía Nacional, coronel Jacobo Mateo Moquete, confirmó que eran estudiantes de la Escuela Perú, los adolescentes envueltos en una riña donde uno de 17 años mató a otro de 15, de una puñalada en el estómago, hecho que consternó a las personas aledañas y que ocurrió fuera del plantel escolar. Moquete dijo que Agustín Figuereo Santana (Michael) murió mientras recibía atenciones médicas en el Hospital Luis E. Aybar.

Entre otros casos que impactaron a la población se recuerda la difusión de un video por las redes sociales en marzo de este año, donde se veía a dos menores enzarzados en una pelea y que, durante varios minutos, se propinaron golpes sin que ninguno de los adultos presentes, como una maestra y un agente de la policía escolar, interviniese para separarlos.

En ese mismo orden, en febrero pasado, actos sexuales realizados por estudiantes en plenas aulas escandalizaron a la sociedad después de que un video en Facebook mostrara a una joven practicándole sexo oral a otro alumno ante la mirada de sus compañeros que parecían disfrutar de la escena.

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