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PANTALLA GRANDE

Nolan se va a la guerra con sus mejores armas

"Dunkerque" es un espectáculo visual sofocante impresionante en el que el realizador australiano se luce con un guion en el que vuelve a dar un uso especial al tiempo cinematográfico.

Cada vez que Christopher Nolan ha hecho una película de género se le ha comparado con otras del pasado hechas por otros realizadores. Sucedió con su trilogía del “Dark Knight”, enfrentándolas a las dos de “Batman” de Tim Burton. Con “Interestellar”, comparándolas con otras obras maestras de la ciencia ficción como “2001: Una odisea del espacio”, de Stanley Kubrick.

Y sucede ahora que ha metido manos al cine bélico, con, por ejemplo, “Rescatando al soldado Ryan”, de Steven Spielberg.

Pero más que de guerra, “Dunquerque” (Dunkirk, su título original), lo que se ve en las salas de cine local desde este jueves, es una película de supervivencia.

En una escena un anciano felicita a un joven soldado por haber estado en el frente. El soldado le responde que lo único que hizo fue sobrevivir. A lo que el anciano responde, “eso es suficiente”. Esa es la esencia del filme.

La cinta está basada en la historia real que vivieron casi medio millón de soldados ingleses y franceses acorralados por el ejercito alemán en la ciudad francesa de Dunquerque, durante la Segunda Guerra Mundial.

Una película sofocante (con elementos angustiosos que recuerdan a “Das Boot”, de Wolgang Petersen, 1981) y en la que Nolan echa manos del talento que tiene para manejar el suspenso en escenas de tensión y lograr que el espectador sienta lo que sufren los personajes.

La aturdidora partitura de Hans Zimmer, da el toque a las perturbadoras imágenes en un mundo que se ha venido abajo y en la que los soldados parecen no tener otra escapatoria que la muerte.

Como en las grandes obras del arte, el enemigo no tiene rostro. Un elemento que ya utilizó el visionario artista español Francisco de Goya en su “Fusilamiento del 2 de mayo”, en la que solo las víctimas tienen rostro, mientras que los victimarios se encuentran de espaldas y sin cara.

Este detalle la aleja de los propagandísticos de muchos productos de Hollywood, en los que se busca elevar el patriotismo del espectador mostrando una la parte heroica del soldado norteamericano que es capaz de aplastar a sus homólogos alemanes, japoneses o vietnamitas.

Eso no es lo que interesa a Nolan, grandilocuente como en otras de sus producciones (Interestellar, Inception), muestra con maestría espectaculares escenas de combate, desde distintos ángulos.

Un guion que parte la historia en tres puntos de vista: El muelle, en la playa donde están los soldados; el aire, con la defensa aérea, y el mar, con el grupo de barcos civiles que fue al rescate de los soldados británicos. De igual forma, parte la historia en tres tiempos distintos. Este punto es uno de los elementos más destacables de esta cinta, en la que Nolan juega, como ha hecho en otras ocasiones (“Memento”, “Inception”), con el tiempo cinematográfico.

Un espectáculo visual impresionante con una gran historia en la que ha vuelto a usar a dos de sus actores favoritos: Tom Hardy y Cillian Murphy, a los que se unen Mark Rylance, Kenneth Branagh y Harry Styles.

La película está dedicada a las personas que vivieron ese episodio.

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