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Tribuna abierta

Desde la risa hacia el drama

Obra. Escena del montaje teatral

Obra. Escena del montaje teatral

La pieza “Labio de liebre” evoluciona desde la risa hacia el drama comprometido de una manera genial. La primera impresión que nos llevamos de la pieza (sala principal de Teatro Nacional llena), es que se trata de una comedia ligera. En los primeros minutos hasta un tanto pesada de ritmo luce la trama.

Empero, la historia (que por supuesto no contaré) va subiendo su ritmo, su intensidad y su planteamiento dramático. A pesar de que se trata de un concepto moderno del teatro, en muchos momentos ésta pieza nos muestra cierto sabor agrio, como a coro griego, a tragedia. Creo que la escena con la cabeza es, también, un tributo a Shakespeare. El buen sentido del humor negro, que le va bien a una historia que sin él podría ser algo pesada, nos muestra una característica colombiana: reírse hasta de su propia historia.

“Labio de liebre” nos habla del perdón y el trayecto a seguir para conseguirlo. Nos habla de la reconciliación, sin maniqueísmo. Pero no sólo de la reconciliación entre individuos, sino de los personajes consigo mismos.

Delicadamente dialéctica es la obra. No estamos en un mundo, como diría Albert Camus, químicamente puro. No somos absolutamente culpables y mucho menos absolutamente inocentes. La obra hurga en la historia general, en la particular y entre los laberintos interiores de sus personajes.

Algunos recursos simbólicos, por su sencillez, dotan a la pieza de una encantadora característica: teatro sin artificios y, hasta cierto punto, primitivo.

La misma escenografía (dos paredes en ángulos cinematográfico) es simple y funcional. Jamás compite con las actuaciones. Por el contrario, ayuda a acentuarla. No por ello está exenta de espectacularidad. La iluminación resalta las actuaciones y nos permitió captar la epopeya que subyace dentro de la puesta en escena. Adecuada banda sonora.

Sobre las actuaciones : Creíbles, orgánicas, efectivas y con muy correcto sentido de la verdad. Buena dicción. Creo que los micrófonos estaban muy subido de tono. Eso hacía que las voces en algunos momentos lucieran un tanto metálicas. Algo que distancia a veces a los espectadores.

El público tributa al final un merecido aplauso, puesto de pies, a la realización del Teatro Petra.

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