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ENFOQUE

Informes de Cancillería afectan transparencia

EL MINISTERIO DEBE MODERNIZARSE Y ORGANIZARSE PARA LLEVAR A CABO LA POLÍTICA EXTERIOR

En la prensa dominicana he visto informaciones sobre el servicio exterior, las cuales, según esos diarios, fueron obtenidas en esa Cancillería. Soy partidario de la transparencia pública y creo que es un mecanismo apropiado para nuestras democracias. Es lo que he practicado como servidor público durante medio siglo. Pero cuando la transparencia se realiza con informaciones distorsionadas e incorrectas no se contribuye a dar claridad sobre el problema, y la transparencia se convierte en un peligroso instrumento de desinformación. Las informaciones a que me refiero poseen esa condición. Le daré varios ejemplos de esto: 1 Dotación no es igual a sueldo. La Cancillería divide la dotación en cuatro renglones: Gastos de Alquiler, Sueldos, Gastos de Representación y Gastos Corrientes. De esos valores, la Cancillería deduce el Impuesto Sobre Renta y el seguro médico local. A su vez los bancos se cobran las comisiones bancarias por las transferencias realizadas. El resultado es el valor neto que reciben las embajadas y que aparece a nombre del embajador. En lo que a esta embajada se refiere, de la dotación asignada se pagan los alquileres y cuotas de mantenimiento de la embajada. También de ella se pagan los sueldos y prestaciones sociales de los empleados, incluyendo el sueldo del embajador. Igualmente se cubren todos los otros gastos tales como electricidad, agua, combustibles, limpieza, comunicaciones, gastos de viajes, compra de muebles, compra y mantenimiento de equipos de oficina, compra y mantenimiento del equipo de informática, la compra y alquiler de los medios de transporte y su mantenimiento, seguros médicos y otros. El desglose de cómo se gasta el valor total de la dotación de esta embajada aparece en el anexo de esta comunicación. Debo precisar que en esta embajada no hay empleados designados y pagados por esa Cancillería. Ni tampoco se nos cubren alquileres ni ningún otro gasto que se tenga. Entiendo que eso no es lo que ocurre en nuestras otras embajadas donde el personal es pagado por esa cancillería y en algunos casos los alquileres así como los medios de transporte y los equipos de informática también. Por tanto nuestra situación no es comparable a las otras embajadas. 2 No es cierto que en esta embajada trabaje la persona que se indica en la información fil- trada a la prensa. Nunca he sido informado de esa designación. Esa persona aquí no ha llegado y desconozco quién es. En esta embajada el único acreditado como diplomático es el suscrito y el escaso personal con que operamos son personas pagadas por mí de la dotación que se recibe. Debido a que la Cancillería tiene normalmente retrasos en el envío de las dotaciones, esto crea problemas a embajadas como esta ya que el embajador tiene que pagar todos los gastos de la misión de sus propios recursos. En ocasiones, como ocurre en estos momentos, en que esa cancillería tiene tres meses sin enviar la dotación correspondiente, eso ha dado lugar a que el suscrito haya tenido que avanzar de sus recursos la suma de 150,000 dólares, los cuales han sido destinados para cubrir los alquileres del local de la embajada que son pagados cada seis meses por adelantado. Igualmente, pagar los sueldos de los empleados y los otros gastos incurridos durante los tres meses transcurridos y en que no se ha recibido de esa cancillería la dotación correspondiente. 3 La forma y la no explicación sobre las informaciones dadas a la prensa, han creado confusión y han desvirtuado los hechos. Lo que hace imposible el análisis comparativo y objetivo de la realidad en cada embajada. Ejemplos: No es lo mismo una misión que paga el alquiler de su sede, a otras que no lo hacen ya sea por ser el local de su propiedad o porque ese valor le es cubierto por esa cancillería. Asimismo, no es lo mismo una misión que paga los sueldos de todo su personal de la dotación recibida que las embajadas cuyos empleados son pagados por esa cancillería. No es lo mismo una embajada donde el Jefe de Misión compra de sus recursos el automóvil en que realiza sus funciones, que otras embajadas donde ese valor es pagado por la Cancillería. No es lo mismo una Misión que cubre de su dotación el alquiler y el mantenimiento de sus otros medios de transporte, que otras embajadas a las cuales la Cancillería les cubre esos gastos de manera separada. No es lo mismo una Misión que compra sus equipos de informática a otras embajadas que se los suministra esa cancillería. No es lo mismo una embajada que no tiene asignación de gastos extraordinarios y otras que sí lo tienen. No es lo mismo una embajada localizada en países con un alto costo de vida, que otras ubicadas en naciones donde es menor. Es decir, que bajo el sistema utilizado por la Cancillería, medir y comparar las embajadas por el valor de la dotación recibida no es posible. 4 Es conveniente indicar que el sistema que utiliza esa cancillería para pagar al servicio exterior dominicano difiere al que se tiene en la mayoría de las embajadas de países occidentales. Igualmente seña- lar que los valores de las dotaciones que se asignan a los diplomáticos dominicanos son inferiores a las de sus colegas. En la mayoría de los países el valor de la dotación no aparece globalizado en un valor único a nombre del embajador. Por ejemplo, los alquileres de la embajada, el pago del personal nativo, así como los gastos de la oficina y otros, se realizan a nombre de la embajada. Mientras que otros renglones como el sueldo, gastos de representacion, alquiler de vivienda, etc. se hacen a nombre del embajador. Esos valores se envían con varios meses de anticipación para ser depositados en las cuentas de las embajadas y los otros valores en la del embajador. Es decir que esos pagos no aparecen en una dotación única a nombre del embajador, aspecto este que desvirtúa la realidad de lo que verdaderamente recibe como pago un embajador. Es importante señalar que los emolumentos que reciben los diplomáticos dominicanos son inferiores a la mayoría de los países occidentales, asiáticos y de algunos países de África. Es así ya que se les cubre otros renglones que no tiene el servicio exterior dominicano. Los diplomáticos de otros países tienen un seguro de vida y médico internacional así como un fondo de pensiones. Además, se les cubre el costo de las escuelas para sus hijos y se les paga el pasaje al país de origen en sus vacaciones. Los valores asignados a sus dotaciones son realizados tomando en cuenta el costo de vida de donde residen y además se indexan a la inflación. Nada de eso lo tienen los diplomáticos dominicanos que además reciben sus salarios con varios meses de retraso. La realidad es que nuestra cancillería debe modernizarse y organizarse para poder llevar a cabo la política exterior del país. Eso unido a la desinformación pública que está ocurriendo y en consecuencia afectando la reputación de los Jefes de Misiones en el exterior empeora la situación. Algunos de ellos son diplomáticos de carrera, otros profesionales e intelectuales reconocidos en el país y los más jóvenes son diplomáticos de mucho potencial. Si en la actualidad algunas de sus embajadas tienen exceso de personal, esa no es su culpa. Esta desinformación le hace daño al gobierno del presidente Medina, a la Cancillería y al servicio exterior dominicano, del cual yo soy parte. Es por eso que siento tristeza y vergüenza cuando veo que una servidora pública como Claudia Hernández tenga que salir a defenderse sola. Esa profesional es respetada y admirada por todos los que hemos tenido la oportunidad de haber tenido su colaboración. De una excelente formación familiar, educada y entrenada en los mejores centros académicos del mundo y veinte años de experiencia diplomática hacen que esta dama sea un orgullo para el servicio exterior dominicano. Quizás si Claudia Hernández hubiese tenido una cancillería institucionalizada, ella fuese hoy la Rebeca Greenspan o la Annabel González que tiene Costa Rica. En mi caso Sr. Ministro no puedo dejar que mi reputación sea afectada. Tengo medio siglo en la actividad pública y he dirigido con éxito a nuestras principales instituciones obteniendo logros que hoy son reconocidos fuera y dentro del país. Construir una reputación me ha tomado medio siglo pero destruirla solo puede tomar momentos y no voy a dejar que eso ocurra. Pero además no tengo colas que me puedan pisar ni tampoco necesidad de un empleo público. No pertenezco a ningún partido político y he servido a todos los gobiernos dominicanos que hemos tenido desde el 1962 y en algunos de ellos he trabajado di cuenta el costo de vida de donde residen y además se indexan a la inflación. Nada de eso lo tienen los diplomáticos dominicanos que además reciben sus salarios con varios meses de retraso. La realidad es que nuestra cancillería debe modernizarse y organizarse para poder llevar a cabo la política exterior del país. Eso unido a la desinformación pública que está ocurriendo y en consecuencia afectando la reputación de los Jefes de Misiones en el exterior empeora la situación. Algunos de ellos son diplomáticos de carrera, otros profesionales e intelectuales reconocidos en el país y los más jóvenes son diplomáticos de mucho potencial. Si en la actualidad algunas de sus embajadas tienen exceso de personal, esa no es su culpa. Esta desinformación le hace daño al gobierno del presidente Medina, a la Cancillería y al servicio exterior dominicano, del cual yo soy parte. Es por eso que siento tristeza y vergüenza cuando veo que una servidora pública como Claudia Hernández tenga que salir a defenderse sola. Esa profesional es respetada y admirada por todos los que hemos tenido la oportunidad de haber tenido su colaboración. De una excelente formación familiar, educada y entrenada en los mejores centros académicos del mundo y veinte años de experiencia diplomática hacen que esta dama sea un orgullo para el servicio exterior dominicano. Quizás si Claudia Hernández hubiese tenido una cancillería institucionalizada, ella fuese hoy la Rebeca Greenspan o la Annabel González que tiene Costa Rica. En mi caso Sr. Ministro no puedo dejar que mi reputación sea afectada. Tengo medio siglo en la actividad pública y he dirigido con éxito a nuestras principales instituciones obteniendo logros que hoy son reconocidos fuera y dentro del país. Construir una reputación me ha tomado medio siglo pero destruirla solo puede tomar momentos y no voy a dejar que eso ocurra. Pero además no tengo colas que me puedan pisar ni tampoco necesidad de un empleo público. No pertenezco a ningún partido político y he servido a todos los gobiernos dominicanos que hemos tenido desde el 1962 y en algunos de ellos he trabajado directamente con nuestros presidentes. En diversas ocasiones he sido llamado por ellos para resolver grandes crisis que han afectado a la nación o servir como su negociador o para lograr objetivos prioritarios de la nación. En lo que se refiere al manejo de embajadas debo indicarle que la de Washington lo hice con seis personas y la actual en Doha, Qatar, soy el único que maneja una embajada sin empleados de esa cancillería y en la cual todos sus gastos salen de la dotación asignada o de mis propios recursos. El servicio público es mi vocación y a través de este sirvo al país. Al final de cuentas soy lo que se conoce como un hombre al servicio del Estado Dominicano. La realidad Sr. Ministro es que es difícil realizar la función diplomática dentro de un ambiente de desinformación y en un momento en que esa cancillería debe ejercer un papel de liderazgo y actuar como eje rector de la política exterior. Sin embargo para poder hacer eso, la Cancillería y el servicio exterior deben ser reestructurados e institucionalizados. Hace ya varios años por instrucciones del canciller Morales Troncoso di inicio a esos trabajos. En ese estudio las embajadas y consulados dominicanos se clasificarían en tres grupos y su categoría sería determinada en función a ciertos criterios. El estudio reveló que tanto en la Cancillería como en el servicio exterior había personal en exceso y de una baja preparación. Igualmente que la Cancillería podría ser manejada por unas 400 personas y el servicio exterior incluyendo el consular por 350, es decir, un total de 750 personas. Ese trabajo fue suspendido entre otras cosas porque los hallazgos demostraban que la reforma sería profunda y que era en la Cancillería donde se deberían iniciar los cambios institucionales. En ese sentido dirigí a usted, Sr. Canciller, el 29 de septiembre del presente una comunicación ofreciéndole mi cooperación y ayuda para contribuir en el trabajo de modernización e institucionalización de esa cancillería y del servicio exterior. Aun no he recibido contesta. Por eso aprovecho la oportunidad para reiterar el ofrecimiento de ayudarle en esa difícil tarea. Muy atentamente, Hugo Guiliani Cury

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