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Elecciones EEUU: las aguas empiezan a tomar su cauce

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Ricardo Pérez Fernández???@Ricardoperezfde

Con los resultados ya definidos en Iowa, el primer estado en sufragar en el proceso eleccionario para escoger a los candidatos presidenciales del partido Demócrata y Republicano, toda la atención mediática y todos los ejércitos políticos descienden sobre el diminuto estado de New Hampshire.

Tal como en el caso de Iowa, la atención que recibe este minúsculo estado del noreste estadounidense se justifica más por ser este el segundo en elegir candidato presidencial, aunque será el primero en hacerlo en formato de primaria órecuérdese que Iowa lo hizo bajo la modalidad del “Caucus”ó por la importancia que representa en términos de votos y delegados. De hecho, en el caso de los demócratas, para lograr la candidatura presidencial se requiere de un total de 2,382 delegados, de los cuales el estado de New Hampshire solo cuenta con 32. Para los republicanos, de un total de 1,237 delegados necesarios para obtener la nominación presidencial, dicho estado solo posee 23. Numéricamente, como se puede apreciar, es un estado insignificante; sin embargo, por la dinámica singular del proceso de elección de candidatos presidenciales, esto no equivale a decir que un estado como New Hampshire no tiene ninguna importancia.

Secuencial, no simultáneo El proceso de escogencia de los candidatos presidenciales tanto del partido Demócrata como del Republicano es secuencial y no simultáneo. Esto quiere decir que contrario, por ejemplo, al caso de la República Dominicana, donde en la celebración de las primarias para elegir a un candidato presidencial, todo el partido, en todo el país, vota el mismo día, en el caso de los Estados Unidos el proceso se va llevando a cabo de manera sucesiva, y una vez inician las votaciones de cada partido en el estado de Iowa, transcurren poco más de cuatro meses, hasta que los 50 estados, y los demás territorios estadounidenses, han sufragado. Esto da pie a que distinto a un proceso de elección simultánea, en el discurrir del tiempo, con la concatenación de algunas victorias, se genere el proverbial “momentum” que anhela toda campaña electoral, y ahí reside la importancia que podría tener New Hampshire.

Si lo miramos de manera aislada, vemos que este pequeño estado de la región estadounidense denominada Nueva Inglaterra, aparte de ser intrascendente en términos de votos y delegados, tampoco sus resultados han sido premonitorios al momento de ungir ganadores. Desde 1976, siete de diez precandidatos demócratas alcanzaron la nominación presidencial sin haber ganado New Hampshire; entre los republicanos, ocho de diez, lograron la candidatura sin haber triunfado allí.

Empero, cuando ampliamos la dimensión del análisis, y estudiamos este proceso a través del prisma que aplica a una dinámica de naturaleza secuencial, advertimos lo que sigue: desde el 1976 ningún candidato, de ningún partido, que haya emergido victorioso tanto en Iowa como en New Hampshire ha perdido la nominación presidencial, y eso, en parte, probablemente se deba al “momemtum” generado por una candidatura que empieza por ganar los primeros dos estados. Dicho de otra manera, cuando tomados individualmente, tanto Iowa como New Hampshire tienen poca importancia en términos de votos y delegados, pero cuando vistos en conjunto, una victoria en ambos, al menos desde hace 40 años, ha garantizado la nominación presidencial.

El río demócrata fluye En el litoral demócrata, en sentido general, las acontecimientos han venido marchando tal como se preveían. Hillary Clinton venció en Iowa, aunque con un estrechísimo margen de victoria que ha servido para vigorizar, tanto los ánimos del equipo de campaña y de los seguidores del senador Bernie Sanders, como para reforzar su capacidad recaudadora. Tras obtener menos del 0.6% de los votos totalizados por los candidatos demócratas, el exgobernador del estado de Maryland se retiró de la contienda presidencial, despejando toda duda de que esta, la lucha por la candidatura presidencial del partido Demócrata, sería un pleito entre dos.

El sorprendente desempeño de Sanders en Iowa le ha permitido consolidar y ampliar la ventaja sobre Hillary Clinton en las encuestas de cara a New Hampshire. En algunas, la diferencia entre ambos llega a ser de 30 puntos porcentuales, 61% a 31%, aunque cuando se promedian las principales, les separan unos 20 puntos porcentuales. Como era natural esperar, en una competencia que se reduce a dos contendientes, los ánimos se han crispado y el tono del discurso ha enrojecido, aunque aún muy civilizados y pacíficos cuando se compara con lo que sucede en el partido Republicano.

El río republicano busca su cauce A pesar de que las encuestas vaticinaban un triunfo de Donald Trump en el estado de Iowa, fue el senador Ted Cruz quien emergió triunfante. No obstante a esto, medios de comunicación, analistas y estrategas políticos han dirigido su atención hacia quien quedó en tercer lugar, casi empatado con Trump en segundo; nos referimos al senador Marco Rubio.

¿Por qué se ha prestado más atención a quién quedó en tercero, que a quién quedó en primero? Por varias razones. Si congregáramos los ocho candidatos presidenciales republicanos en dos grupos, uno integrado por ultraconservadores y “anti-establishment”, y otro, por conservadores moderados más próximos al republicanismo tradicional, tendríamos que el primero estaría compuesto por Donald Trump, Ted Cruz y Ben Carson, y el segundo por Marco Rubio, John Kasich, Jeb Bush, Chris Christie y Carly Fiorina. Desde el inicio de esta contienda, sabíamos que Donald Trump lideraba el primero, aunque haya perdido en Iowa, pero no existía certeza en cuanto a quién comandaba el segundo. Con el tercer lugar obtenido por Rubio en Iowa y su posicionamiento en segundo lugar en las encuestas en New Hampshire, esta incógnita empieza a quedar despejada, abriendo camino a que con el transcurso del tiempo y de las próximas tres contiendas intrapartidarias (New Hampshire, Nevada y Carolina del Sur), la escogencia de la candidatura presidencial vaya perfilándose como una lucha de dos.

Otra razón por la cual Rubio y no Cruz acapara la atención nacional, es porque el posicionamiento de este primero en Iowa, renueva las esperanzas de aquellos que se resisten a creer que un Donald Trump, y no un republicano moderado, como siempre ha sido en la era post-Reagan, podría terminar conquistando la candidatura por el partido del elefante. Lo que se presume que pasaría es que a medida que el candidato mejor posicionado del conservadurismo moderado avance, los demás se vayan retirando y endosándole su apoyo, para de esta manera cerrar el paso a figuras como Trump o Cruz. Por eso los ojos de todos están sobre Rubio.

¿Qué pasará en

New Hampshire?

Históricamente, los resultados en New Hampshire han sido de los más difíciles de predecir, ya que lo acontecido en Iowa una semana antes tiende a afectar sus resultados, pero por un efecto de retardo, las encuestas no suelen captar los giros y los reposicionamientos que se verifican una vez totalizados los votos. Recordemos que en 2008, Barack Obama llevaba una ventaja importante sobre Hillary Clinton, sin embargo esta última venció al futuro presidente.

Habiendo advertido lo anterior, aquí lo que estimamos sucederá: en el lar demócrata, vislumbramos que no habrán sorpresas, y que Bernie Sanders vencerá cómodamente a Hillary Clinton, aunque si la diferencia entre uno y otro fuese menor a 10%, no deberá sorprender si la lectura del proceso termina por ser más favorable para Clinton que para el ganador de esta contienda.

Entre los republicanos, existe menos certeza. Según una encuesta realizada por CNN/WMUR el 56% de quienes aseguran votarán en estas primarias aún no han decidido por quién lo harán. Donald Trump lidera las encuestas por aproximadamente 14 puntos porcentuales, y probablemente gane este estado, aunque Rubio, ahora en segundo lugar, se encuentre en franco ascenso. Lo interesante, sin embargo será ver qué pasará entre los candidatos moderados. Si Fiorina, Kasich o Christie obtienen baja votación, es probable que al menos uno de ellos abandone la contienda antes de que termine el mes de febrero. Para Bush, las oportunidades de convertirse en el portaestandarte del conservadurismo moderado se van cerrando, y a pesar de ser el candidato republicano que más ha recaudado, si este no logra un posicionamiento que dé vida a sus aspiraciones, es probable que sus posibilidades, de aquí en adelante se reduzcan aún más, por aquello del “momentum” característico de procesos electorales secuenciales.

Lo que sí queda claro es que en ambos partidos, aunque en uno con mayores traumas que en el otro, las aguas van tomando su cauce.

El autor es Economista y Politólogo

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