Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

DESDE LA ÚLTIMA BUTACA

“Rebeldes del Dios León”

Tsai Ming-liang (1957) nació en Malasia, pero a los veinte años emigró a Taiwán y allí empezó a hacer cine. Esta pequeña cuenta biográfica se escribe para que el espectador entienda que su obra se centra en la experiencia de Formosa, una isla donde el agua (lluvia, marina o fluvial), es un elemento que enlaza la suerte de sus 23 millones de habitantes. El agua, para los taiwaneses, significa, a la vez, miedo, consuelo y amor; es algo imprescindible para contar el paso del tiempo, y también para vivir dentro de él. Parece decirnos que el agua es incontrolable, igual que la cultura asiática.

Y al usarla como elemento simbólico en sus películas, Ming-liang rinde culto también a su maestro, Andréiv Tarkovski, de quien aprendió que el cine, para gustar, no solo debe entrar por los ojos, sino también por los otros cuatro sentidos.

Estamos hablando de un maestro que esmera en los silencios. Ming-liang no escribe diálogos. Parece que le gusta que los diálogos sean creados por los propios actores en la manera que ellos entiendan la necesidad o no de usarlos en el desarrollo de la trama.

Es un director con una cinematografía peculiar que lleva al espectador por un mundo de imágenes cuidadas al detalle, donde se cultivan las tomas largas para evitar que el espectador se presione a través de la velocidad con que transcurre la acción dentro de los fotogramas.

Todo lo anterior está presente en “Rebeldes del Dios Neón”, una historia no narrada a la manera de Hollywood, sino que nos introduce en la vida de tres personajes de una forma donde la irreverencia se presenta de una forma distinta.

En esta obra, el director no pretende implorar piedad por ellos, sino ser testigos del tiempo que transcurre. Esta es una cinta urbana que no rinde culto al urbanismo.

Le canta al color del emigrante. Ming-liang utiliza a Taiwán como telón de fondo, porque su discurso no es una crítica local, sino una reproducción del mundo de los video-juegos y de las trampas de la informática moderna. Ming-liang no propone moralejas; alerta sobre la frialdad entre la vida real y el mundo del espectáculo.

El director se ha encargado de oscurecer su fotografía, de esmerarse en los encuadres, en el sincretismo gestual de la cámara cuando se mueve de un lado a otro buscando sugerencias, así como en la banda sonora que nos introduce a ese mundo espectacular donde es difícil escapar sin llevar en el alma un pedazo de sus risibles influencias. Esta es una ópera prima que no parece una ópera prima. Reinará por siempre en el legado del cine oriental.

Ficha técnica: Título: Rebeldes del Dios Neón. Dirección y guión: Ming-liang: Año: 1992. País: Taiwán. Duración: 90 minutos. Reparto: Lee Kang-sheng, Chen Chao-jung, Wang Yumen, Jen Chang-pin y Lu Hsaio-lin. Sinopsis: Un joven abandona su aldea natal y emigra a Taipéi. Allí asume la vida en las calles y en las salas de videojuegos. Muy pronto conocerá accidentalmente a un joven delincuente que corteja a una muchacha que trabaja en una sala de patinaje sobre hielo. A partir de este momento la vida de estos tres protagonistas confluye gracias a que el joven campesino acechará a la pareja desde las sombras.

Tags relacionados