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LA ENTREVISTA

Rosa Silverio: Creo que la mujer debe tomar el lugar que le corresponde, reclamarlo, reivindicarlo

POR OTRO LADO PIENSO QUE REPÚBLICA DOMINICANA ES UN PAÍS QUE TIENE LEYES MIGRATORIAS BIEN CLARAS QUE SE DEBEN RESPETAR Y NO ES LEVANTANDO UN MURO ENTRE HAITÍ Y NUESTRO PAÍS COMO SE VA A RESOLVER EL PROBLEMA

A pesar de que en nuestro país no existe una crítica literaria especializada, ni cultores especializados de una labor que desmenuce la obra de un autor y la descomponga en sus mínimos elementos de construcción para disfrutar de las fortalezas del hecho literario y subsanar las deficiencias, los escritores dominicanos existen. La crítica literaria es necesaria y se hace cada vez más urgente, primero porque en toda nación con tradición literaria, existe una crítica especializada, y segundo, para evitar que aventureros sin una obra consolidada hagan de críticos, solo desde el punto de vista de sus prejuicios y resentimientos.

La poeta dominicana Rosa Silverio, residente en España es de esos escritores que existen, con una obra en proceso y una mística que la coloca en el mismo trayecto del sol, en esa constelación de jóvenes que han encontrado un camino y luchan por superarlo.

Rosa Silverio no se cree ni joven ni vieja, solo poeta. Defiende sus primeros libros, en esa etapa en la que ella misma dice que andaba buscando su voz. Es importante buscar la voz propia y para lograrlo hay que alimentarse primero de otras voces, sin miedos, sin cortapisas, algo como salir ganando de las influencias hasta darnos ese tono propio.

En ella no solo es vital el hecho literario, la construcción de un mundo concebido para y por la poesía, sino que tiene sus propias ideas y reflexiones sobre temas importantes, como la problemática haitiana:

“No creo en paranoias de invasión ni mucho menos que haya riesgo de unir los dos países. Unidos estamos ya porque compartimos una misma isla y deberíamos intentar llevarnos lo mejor posible. Como inmigrante que soy veo el asunto desde una perspectiva muy distinta a quien no ha salido de la isla ya que creo que como está la situación en Haití, es normal que ellos quieran emigrar y lo hagan al lugar que les queda más cerca”, dice. Cree que ha sido ha sido ejemplar lo que se ha hecho de sacar del limbo jurídico y dotar de documentos a los hijos de esos haitianos que nacieron en nuestra tierra”, dice.

Rosa Silverio habla centrada, explica sus concepciones, se manifiesta sobre la creación y lo hace de manera abierta, sin cortapisas.

A continuación la entrevista:

Desde “Matar al padre hasta atravesar los límites de “A los delincuentes hay que matarlos” y “Rosa íntima”, ¿crees que ha habido una distorsión en la Rosa Silverio que una vez aspiraba solo a ser poeta?

RS: No creo que la palabra correcta sea distorsión sino una evolución. Mis tres primeros libros corresponden a una etapa en la que andaba buscando mi voz y mi propio estilo. Creo que es a partir del poemario «Arma Letal», que ganó el Premio Nacional de Poesía Salomé Ureña, cuando me acerco al tipo de poesía que quiero escribir y cuando mi voz se muestra al lector más pulida, aunque es con «Matar al padre» (Huerga Fierro Editores, 2014) con el libro con el que me siento más identificada, no por ser el más reciente, sino por el trabajo del concepto, la emoción, el lenguaje y los recursos estilísticos. Creo que es el libro que mejor me representa y es una pena que todavía no esté en República Dominicana, pero lo pueden comprar a través de Internet.

Mi libro de relatos es otra cosa y no puede compararse un género con otro. Es una publicación puntual de los relatos que he escrito y que me parecieron mejor terminados, pero ahora mismo estoy dedicada por completo a la poesía y en particular a un texto que estoy puliendo con mucho mimo y cuidado.

¿De vuelta a casa o España?

RS: Siempre estoy de vuelta a casa porque cada vez que puedo voy a República Dominicana. El año pasado estuve tres meses, aunque estaba enferma y no pude ver casi a nadie. Sin embargo, el amor telúrico está ahí presente siempre y nunca dejará de estarlo porque amo mucho a mi pedazo de isla. Ahora bien, vivo en Madrid y me encanta. Es una ciudad mágica, llena de cultura y encanto. Es el hogar que he elegido para vivir, en donde me siento más libre y más en armonía conmigo misma. Aquí soy muy feliz.

¿De tus años iniciales, cuando ibas de Santiago hacia distintos puntos con la ilusión de madurar un proyecto literario de envergadura, crees que has enfatizado una identidad de poeta, intelectual o mujer rebelde en desacuerdo con el sistema?

RS: No creo haber enfatizado una identidad en particular porque sencillamente actúo como soy y asumo las consecuencias de ello. Es decir, en mí no hay una pose ni me considero un producto de marketing. Mi literatura y yo misma provienen desde la más profunda honestidad. Claro que soy poeta y también una mujer que se rebela ante aquello que no le parece justo, que no teme desafiar lo establecido, pero no me considero una intelectual, sino más bien una creadora. Es en ese terreno es en el que más disfruto.

Todos los que se han interesado en tu literatura, en dar seguimiento a tu trayectoria, saben que eres extrovertida y que defiendes tus posiciones sin medias tintas, ¿crees que la mujer debe buscar el espacio que le toca en la sociedad dominicana o vivir sin inquietarse ante un sistema de cosas injusto?

RS: Creo que la mujer debe tomar el lugar que le corresponde, reclamarlo, reivindicarlo. Todavía en la sociedad dominicana hay mucho machismo y contra eso hay que luchar fervientemente. Incluso, es algo cultural que muchas mujeres defienden porque ha sido lo que han aprendido de sus padres. Así que a la nueva generación nos toca romper con la cadena de dominación para que no hayan más agresiones ni feminicidios, para que la mujer no sea relegada solamente a la tarea de ama de casa, para que tenga las mismas oportunidades que los hombres y nuestros salarios no sean inferiores, para que algún día tengamos una mujer presidenta, para que se nos trate con la dignidad y el respeto que merecemos y no con abuso o insultante condescendencia. Si no asumimos esta postura nunca acabaremos con el machismo en República Dominicana.

No importa que las aulas universitarias estén llenas de mujeres que cursan una carrera. De nada sirve esto si seguimos con los mismos patrones y la mujer es considerada un ser débil, alguien inferior al hombre a quien le pasan factura por todo mientras que los del otro sexo tienen licencia para todo. Esto no es misoginia, ni es feminazismo. Es justicia y eso es lo que persigue el feminismo.

¿Quién habla en este fragmento, del poema Un hombre con un fusil en la mano: “Un hombre con un fusil en la mano va por su camino/encuentra una mujer y la penetra/también con el fusil la penetra/no sé sabe si saldrá con vida/y si lo hace ya no será bienvenida en casa”, Rosa Silverio, la poeta, la mujer o la indignada?

RS: Las tres que son solo una. Ese poema está inspirado en la tragedia que ocurre en la República Democrática del Congo en donde las mujeres son sometidas a violaciones masivas y en muchos casos mueren por esto. Las víctimas son penetradas hasta con fusiles lo que les provoca perforaciones graves en el útero. Estas mujeres son usadas por los hombres como armas de guerra y sufren lo indecible. Yo solo le presté mi voz y mi sensibilidad a una realidad que me parece importante denunciar y visibilizar.

¿Cree Rosa Silverio que es una consagrada? ¿Cuáles son tus herramientas conceptuales a la hora de hacer poesía? ¿Qué herramientas deben tener los jóvenes y las jóvenes poetas para crear poesía de calidad?

RS: No soy una consagrada, tampoco una joven poeta. Soy una poeta y punto. Estoy transitando el camino, aprendiendo cada día, madurando cada vez más, sintiéndome cada día más a gusto con el resultado de mi trabajo literario.

La consagración llega con el tiempo y solo si se es un poeta con verdadero talante y con una obra valiosa. A mí todavía me falta, pero me produce emoción cuando encuentro lectores a los que le gusta lo que escribo, resignación cuando la gente no comulga con mi poesía y decepción cuando hablan de lo que yo escribo sin haberme siquiera leído o habiendo leído tan solo un libro cuando tengo cinco poemarios publicados y en especial los dos últimos son los que reflejan la voz poética que yo trabajo y quiero seguir profundizando. Lo que sí es que me considero una eterna aprendiz y cuando no tenga nada que aprender, entonces quizás no tenga nada que decir, como creo que una vez lo escribió Juan Bosch.

En cuanto a mi método de trabajo, es muy sencillo: se me van ocurriendo ideas que se van macerando en mi imaginario y que luego salen y yo las trabajo en el papel hasta que quedan lo más pulidas posibles y lo más cercanas a lo que he pensado, aunque soy consciente de que no siempre las palabras pueden aprehender todo lo que el escritor siente, pero sí podemos acercarnos a esa emoción, a eso que nos dicta nuestro numen mediante el trabajo y estudio constante de la palabra, la corrección y la frecuente relectura de nuestros textos. Una cosa sí es importante: escribir de aquello que realmente nos importe. Si escribimos de algo solo porque dicen que es uno de los grandes temas, porque está de moda o porque escribir de una manera en particular es lo popular en el momento, el poema se queda hueco, vacío, carece de sentido y emoción, y no transmite absolutamente nada al lector.

Sobre las herramientas que me preguntas que deben tener los jóvenes para escribir poesía de calidad, yo creo que lo más importante es que lean mucho, sobre todo empezar por los clásicos, estudiar nuestra tradición literaria porque no creo que sea posible crear nuevas miradas literarias sin antes haber hecho esto. También creo que en nuestros primeros años hace falta mucha humildad, mucho tirar papel a la basura y tener los oídos abiertos para escuchar las críticas que, cuando no son personales, pueden hacer mucho bien y ayudarnos a mejorar.

¿Qué opinas de la actual situación que vive República Dominicana ante la problemática haitiana? ¿Cómo resolverla?

RS: Mi opinión sobre este tema la he manifestado a través de mi blog que es la red social que tengo abierta al público, así como Twitter. Creo que República Dominicana debe seguir siendo un país solidario con Haití y que los haitianos son nuestros hermanos, no nuestros enemigos. No creo en paranoias de invasión ni mucho menos que haya riesgo de unir los dos países. Unidos estamos ya porque compartimos una misma isla y deberíamos intentar llevarnos lo mejor posible. Como inmigrante que soy veo el asunto desde una perspectiva muy distinta a quien no ha salido de la isla ya que creo que como está la situación en Haití, es normal que ellos quieran emigrar y lo hagan al lugar que les queda más cerca.

Tampoco hay que olvidar que durante muchos años nos hemos aprovechado de la mano de obra barata haitiana que ha hecho el trabajo que el dominicano no ha querido realizar. Muchas empresas han abusado de esto llegando a la explotación y es algo que no se puede ocultar. Por eso apelo al sentido de la compasión del buen dominicano ya que nosotros también hemos salido a países como Estados Unidos, Puerto Rico, Suiza, Canadá, Holanda y España, en busca de una mejor calidad de vida y para ayudar a los familiares que hemos dejado en nuestra tierra. Por ello deberíamos tener una actitud más empática y no ese nacionalismo exacerbado que ha llegado hasta el racismo y la xenofobia. Cuando se refieren a los haitianos como salvajes y animales me da asco la persona o el grupo que lo dice por lo vejatorio que resultan esas palabras y porque a mí como migrante me podrían decir lo mismo en España. Eso no está justificado en ningún sentido.

En cuanto a las leyes migratorias y al proceso de nacionalización de los haitianos y haitianas nacidos en territorio dominicano, creo que ha sido ejemplar lo que se ha hecho de sacar del limbo jurídico y dotar de documentos a los hijos de esos haitianos que nacieron en nuestra tierra. Por otro lado pienso que República Dominicana es un país que tiene leyes migratorias bien claras que se deben respetar y no es levantando un muro entre Haití y nuestro país como se va a resolver el problema, sino acabando con las mafias en las fronteras, con las mafias de los grupos empresariales y cumplir las disposiciones migratorias dispuestas en nuestras leyes.

Quien conoce a Rosa Silverio, sabe de sus posiciones enfáticas de mujer intelectual, de mujer poeta, de mujer con esquemas, ilusiones y resabios, lo que da pie a la pregunta, ¿ha logrado la mujer consolidarse en este país en el cual todavía se discute un 35% de posiciones en los partidos políticos?

RS: Creo que todavía al país le hace falta evolucionar mucho porque existen mujeres más que preparadas para ocupar cualquier posición política o cargo gubernamental, no solo por una cuota que disponga una ley, sino porque es la realidad. Pero esto no solo ocurre en nuestra tierra. Solo hay que ver un país como Estados Unidos en donde todavía no ha habido una mujer presidente.

¿Tenemos los dominicanos la posibilidad de construir una presencia intelectual, en la que el escritor o la escritora dominicana sean referentes en el continente?

RS: Claro que sí, pero hay que crear toda una estructura de promoción de las letras dominicanas para que salgan de la isla. Nuestra literatura no se conoce en otros lugares. Por ejemplo, en España es difícil conseguir un libro de un autor dominicano. Es que no tenemos una industria editorial ni una política estatal o privada de promoción y estudio de nuestros autores dominicanos. Además, mientras en las universidades se sigan asignando como libros de lectura «El rinoceronte» de Alexander Scott o los textos de Carlos Cuauhtémoc Sánchez mal andaremos.

República Dominicana cuenta con malos escritores y excelentes exponentes de nuestras letras, pero no tienen difusión alguna y a las ferias van los mismos gatos de siempre. Es hora de cortar de raíz eso y cambiarlo. También ayudaría que los académicos estudien nuestros textos, pero ahora mismo hay sectores divididos: por una parte hay un grupillo que cree que todo lo que se escribe en el país es malo y por otro lado está otro grupo que cree que lo que se escribe es maravilloso.

En conclusión: carecemos de equilibrio y objetividad. Ambos extremos son malos. Nuestra tradición literaria es joven comparada con la de otros países y aún nos falta mucho por dar, pero sí tenemos obras y autores que han hecho y siguen haciendo aportes relevantes a la literatura. No sé si para ganar premios importantes, pero yo creo que la preocupación ahora mismo no deben ser únicamente los premios, sino poner las letras dominicanas en el mapa cultural universal.

Tuvimos a una Salomé Ureña, también a una Aida Cartagena Portalatín e incluso, en la narrativa a una Hilma Contreras, mujeres de una formación humanística reconocida, ¿cree que las jóvenes poetas y las jóvenes narradoras tienen posibilidad de ocupar parte del espacio que legaron esas creadoras?

RS: Por supuesto, hay jóvenes poetas que se están formando para ello. Te puedo citar los casos de Rossalinna Benjamín, Argénida Romero, Ariadna Vázquez Germán, Jennifer Marline, entre otras voces no menos interesantes.

¿Sirve para algo que te consideren buena poeta, en un país con tantas taras sistémicas en el entorno cultural?

RS: Yo no sé si sirve para algo. Yo escribo. Yo no puedo vivir sin escribir, sin esta herida poética que cada día me sangra. Si me consideran una buena poeta es un honor para mí y creo que la consecuencia de esta valoración será tener más lectores o más oportunidades de publicación. En cuanto a las taras culturales, las hay en República Dominicana y las hay en todas partes. Desgraciadamente es así, pero un autor debe trascender eso y seguir haciendo lo suyo que es escribir y sobre todo intentar hacerlo lo mejor posible.

Si se te acercara alguien, un niño de diez años, un adolescente de catorce, un joven de veinte o un adulto joven de 40, ¿qué libro de Rosa Silverio le recomendarías?

RS: En realidad le recomendaría «El Principito» de Antoine de Saint-Exupéry, pero si es muy insistente entonces le diría que adquiera mi poemario «Matar al padre» (y que no espere a que yo se lo regale).

¿Sigue siendo República Dominicana un país de poetas y cuentistas, o la novela rompió esos esquemas?

RS: República Dominicana es un país que tiene excelentes poetas y narradores, pero desde mi punto de vista la poesía es el género en el que mejor destacamos, por lo menos actualmente. No creo que todavía la novela haya roto ese esquema, aunque hayan algunas novelas de los últimos años que me han gustado bastante, pero no tanto como la poesía. Creo que a la novelística dominicana le hace falta ampliar el imaginario y dejar de una buena vez atrás a Trujillo.

¿Hace falta una crítica literaria seria y objetiva o estamos bien a la libre, sin que nadie enfile los cañones hacia la literatura dominicana?

RS: Siempre hace falta una crítica literaria seria y objetiva porque esos críticos son los que se encargan de promocionar lo que realmente vale la pena de nuestra literatura. Ahora bien, estoy totalmente en contra de la crítica que personaliza y que cae en ataques personales o que peca de desconocimiento. No puedo respetar a un crítico que juzga a un poeta por un solo poema en lugar de analizar su obra. Tampoco puedo respetar al crítico tendencioso y a muchos se les ve el plumero. El problema es que en República Dominicana no hay críticos, ¿o sí? Tenemos a unos cuantos que se dedican a analizar lo que escribimos, pero sobran dedos de una mano. Y sí, la crítica seria es necesaria.

¿Qué crees que falta en República Dominicana para que el escritor y la escritora real, quien trabaja en un ejercicio sincero, cuente con las herramientas que faciliten su ejercicio, tomando en cuenta un mercado editorial prácticamente complejo cuando no inexistente?

RS: Lo que yo creo es que como en nuestro país no hay industria editorial, los escritores deberían mandar sus textos a concursos internacionales (que incluyen la publicación del texto), a editoriales de otros países, a revistas internacionales y hacer lo que ha estado haciendo la nueva generación de autores: usar las redes sociales como vía de difusión y de intercambio.

¿Puede República Dominicana presentar sin muchas dificultades a la comunidad internacional a un escritor con base sólida que califique para apostar por el Premio Cervantes, o el Nobel de Literatura? ¿En quién piensas?

RS: Los premios tienen su importancia, pero hay autores que nunca fueron premiados y son excelentes. Philip Roth no ha ganado un Nobel y es un autor muy leído que acumula otros premios y que además tiene una obra sólida y de gran peso literario.

Sin embargo, si hay que hablar de premios, yo creo que el problema es que hay un grupo que quiere llegar a la cima sin haber escalado la montaña. ¿Aspiramos a un premio Nobel de Literatura y ni siquiera tenemos a un Premio Cervantes? ¿No sería mejor empezar a nominar a nuestros autores para premios de escalones más bajos y luego ver si contamos con gente que nos represente en la cima?

¿Qué opinas del desdén que se muestra desde muchos ámbitos hacia los autores dominicanos y las preferencias de autores del exterior sobre nuestros escritores, es cierto que esto se debe a que tienen una mayor calidad o que se trata de una realidad impuesta por las propias deficiencias sistémicas del país?

RS: No estoy de acuerdo con la crítica acérrima y desmedida que hacen algunos a la literatura dominicana, pero tampoco estoy de acuerdo en que por la más mínima cosa debamos andar dándonos palmaditas en la espalda. Como ya he dicho antes, hace falta equilibrio. Creo que tenemos autores que pueden gustar mucho porque tienen una buena obra y otros que tienen serias deficiencias. De ahí que haya esa falta de objetividad y equilibrio. No se puede evitar que muchos sientan mayor preferencia por la literatura de otros países pues el gusto literario no se debe imponer ni es un asunto de nacionalidad, sino de aquello que verdaderamente te remueva los cimientos cuando lo lees. Lo que nos queda a los autores dominicanos es preocuparnos cada día por escribir mejor, por obtener oportunidades, por visibilizarnos y te aseguro que tendremos lectores. Y lo principal en República Dominicana: mejorar el sistema educativo dominicano y fomentar el hábito de la lectura. Así tendremos autores más formados, porque los genios son unos pocos.

¿Podemos competir desde nuestra realidad actual en un mundo editorial cada vez más competitivo y signado por poderosas casas editoriales, que en nuestros mundos literarios locales se rigen por el grupismo y la exclusión?

RS: Imposible competir. ¿Con qué fuerzas? Es que no tenemos editoriales. Solo está la Editora Nacional que publica algunos libros, pero fuera de eso no hay nada más. Por eso es que digo que nuestros autores deben enviar sus manuscritos fuera, no necesariamente a casas editoriales poderosas, pero sí que apuesten por una literatura distintiva y rica.

¿Qué escritor o escritora dominicana te representa y por qué?

RS: De los ya fallecidos: Manuel del Cabral y Aída Cartagena Portalatín son dos referencias fundamentales para mí. De los que viven puedo citar a Jeannette Miller, Ángela Hernández, José Acosta, José Mármol y algunos escritores de mi generación como Alejandro González, Reynolds Andújar, Frank Báez, Víctor Manuel Ramos, entre otros.

¿Eres nacionalista o las fronteras, en este mundo globalizado, no existen?

RS: Siento un gran amor por mi terruño, pero creo que el riesgo del nacionalismo es que cae en el fanatismo y es lo que se está viviendo hoy día en República Dominicana. Yo no soy ni quiero ser fanática de nada. No sufro del complejo de Guacanagarix, pero tampoco por ignorancia rechazo lo foráneo. Mi lugar de nacimiento es República Dominicana, mi hogar es España y el planeta mi gran casa.

¿Cómo repensar una República Dominicana en la coyuntura actual y desde la perspectiva de la cultura?

RS: República Dominicana es un país con mucha riqueza cultural, no solo a nivel literario, sino en las demás artes y en nuestras tradiciones. El problema es que a este país lo venden solo como un lugar de turismo de playa, spa, golf, ron, palmeras y mujeres que están «buenas». Quizás porque eso es lo que busca el turista convencional y nosotros vivimos mucho del turismo. Pero hay que darle un giro a esto y comenzar a hablar de nuestra historia, nuestro patrimonio arquitectónico, nuestra ecología, nuestra idiosincrasia, nuestras artes y que todo eso también esté incluido dentro del paquete de promoción del país.

¿Qué opinas de la situación actual de los escritores dominicanos? ¿Quién es escritor, el que escribe o el que publica?

RS: La situación actual de los escritores dominicanos es un tanto confusa porque tenemos gente de diferentes generaciones haciendo buena literatura, gente de la nueva generación no cohesionada también escribiendo cosas interesantes, pero hay muchas fracturas y quien abre una puerta a veces la cierra para que no entre el siguiente y lo que debemos hacer es abrir puertas y ventanas porque cuando un autor dominicano gana un premio o es publicado por una buena editorial, el resto de los escritores salimos ganando ya que nuestro país es tomado en cuenta y un autor dominicano no se ve como un «rara avis», sino como parte de una corriente, de un hilo de donde se puede tirar mucho más.

El escritor es el que escribe, pero es cierto que si no se publica entonces, ¿cómo sabemos que es escritor? Yo creo que hasta los que no publican secretamente quieren publicar. A veces es el miedo a la crítica lo que les paraliza.

¿Existe una poesía y en términos generales una literatura dominicana? ¿Qué nos falta?

RS: Claro que existe, con sus rasgos diferenciados. Lo que nos falta es más promoción, un mayor trabajo literario, preocuparnos por escribir mejor y luego una maquinaria que nos promocione y nos estudie.

¿Qué opinas de los autores jóvenes dominicanos?

RS: Creo que muchos están haciendo un trabajo interesante y otros están más preocupados por la moda y por la pose. Hay de todo. Es normal. Lo mismo ocurre en España. Lo importante es que escriban y que al final sea el tiempo el que determine quién sobrevivirá a la criba y quién no. Pero siempre hay que incentivar a los jóvenes en lugar de aplastarlos, aunque también criticarlos. Yo pasé por ello y me hizo mucho bien.

¿Qué te parecen las intervenciones de los intelectuales dominicanos en las redes, se abusa de Facebook, los temas que tratan son frívolos, inducen al debate o deberían alejarse un poco?

RS: Yo creo que cada quien puede manejar sus redes como quiera. Lo bueno de las redes sociales es la democratización del discurso. Y en estas hay de todo: desde entradas interesantes hasta cosas frívolas. Ya es cosa de uso escoger lo que quiere leer. Es como cuando se va a una librería, uno es quien escoge el libro, el libro no lo escoge a uno. No creo que los intelectuales dominicanos abusen de Facebook, ni creo que tampoco haya excesivo debate. Lo digo comparándolo con la situación de los escritores de España y esta red social. En España se usa muchísimo Facebook y hay mucho debate, mucha denuncia, mucho de todo. Todo esto es bueno en cualquier parte, lo malo es el chisme porque contamina y genera malas vibraciones.

Finalmente, ¿Quién es Rosa Silverio?, que los niños, los adolescentes y los jóvenes puedan entender las razones de su pensamiento y de sus actitudes intelectuales de escritora comprometida con la causa de su país, que mira su entorno y reflexiona como narradora y poeta.

RS: No me gusta hablar de mí en tercera persona, así que te diré que yo soy una mujer que piensa mucho, opina mucho, llora mucho y se ríe mucho. La literatura es mi gran vocación y lo que me da vida. Ha sido mi salvación a lo largo de mi existencia. Escribir para mí no es un acto de compromiso sino de absoluta necesidad vital. Escribir me permite comunicar las cosas desde mi perspectiva, mostrar mi mirada de las cosas, vomitar mi mundo interior en el papel. Escribo porque me gusta y porque uno debe hacer en la vida aquello que más le apasione y apostar por eso a toda costa si se tiene el don y se tiene la perseverancia.

Para concluir, yo soy una mujer que mira las cosas y las siente «de todas las maneras posibles» como decía Pessoa, que me preocupa mi país y el resto del mundo, que miro a las personas y palpito con ellas, que me miro a mí misma y me defino a través de la escritura.

Biografía activa:

Rosa Silverio nació en Santiago de los Caballeros, República Dominicana. Actualmente vive en Madrid, España. Es periodista, escritora y gestora cultural. Ha trabajado como redactora y editora del periódico Listín Diario y como directora editorial del periódico Noticias en Casa de Casa de Campo. Ha publicado los poemarios «De vuelta a casa» (2002), «Desnuda» (2005), «Rosa íntima» (2007), «Selección Poética» (2010), «Arma Letal» (2012), «Matar al padre» (2014) y la plaquette bilingüe «Rotura del tiempo / Broken time» (Carmina in minina re, 2012).

Además publicó su libro de relatos «A los delincuentes hay que matarlos» (Punto de Lectura, 2012). Sus cuentos y poemas figuran en varias antologías y han sido publicados por revistas y suplementos culturales de diversos países. Su obra ha sido traducida al inglés, francés, italiano, portugués y catalán. Ha recibido varios premios importantes, entre ellos el de Vencedora Absoluta del Premio Nosside de Poesía de Italia en 2005 y el Premio Nacional de Poesía de República Dominicana en 2011.

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