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ENTREVISTA

Basilio Belliard: Nuestro país está matizado por una sociedad de escritores no lectores

NUESTRA CRÍTICA ES ESTÉRIL, CARENTE DE IMAGINACIÓN, CON ALGUNAS EXCEPCIONES, ES UNA CRÍTICA AUTORITARIA Y DOGMÁTICA Y SOLIPSISTA Y NARCISISTA

Basilio Belliard

Basilio Belliard

Basilio Belliard es un poeta de amplia formación y de criterios propios, hijos de una experiencia con el quehacer literario, de una entrega y de un oficio que propugna por la lectura sobre todas las cosas, e incluso, siente, piensa, cree, que en República Dominicana hacen falta más escritores lectores, e incluso que se escriba menos y se lea más.

No tiene reparos para hablar desde la crítica misma, a un sistema de cosas que, en el sentido estricto de la crítica literaria, lo lleva a decir que esa crítica que se hace es estéril. Es puntilloso al referir que los escritores dominicanos se olvidan de leer y solo se interesan por escribir, y, hace falta más lectura.

Basilio Belliard piensa, en ese contexto, que nuestra crítica es estéril, carente de imaginación, con algunas excepciones.

“Es una crítica autoritaria y dogmática, solipsista y narcisista, armada de una base teórica importada de Europa. Asimismo, una crítica carente de imaginación creadora, atada a una tendencia estética. Nuestra crítica, desdichadamente, la han ejercido los críticos de formación académica, desde la Academia hacia afuera, y no desde afuera, como sucede en México, donde la crítica de poder ha circulado desde el periodismo cultural, desde las revistas y los suplementos literarios, y donde la crítica académica ha quedado en los intramuros de la escolástica”, amplia aseveración que retrata su sentir.

Puntualiza que los autores jóvenes tienen como tales una experiencia que no tuvimos nosotros ni los autores mayores. En su opinión poseen una mayor cultura digital, mayores destrezas tecnológicas, pero una escasa cultura libresca.

Contrario a muchos de los intelectuales del medio está en desacuerdo con las incursiones constantes en las redes sociales, cree que se trata de participaciones narcisistas y fervorosas en las redes sociales sí que hacen más daño que las capillas literarias.

“Esas redes virtuales están infectadas de banalidades, roban tiempo al cultivo del intelecto, afectan amistades, son triviales, no estimulan el pensamiento crítico porque no se puede revisar o rectificar lo dicho, pues hay que escribir rápido, sin pensar para poder estar en la red y permanecer en un debate estéril. Esos textos no conducen a un libro o a una obra. Es más bien una chercha ociosa y barata. Ya lo dijo hace poco Umberto Eco:” Las redes sociales le dan voz a los imbéciles.

En este conversatorio Basilio Belliard reflexiona sobre su obra, sobre las realizaciones del Ministerio de Cultura a favor del estímulo a la promoción de los autores, explica que siempre ha habido capillas, cenáculos de intelectuales que, a su decir, han hecho menos daño en el país literario, que las redes sociales.

Un diálogo de peso que nos habla sin cortapisas sobre tópicos inesperados, temas que muchas veces surgen y que hace tiempo buscan respuesta, aquí la tienen.

A continuación la entrevista:

“Una isla no tiene fronteras y sus habitantes se alimentan de la sal del mar. Una isla es un pájaro rodeado de alas por todas partes…todos somos islas”, dice Basilio Belliard en su poema Isla al aire, ¿es posible que trate el poeta de justificar el destino común de República Dominicana y Haití, con esta creación literaria?

BB: Desde luego que no. Pero los dos países cabalgamos en el mismo caballo. Estamos condenados por la geografía física, aunque no así por la geografía fantástica. Hablo además en el poema de una isla mental y de la soledad ontológica de los isleños, en general. Planteo simbólicamente el dilema existencial entre el mediterráneo y el isleño. En este poema está encarnada la metáfora de la insularidad. Representa la imagen de una resignación signada por un mismo destino geográfico, pero eso no significa que quiera justificar ambos destinos. Simplemente quise cantarle a una tragedia común que nos abate, condena y define históricamente.

Desde poemas como “Manjar de los instintos”…que expresa versos como “… nada detiene las alas ni su reposo de danza silenciosa. Sólo el manjar de los instintos…” hasta El Suicida, que dice en su inicio, “El suicida se mata porque cree que, al hacerlo, encontrará más vida”. ¿Ha habido un proceso posterior que incluye al Basilio Belliard poeta, ensayista, de avance o retroceso en su producción literaria?

BB: En poesía no hay avance ni retroceso. Solo que la génesis de cada poema o libro obedece a un impulso estético o metafórico vinculado a una circunstancia vital, a un momento de su trascurrir vital. En arte no hay progreso, hay transformaciones y metamorfosis. Progreso hay en la ciencia. En arte sí hay progreso, pero técnico. Manjar de los instintos es un texto de un poemario de facturación erótica. Fue un libro escrito desde una experiencia situada en la tradición de la poesía erótica; en cambio, El suicida es un poema en prosa de mi último libro Prácticas de sueños, en donde postulo otras búsquedas estéticas, insertadas en la tradición surrealista.

¿Es la poesía el género literario por excelencia en República Dominicana, teniendo en cuenta la reflexión de que contamos con grandes artífices del cuento, o la novela ya rompió estos esquemas?

BB: Sí, la poesía es el género por antonomasia de la tradición literaria dominicana. La historia de la literatura dominicana es la historia de las generaciones de poetas, a pesar de que el cuento cuenta con un patriarca como Juan Bosch y el ensayo con un maestro como Pedro Henríquez Ureña, y la novela con un autor como Marcio Veloz Maggiolo, en el presente actual.

Qué opina del desdén que se muestra desde muchos ámbitos hacia los autores dominicanos y las preferencias de autores del exterior sobre nuestros escritores, ¿es cierto que esto se debe a que tienen una mayor calidad o que se trata de una realidad impuesta por las propias deficiencias sistémicas del país?

BB: No creo. Calidad hay a la vez en los autores extranjeros y nacionales clásicos, modernos y contemporáneos. Lo que sucede es que los extranjeros son muchos. Los nuestros son pocos. Pero en el extranjero hay buenos autores como también mediocres. Lo que acontece es que a los malos no los conocemos porque no trascendieron, en cambio, sí conocemos a los buenos y a los malos nuestros. Para un autor dominicano formarse no basta con leer a sus precursores locales, como lo puede hacer un francés, un inglés, un alemán, un español, un argentino, un mexicano, un chileno, un uruguayo, un peruano, etc. Desde luego que nuestra tradición es endeble y la abundancia es escasa. Y por tanto la calidad también es escasa.

Muchos piensan que la estructura cultural del Estado debería articular estrategias, por ejemplo para estimular la literatura con calidad en el país y la promoción de los autores con una obra de calidad en el exterior para romper el aislamiento de la literatura criolla, ¿qué opina al respecto?

BB: Antes de la creación del Ministerio de Cultura la labor de difusión y promoción de nuestros autores fue pobre. El servicio diplomático no hizo una labor que permitiera el conocimiento y valoración de nuestros escritores. Además, la dictadura de Trujillo aisló al país y por tanto nuestros intelectuales, artistas y escritores pagaron una cuota muy alta de aislamiento e invisibilidad. Balaguer, a pesar de ser un gran intelectual, tampoco se preocupó por hacerlo, sino que, por el contrario, designó en el cuerpo diplomático del exterior, personas descalificadas, en su mayoría, contrario a Trujillo, paradójicamente, que utilizó intelectuales no solo en el servicio diplomático, sino además en el Congreso.

Con la creación del Ministerio de Cultura se han articulados estrategias y acciones que persiguen promover a nuestros autores y artistas en el exterior y a nivel nacional con la fundación de instancias, organismos y eventos como la Feria Internacional del Libro, las ferias regionales del libro, los festivales internacionales de poesía y teatro, etc. Con estas acciones el país cultural es otro. Tiene otro rostro. El conocimiento de nuestros poetas y escritores en el resto de América Latina y Europa ha empezado a hacerse sentir.

Estos eventos han permitido el intercambio de ideas, experiencias y libros, contratos editoriales con sellos editoriales del exterior, invitaciones a universidades, festivales, congresos y ferias internacionales del libro. Yo me siento optimista en ese sentido, aunque pesimista en materia lectorial. La impresión que se llevan –y han llevado- los escritores extranjeros que visitan la feria del libro y las tres ediciones del festival de poesía es –y ha sido- buena y estimulante.

La experiencia que traen los escritores nuestros cuando viajan al exterior invitados a participar de congresos, festivales y ferias del libro sirve de estímulo y reconocimiento a las generaciones de escritores del presente y del futuro. La creación de la Dirección General del Libro y la Lectura, de Gestión Literaria, de la Feria del Libro, del Festival Internacional de Teatro y del de Poesía, de la Editora Nacional, de la revista País Cultural…son estructuras necesarias y útiles que han posibilitado ejecutar acciones culturales positivas y cambiar la visión que se tenía del país en su política del libro, la lectura y las artes.

¿Se está escribiendo una poesía de calidad en el país, lo están haciendo los jóvenes y los más avezados, qué nos falta en ese sentido?

BB: Desde finales del siglo XIX en el país se ha escrito poesía de calidad. Pero han sido casos aislados. Es un país más que de poetas, de poemas, y más que de generaciones poéticas, de poetas. (Compadre Mon, Yelidá, Hay un país en el mundo, Rosa de tierra son ejemplos emblemáticos de poemas de largo aliento que constituyen monumentos literarios).

Los jóvenes están escribiendo buena poesía, pero siempre serán unos pocos. Lo que siento que falta es estudio, investigación y lectura apasionada, fervorosa y sistemática de los clásicos antiguos y modernos de la poesía dominicana y universal. No veo esta pasión. No tienen esa base ni esa preocupación. No son hombres de letras ni de pensamiento. No percibo tampoco que tengan vocación intelectual. No leen filosofía ni historia. Algunos leen novelas, pocos leen tratados. Los poetas no leen novelas ni teatro y los narradores no leen poesía ni teatro. Y eso es un error que se paga. Pocos leen ensayos, y este género es la prueba de fuego del intelectual. Para eso se requiere tener lectura, cultura letrada, humanística. Como dijo Cesar Aira, cuando nos visitó a la Feria del Libro, hace poco: “La prueba de fuego del novelista es el ensayo”.

Pienso que los jóvenes poetas deben leer más poesía antes que escribir poesía, y estudiar teoría poética para tener una concepción del fenómeno poético, conocer la historia de la poesía universal de Occidente y Oriente, practicar todas las modalidades poéticas y conocer el instrumento de la lengua, tratar de leer en otras lenguas y hacer ejercicios de traducción. Eso lo recomiendan los expertos en talleres literarios de formación, puesto que ayuda y crea una esencial base imaginativa y simbólica para la creación de mundos poéticos.

Tuvimos a una Salomé Ureña, también a una Aída Cartagena Portalatín e incluso, en la narrativa a una Hilma Contreras, mujeres de una formación humanística reconocida, ¿cree que las jóvenes poetas y las jóvenes narradoras tienen posibilidad de ocupar parte del espacio que legaron esas creadoras?

BB: Claro que sí. Desde la Poesía Sorprendida, que tuvo a Aída Cartagena Portalatín; los Independientes del 40 a Carmen Natalia Martínez; la generación del 60 a Jeannette Miller y la generación de postguerra a Soledad Álvarez, hasta la generación del 80 y del 90, donde hay una eclosión, un boom de mujeres poetas y narradores. Y también tuvimos en la segunda mitad del siglo XIX a Salomé Ureña. En la actualidad hay un puñado de mujeres escribiendo, por lo que la literatura escrita por mujeres goza de buena salud y tiene brillantez, desenfado y lucidez.

¿Podemos competir desde nuestra realidad actual en un mundo editorial cada vez más competitivo y signado por poderosas casas editoriales, que en nuestros mundos literarios locales se rigen por el grupismo y la exclusión?

BB: En todos los países existen las exclusiones y los grupos de elites, en cambio, compiten entre sí y muchos trascienden. La insularidad y los 31 años de dictadura trujillista han sido nuestros lastres. La competencia antillana con Cuba, que tiene el prestigio de haber hecho la primera revolución socialista del Nuevo Mundo, y que sirvió de acicate al Boom de la narrativa hispanoamericana de los 60, amén de que es una isla con más tradición literaria que nosotros, nos ha impedido situarnos en la cartografía del mapamundi de las letras universales. Nuestros nombres más visibles fueron los que se exiliaron o autoexiliaron, y esta condición fatal o afortunadamente les permitió publicar en el extranjero. Pienso en Pedro Henríquez Ureña, Juan Bosch, Manuel del Cabral y Antonio Fernández Spencer. Por eso son los autores nuestros más conocidos en el exterior.

¿Qué escritor dominicano le representa?

BB: Todos. Todos los grandes autores dominicanos me representan porque conformamos una misma tradición letrada, y porque, de algún modo, son mis influencias, la tribu de mi sensibilidad. He bebido de su manantial de símbolos.

¿Hace falta una crítica literaria seria y objetiva o estamos bien a la libre, sin que nadie enfile los cañones hacia la literatura dominicana?

BB: Hace falta una crítica literaria entusiasta, con vocación de estilo, que estimule la lectura y la escritura, y no que castre vocaciones literarias. Una crítica que se insubordine y rebele a las ideologías y metodologías de las distintas corrientes teóricas que han influido y paralizado a nuestros críticos. Nuestra crítica es estéril, carente de imaginación, con algunas excepciones. Es una crítica autoritaria y dogmática, solipsista y narcisista, armada de una base teórica importada de Europa. Asimismo, una crítica carente de imaginación creadora, atada a una tendencia estética. Nuestra crítica, desdichadamente, la han ejercido los críticos de formación académica, desde la Academia hacia afuera, y no desde afuera, como sucede en México, donde la crítica de poder ha circulado desde el periodismo cultural, desde las revistas y los suplementos literarios, y donde la crítica académica ha quedado en los intramuros de la escolástica.

La peor tragedia de la literatura dominicana reside en el hecho de que nuestros académicos fueron a Europa a hacerse críticos literarios y profesores y no escritores, creadores. Además, de que todos regresaron y no “echaron el pleito” en el extranjero, editando sus obras con sellos editoriales de prestigio. Si hubiese sido así “otro gallo cantaría”. No hicieron lo que hicieron García Márquez, Vargas Llosa, Cortázar, Paz, Roa Bastos, Carpentier, Carlos Fuentes, Bryce Echenique, Julio Ramón Ribeyro, Onetti, etc. que aprovecharon el exilio, el autoexilio, o el exilio económico, juraron hacer su obra desde España – concretamente, desde Barcelona, Paris o Madrid.

Pienso que el hecho de que Pedro Henríquez Ureña se fuera muy temprano del país, impidió que ejerciera la influencia que ejerció en México y Argentina, y esto fue una tragedia para el país. Muy distinta es la realidad de México con la influencia de Alfonso Reyes y luego de Octavio Paz. O en Uruguay con Rodríguez Monegal o Ángel Rama, o en Argentina con Emilio Carilla o Martínez Estrada. Esas figuras tutelares o patriarcales nos hicieron falta. La mejor crítica la están haciendo actualmente nuestros académicos con vocación de escritores de la diáspora como Miguel Aníbal Perdomo, Miguel Ángel Fornerín, Eugenio García Cuevas, Néstor Rodríguez, porque están alejados de la afectación que producen las intrigas y la envidia del medio local, y porque tienen la formación intelectual del mundo académico americano.

Otra gran labor la realizan los académicos extranjeros especialistas en literatura dominicana como Danilo Manera, Nina Bruni, Catherine Pelage, Rita de Maeseneer, pues hacen una crítica académica, desapasionada, y algunos con estudios o tesis de grados para universidades de USA o Europa.

¿Han cumplido los intelectuales dominicanos con su rol social frente a la realidad y las coyunturas que nos han marcado la ruta para dirimir conflictos de identidad, soberanía, cultura?

BB: Eso es relativo. Depende de la concepción de la función del intelectual que se tenga o se le quiera atribuir: los intelectuales comprometidos o los no comprometidos. Los intelectuales, ante conflictos sociales y culturales, emiten sus puntos de vista, sus opiniones, pero no tienen poder. Algunos empuñaron las armas, incluso, durante la revolución del 65, en cambio, otros enfrentaron las dictaduras y los regímenes autoritarios, exigiendo libertad democrática y respeto a los derechos civiles y políticos. Todo intelectual vive acorde a sus circunstancias epocales. Los nuestros lo han hecho en ese sentido. Los tiempos han cambiado. No podemos pedirles que actúen o piensen como los del pasado. El gran compromiso del intelectual es con la lengua, su instrumento de trabajo. De este tema se ha hablado hasta el hartazgo.

¿Qué cree que falta en República Dominicana para que el escritor y la escritora real, quien trabaja en un ejercicio sincero, cuente con las herramientas que faciliten su ejercicio, tomando en cuenta un mercado editorial prácticamente complejo cuando no inexistente?

BB: Falta más lectura, como dije antes. Más formación cultural, más intercambios en materia literaria, mayor dominio de la lengua escrita. Por muchas iniciativas del Estado en política cultural es difícil que pueda cambiar la visión que se tiene desde el exterior como país literario. Y esta realidad histórica pesa mucho. Nuestro país no tiene el aval y el prestigio literario que tienen México, Cuba, Perú, Argentina, Venezuela, Colombia, Chile, Uruguay, Brasil, hasta Nicaragua, pues tienen a Rubén Darío. Países con Premios Cervantes o Nobel o autores de fama universal o un país de poetas como Chile, con dos Nobel (Mistral y Neruda), es difícil para nosotros poder competir, como lo hacemos con el béisbol o la música. Por eso nos cuenta tanto romper el aislamiento, el escepticismo que tienen las casas editoriales del extranjero con respecto al país.

Todos sabemos que el sello editorial Alfaguara, después de más de una década en el país, decidió retirarse y llevarse su franquicia, lo cual es penoso y triste. ¡Ni siquiera dejaron sus saldos de libros para rematarlos en un especial! ¡Eso no lo hubieran hecho con Argentina, México, Colombia, España, Brasil o Perú! Los autores nuestros que han podido editar en el extranjero aún son pocos, aunque ha sido un paso sin precedentes, positivo y estimulante para el desarrollo y difusión de nuestras letras. Pero aún falta mucho más. Desde luego que hace veinte años el panorama era más lastimero que ahora.

¿Para Basilio Belliard, constructor de una sólida obra literaria que ha incursionado en distintas temáticas poéticas y ensayísticas, qué se debe hacer para construir un mejor presente nacional?

BB: No creo que haya escrito una sólida obra literaria, como dices. Te agradezco esa valoración. Sí te digo que hace falta la creación de una tradición lectora robusta: “un país de lectores”, como decía el lema del Plan Nacional de Lectura del Ministerio de Cultura, en el Año del Libro y la Lectura de 2007. Cuando hayamos creado esa plataforma podríamos decir que habrá un mejor presente y un horizonte luminoso. Pienso que la base de nuestro destino está en la lectura, y eso es lo que vislumbro mal. Sin lectores de libros no habrá escritores de libros. La lectura es la moral de la escritura, ya lo he dicho en otras ocasiones. Debemos dejar de escribir todos los días a cambio de leer todos los días. Abandonar un poco el afán de escribir solo para concursos. Mejor crear una sociedad de lectores que una masa de escritores incultos. Si leemos un libro a la semana estaremos leyendo 52 al año, y eso no estaría mal.

¿Qué opina de la situación actual de los escritores dominicanos? ¿Quién es escritor, el que escribe o el que publica?

BB: Nuestro país está matizado por una sociedad de escritores no lectores. Muchos de nuestros autores consagrados se cansan de leer y sólo se entregan a la escritura, a la creación de su obra. Los académicos egresados de Europa, en su gran mayoría, son lo que menos leen, con algunas excepciones, desde luego. Asumen la creencia de que lo leyeron todo por el hecho de haber cursado un doctorado. Para escribir hay que leer y para publicar hay que escribir. Escritor es el que escribe, no el que publica. Pero si no pública no eres escritor. El vínculo del escritor con la sociedad es a través de la publicación, que es un fenómeno que pertenece a la sociología de la literatura, al circuito que se produce entre la sociedad y el autor, en la que hay una mediación de la crítica. Si no publicamos nadie nos conocerá. Pero tienes que publicar para ser. Tienes que tener la convicción de que no todo lo que se escribe se debe publicar. No todo el que escribe, escribe realmente. No todo el que publica, realmente escribe. Aquí hace falta la figura del editor, que no tenemos. Es el sujeto que detecta al autor, y cura las obras antes de publicarlas, de erratas, imprecisiones y gazapos. Esa tradición del editor profesional no existe en nuestro país. Ni mucho menos de la figura del traductor profesional. Ambos son oficios. Veo un afán muy grande por escribir y publicar, y poca o escasa vocación por leer. Y eso es trágico. Así no se edifica o construye una tradición literaria referencial y paradigmática. ¡Necesitamos más lectores y mejores escritores y menos publicistas de la escritura!

¿Qué opinas de los autores jóvenes dominicanos?

BB: Los autores jóvenes tienen como tales una experiencia que no tuvimos nosotros ni los autores mayores. Opino que poseen una mayor cultura digital, mayores destrezas tecnológicas, pero una escasa cultura libresca. Leen menos que nosotros cuando éramos más jóvenes. No visitan librerías ni bibliotecas. Sí sé que leen en soportes virtuales, pero no es suficiente. En internet aún no está todo, pues es un instrumento, una palanca, no un fin. Al contrario, es una excusa para no leer. Poseen una pasión por lo audiovisual, y es por eso que los marcará como generación. Pero la literatura no es un arte audiovisual sino verbal, escrito. Opino que su pasión por ser escritores los desborda. Sin embargo, hay muchos jóvenes talentosos, como siempre lo ha habido. Nunca los jóvenes han sido grandes lectores. Se lo oí decir a Carlos Fuentes cuando vino al país en 2012, invitado por la Feria Internacional del Libro: “Los jóvenes nunca han sido grandes lectores. En México cuando yo era joven éramos pocos los que leíamos”, dijo.

¿Se eliminaron las capillas literarias que tanto daño histórico han hecho o siguen en pie?

BB: Siempre ha habido capillas literarias y cenáculos de amigos que se reúnen en peñas y en casas de familia. Siguen en pie aún. Son parte de la tradición intelectual de todos los países del mundo. No creo que hagan daño. Los poetas sorprendidos fueron una elite, una capilla. En torno a Manuel Rueda o Franklin Mieses Burgos hubo capillas o círculos literarios. Los círculos intelectuales –o capillas como dices- no creo que hagan mal al país o al desarrollo de las letras dominicanas.

¿Qué opina de las intervenciones de los intelectuales dominicanos en las redes, se abusa de Facebook, los temas que tratan son frívolos, inducen al debate o deberían alejarse un poco?

BB: Esas participaciones narcisistas y fervorosas en las redes sociales sí que hacen más daño que las capillas literarias. Esas redes virtuales están infectadas de banalidades, roban tiempo al cultivo del intelecto, afectan amistades, son triviales, no estimulan el pensamiento crítico porque no se puede revisar o rectificar lo dicho, pues hay que escribir rápido, sin pensar para poder estar en la red y permanecer en un debate estéril. Esos textos no conducen a un libro o a una obra. Es más bien una chercha ociosa y barata. Ya lo dijo hace poco Umberto Eco: "Las redes sociales le dan voz a los imbéciles”. Han democratizado el conocimiento, pero han banalizado el saber. Y asesinado el poder del conocimiento individual, y también -y es lo más triste-, se violan la propiedad intelectual y los derechos de autor, se cometen delitos a la opinión ajena y personal, en nombre de la libertad de expresión.

Estoy de acuerdo con Eco. Se abusa de Facebook, Instagram, Twitter y demás redes sociales. Esas tecnologías son buenas pero sabiéndolas usar. Son medios, no fines. Representan el fin de la privacidad y alteran la paz interior, tan necesaria para pensar, reflexionar y crear. Te hacen sentirte importante, famoso y universal, en tiempo real, o durante instantes, cuando es una falacia, una realidad virtual. No son pues espacios de reflexión trascendentes, sino que crean adicción que alteran tu estado de ánimo. Te quitan el tiempo que necesitas para leer y escribir. Esas redes sociales son más útiles para los políticos y las personas públicas de la farándula. No así para los intelectuales, que son agentes de estudio, de escritorio, bibliotecas y librerías. Las computadoras se inventaron para escribir, ¡y qué gran avance!, y la internet para investigar y también consultar datos e informaciones. ¡Las redes sociales terminarán matando las pocas vocaciones lectores que aún quedan!

Finalmente, ¿Quién es Basilio Belliard?, que los niños, los adolescentes y los jóvenes puedan entender las razones de la adjudicación del Premio Nacional de Literatura.

BB: Uno no debe escribir para premios, pero si llegan, se reciben con humildad. Aun me falta mucho por escribir, leer y publicar. Sé que obtener el Premio Nacional de Literatura es el ideal y la meta de todo autor dominicano, pues es el máximo galardón de las letras nacionales, sin embargo, no debo escribir para merecerlo, pues el mejor premio lo dan el tiempo y los lectores. Soy un instrumento de los libros, el producto intelectual y creativo de experiencias de lectura y que crearon en mí una vocación de escritor, si es que lo soy. Al menos pretendo serlo o no defraudarlos. Si uno es lo que come, como dijo Feuerbach, también podemos decir que uno es lo que lee. Aunque instrucción no es educación, pero sí es una preparación para vivir y morir. La lectura le ha dado sentido a mi vida práctica, paz a mis ansiedades, sosiego a mi espíritu. Mi lema es borgeano: “Que otros se jacten de las páginas que han escrito, yo de las que he leído”.

Biografía activa

Nació en Moca, República Dominicana en 1966. Poeta, ensayista, editor y crítico literario. Estudió Educación, mención Filosofía y Letras en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, en la que formó parte del Taller Literario César Vallejo, y donde además enseña para las Escuelas de Letras e Historia y Crítica de Artes, de las Facultades de Humanidades y Artes, respectivamente. Hizo estudios de Literatura Hispanoamericana en New Mexico State University y de Docencia Universitaria en la Universidad Católica Santo Domingo, donde fue profesor en la escuela de español. Tiene un Máster Universitario en Filosofía en un Mundo Global por la Universidad del País Vasco y la Universidad Autónoma de Santo Domingo, titulado Filosofía y poesía, una relación histórica de atracción y repulsión.

Actualmente, prepara su tesis doctoral con la misma universidad titulada Tiempo, soledad y pensamiento en la poesía de Octavio Paz. En 2002 obtuvo el Premio Nacional de Poesía con su libro Sueño escrito. Fue Subdirector de la revista Xinequema. Actualmente es Director de Gestión Literaria y director-fundador de la revista País Cultural, del Ministerio de Cultura de República Dominicana, donde además fue Director General del Libro y la Lectura. Ha colaborado para diversas revistas y diarios de circulación nacional e internacional. Textos suyos ha sido traducido al francés, portugués e italiano. Ha participado como invitado en festivales de poesía y congresos internaciones de literatura en Colombia, Venezuela, Perú, Argentina, México, Puerto Rico, Nicaragua, Panamá, Cuba, Costa Rica, Estados Unidos, Italia y España. En 2015 fue profesor invitado por la Universidad de Orleans, Francia, ocasión en que la editorial Paradigme le editó la antología poética bilingüe Sueños insulares (Revés insulaires), traducida por Catherine Pelage y Francoise Morcillo.

Bibliografía activa.-

Poesía:

Diario del autófago. Editora Búho, Santo Domingo, 1997.

Vuelos de la memoria. Consejo Presidencial de Cultura, Col. Fin de Siglo, Santo Domingo, 1999.

Sueño escrito. Editora Mediabyte, Santo Domingo, 2003.

Balada del ermitaño y otros poemas. Ediciones Ángeles de Fierro, San Francisco de Macorís, República Dominicana, 2007.

Los pliegues del bosque. Editora Búho, Santo Domingo, 2008.

Piel del aire. Editora Gente, Santo Domingo, 2011

Prácticas de sueños. Editora Búho, Santo Domingo, 2014.

Sueños insulares (Revés insulaires). Editorial Paradigme, París, Francia, 2015

Narrativa:

Oficio de arena (minificciones fantásticas). Editora Gente, Santo Domingo, 2011.

Ensayos:

Poética de la palabra. Ensayos de teoría literaria. Imprenta Paulino, Santo Domingo, 2005.

El búho y la luna. Entrevistas a José Mármol [Ed.]. Ediciones Librería La Trinitaria, Santo Domingo, 2005

La narrativa de Avelino Stanley [Ed.]. Editora Búho, Santo Domingo, 2006.

Soberanía de la pasión. Editora Búho, Santo Domingo, 2012.

El imperio de la intuición. Banco Central de la República Dominicana, Santo Domingo, 2013.

Antologías:

La espiral sonora. Antología del poema en prosa en Santo Domingo, 1900-2000. Ediciones Librería La Trinitaria, Santo Domingo, 2003.

Puente de palabras. Compilación de poesías costarricenses y dominicanas. [Coeditor], Editora Búho, Santo Domingo, 2006.

Plata Caribe. Poesía dominicana y uruguaya del siglo XXI. [Coeditor], Ministerio de Relaciones Exteriores/Universidad del Trabajo de Uruguay, Montevideo, 2007.

Máscaras de Orfeo. Poesía brasileña y dominicana. [Coeditor], Editora Mediabyte, Santo Domingo, 2009.

Quedar en lo cantado. Selección de poesía contemporánea dominicana y argentina. [Coeditor], Editorial El fin de la noche, Buenos Aires, Argentina, 2009.

Palabras de una isla. Antología de la poesía dominicana y haitiana. (Coeditor), Ediciones de Cultura, Ministerio de Cultura, Santo Domingo, 2012.

Antología. La poesía del siglo XX en República Dominicana. (Coeditor), La Estafeta del Viento. Colección Visor de Poesía, Vol. X, Madrid, 2012.

Bibliografía pasiva

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---------------------. La memoria dilatada: un poeta que detrás de la noche canta su luz. “Biblioteca”, Ultima Hora, Santo Domingo, domingo 15 de marzo de 1998, p. 35.

Plinio Chahín. Los poemas eróticos de Basilio Belliard. “Areíto”, Hoy, Santo Domingo, sábado 28 de junio de 2008, p. 10.

-------------. Basilio Belliard: otro rostro del autófago. “Ventana”, Listín Diario, Santo Domingo, domingo 15 de febrero de 1998, p. 12.

Juan Ventura. Basilio Belliard en las letras nacionales. Hoy, Santo Domingo, miércoles 2 de mayo de 2007, p. 16.

-------------. Basilio Bellliard en las letras nacionales. La Información, Santiago de los Caballeros, viernes 6 de junio de 2008, p. 5.

Oscar Peña. Sueño escrito. “Pasiones”, El Caribe, Santo Domingo, domingo 3 de noviembre de 2002, p. 8.

Adrián Javier. ¿Qué son poetas y para qué escriben? Ventana, Listín Diario, Santo Domingo, domingo 5 de diciembre de 1993, p. 3.

Ligia Minaya. La pasión seductora de Basilio Belliard. Ultima Hora, Santo Domingo, sábado 1 de septiembre de 2001, p. 13.

León David. Una entrevista al escritor Basilio Belliard. “Areíto”, Hoy, Santo Domingo, sábado 10 de diciembre de 2005, p. 4.

Carlos Ardavín. Ensoñaciones de un poeta puro. Sueño escrito de Basilio Belliard. Buena lectura, No. 9, Santo Domingo, mayo de 2004. p. 5.

---------------. Sueño escrito. “Ventana”, Listín Diario, Santo Domingo, sábado 30 de agosto de 2008, p.8

---------------. La fascinación por la memoria y la palabra. “Cultura”, El Siglo, Santo Domingo, sábado 23 de junio de 2001, p. 3-E

Manuel Mora Serrano. La autofagia lírica de Basilio Belliard. El Siglo, Santo Domingo, miércoles 4 de marzo de 1998, p. 14.

Miguel Ángel Muñoz. La poesía es un largo viaje. “Ventana”, Listín Diario, Santo Domingo, domingo 1 de septiembre de 2002, p. 10.

Luis Beiro. Basilio Belliard publica nueva obra literaria. Ventana, Listín Diario, Santo Domingo, sábado 15 de septiembre de 2007, p. 7.

-----------. Poética de la palabra. “Ventana”, Listín Diario, Santo Domingo, domingo 17 de abril de 2005, p. 6.

-----------. El poemario erótico de Basilio Belliard. “Ventana”, Listín Diario, Santo Domingo, sábado 19 de julio de 2008, p. 8.

Ibeth Guzmán. Balada del ermitaño. “Ventana”, Listín Diario, Santo Domingo, domingo 30 de septiembre de 2007, p. 7.

Adolfo Castañón. La brújula de Basilio Belliard. “Ventana”, Listín Diario, Santo Domingo, sábado 20 de noviembre de 1999, p. 19-C.

Odalís G. Pérez. Basilio Belliard: la palabra del caminante y la búsqueda poética. “Tertulia”, La Nación, Santo Domingo, sábado 21 de febrero, 1998, p. 8.

Hayden Carrón. Un autófago llamado Basilio Belliard. “Tertulia”, La Nación, Santo Domingo, sábado 21 de febrero de 1998, p. 11.

Hispanic Culture Review. George Mason University, Vol. IV, Num. 1, Fall 1997, Spring 1998.

José Rafael Lantigua. Miroirs de la Caraibe. Douze poétes de Saint Domingue, Le Temps des Cerises, Germain du Puy, Paris, 2000.

Mónica Volonteri. Poemas de último minuto. Poetas dominicanos contemporáneos. Editora Bangó, Santo Domingo, 2001.

Alforja. Revista de Poesía. No. 33, Verano 2005, Universidad Autónoma Metropolitana, México.

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