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CINE

‘La tierra y la sombra’ una de las 10 mejores del año

“La tierra y la sombra” no es una historieta de chicas bonitas y efebos robustos, no es un “thriller”, no es un romance ni una historieta banal: es la vida, es lo que viven millones de personas.

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Armando Almánzar R.Santo Domingo

No, no se trata de un error: “La tierra y la sombra”, guión y dirección del colombiano César Augusto Acevedo, es, ya, en este 9 de enero cuando estas líneas estén leyendo, una de las 10 mejores películas de todo 2016.

Y lo que sucede es que consideramos que sería muy, pero muy difícil que aparecieran durante esos 366 días (año bisiesto éste, por si acaso no lo saben), otras cintas que tuvieran mayor calidad que la presente.

Y, por si acaso, tendría que añadir a estas consideraciones el detalle, importante, de que ese señor, César Augusto Acevedo, es un debutante, o sea, que es esta su primera obra, lo cual añade asombro a nuestras consideraciones.

Cuando conocemos a Alonso, ese hombre maduro que es arropado por la polvareda que levanta un enorme camión cuando avanza caminando por una estrecha carretera sin asfaltar, podemos pensar que este señor, que regresa a su viejo hogar años y años luego de haberlo abandonado, no es más que un aventurero sin rumbo. Pero no, es posible que ni siquiera podamos individualizarle, porque ese Alonso es, como lo son su abandonada esposa, su hijo casado y enfermo, la esposa de este último y el nieto, sin arquetipos, sin figuras representativas de un sistema económico, de una forma de vida que, a pesar de los avances extraordinarios de la técnica que cada vez nos asombran y abruman más y más, subsiste en gran parte de nuestra América y en otros continentes. Alonso viene de trabajar y apenas tiene dinero, es uno más de los tantos que medran para sobrevivir. Su exesposa y la esposa de su hijo, estando este último en cama, tienen que trabajar día tras días cortando caña que, por si acaso no están enterados, no es un trabajito para pasar el rato. Además, aparte de lo escaso de la paga, tienen que esperar hirviendo de impaciencia a que los poderosos propietarios de los campos sembrados que ellos y ellas desbrozan de sol a sol decidan soltar sus magros estipendios.

“La tierra y la sombra” no es una historieta de chicas bonitas y efebos robustos, no es un “thriller”, no es un romance ni una historieta banal: es la vida, es lo que viven millones, pero, además, llevando a las imágenes con un sentido realista impregnado de una sutil poesía y una belleza inenarrable, capta los sentimientos con fuerza estremecedora, funde al ser humano con la naturaleza, nos hace sentir lo que ellos sienten con una certidumbre pasmosa e interpretaciones dignas de cualquier premio.

“La tierra y la sombra” es cine de principio a fin. Hagan por verla.

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