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PAULA RESTITUYO

La abogada que murió el día de su graduación dejó en la orfandad a tres hijos, uno de ellos con autismo

EL MAYOR DE SUS HIJOS FUE DIAGNOSTICADO CON AUTISMO A LA EDAD DE 14 AÑOS, LUEGO DE VARIOS AÑOS EN TERAPIA DE REHABILITACIÓN

Wilfredo Bobonagua, marido de Paula Restituyo

Wilfredo Bobonagua, marido de Paula Restituyo

Paula Restituyo, de 40 años, que falleció tras un accidente de tránsito la noche del domingo mientras se dirigía a su casa luego de graduarse de una licenciatura en derecho en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), deja en la orfandad a tres hijos.

La mujer, que fue definida por sus allegados como una emprendedora y profesional con un futuro brillante, vivía con su marido y sus hijos, Wilfredito, Jarlin y su hija Wilmis, de 20, 18 y 14 años en una casa en construcción que les prestó una amiga hace unos cinco años.

La dueña de la vivienda, que está parcialmente sin piso, tiene el techo deteriorado y las puertas y ventanas poco seguras, hace unos meses le pidió que la desalojaran porque una hija de ella se mudaría en la casa, cuenta Wilfredo Bobonagua, esposo de Paula.

La familia era sustentada a base de los trabajos de abogada que Paula conseguía y las “chiripas” que su marido consigue como mecánico.

A la responsabilidad normal con sus hijos, se sumó la dependencia a la insulina que tiene hace unos 4 años su madre y el autismo de su primogénito, Wilfredito, de 20 años.

Desde pequeño sus padres notaron que la actitud del niño era diferente a la de otros niños de su edad. Para entonces Wilfredito tendría de 3 a 4 años. Pero fue a los 14 años cuando le diagnosticaron el trastorno.

Los cuidados que debía dar a su hijo impidieron que Paula tomara muchas materias en la universidad, por eso tardó 10 años en finalizar sus estudios de derecho.

La mañana de este martes, al llegar del entierro de su mamá, Wilfredito volvió a su cotidianidad: estar acostado en la habitación donde se pasa todo el día, y pedir “papitas”.

Su solicitud es complacida con cinco paquetes de papas fritas, hojuelas de maíz o cualquier fritura empacada. La ingesta de frituras se da varias veces al día, todos los días.

Al consumo de estas picaderas se suman hábitos que van desde tomar agua exclusivamente en fundas, por dudar de la limpieza de otros vasos; rechazar cucharas que estén dentro del plato de comida; y negarse a tomar líquidos cuando no son servidos en su vaso particular.

Sus manías ya son entendidas y respetadas por familiares y vecinos que han entendido su situación y se esfuerzan para evitar que se altere, porque cuando se molesta se torna agresivo.

Al hablar de las rabietas, su padre cuenta que justo ayer “tuvo que amarrarlo”. El ruido que había en la casa por el velatorio de su mamá lo alteró. Lo mismo amenazó con pasar durante el entierro y fue necesario llevarlo a caminar por el cementerio para que no escuchara el bullicio.

Para mantenerlo calmado, a Wilfredito le fue prescrito, en el Hospital Infantil Robert Reid Cabral, un tratamiento de Olanzapina. Pero el costo y dificultad para localizar las pastillas obligaron a sustituirla por Dipiridona, que son más baratas y las puede conseguir en la botica, dice su padre.

Quien se encargaba de medicarlo era su mamá, pero ahora tendrá que hacerlo Wilmis, su hermana de 14 años que, que viajaba con su mamá el día de la tragedia, y cursa el octavo grado de la educación básica.

Mientras que Jarlin, de 18 años, está a punto de entrar a la universidad para estudiar ingeniería en sistemas.

La abuela de ellos vive justo al frente de la casa. También ella iba en el minibús al momento del accidente y resultó con lesiones leves.

Desde el lunes tuvo que ser medicada debido a la impresión que le causó la muerte de su hija y llevada a casa de una amiga en Los Tres Ojos. Todavía al mediodía del martes, a pesar de que estuvo en el sepelio, no había regresado a casa de sus nietos.

En cuanto al padre de Paula, su marido cuenta que no se frecuentan. De hecho, dice que su esposa fue declarada por su papá cuando se disponía a entrar a la universidad.

Título de licenciada en derecho optenido por Paula horas antes de su muerte.

Interior de la casa prestada donde vive la familia de Paula.

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