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Días de Cine

“Del color de la noche”

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Armando Almánzar R.Santo Domingo

José Francisco Peña Gómez fue, además de un líder de masas, querido y reverenciado por su pueblo, un hombre honesto y sacrificado, lo cual no es algo que abunda mucho por estas latitudes.

Desde ese punto de vista, merece, no solamente el homenaje de una película, sino cualquier otro que pueda imaginarse. Por esa razón fuimos muy ilusionados a ver “Del color de la noche”, de Agliberto Meléndez.

Pero no salimos con el mismo espíritu. Nos parece que, para comenzar, los diálogos en repetidas oportunidades suenan como dictados, y no es culpa tanto de los intérpretes sino del guionista.

Eso le quita espontaneidad a la obra, la hace sentir un tanto falsa por momentos.

También encontramos lagunas.

Claro que sabemos que no se puede incluir todos los episodios de una vida que, como la de Peña, es larga y arropada de acontecimientos importantes, pero, aún así, se notan demasiado los saltos.

Por ejemplo, al Peña de joven le vemos casado y con dos hijos en un pueblo donde era maestro y locutor. De buenas a primeras, ya está en Santo Domingo y ni asomo jamás de los tres personajes que, caramba, se suponen importantes en la vida de cualquier persona. Peor: le vemos arengando al pueblo por la radio cuando se inician los días de la revuelta de abril, pero luego, ni asomo de ese hecho que, recórcholis, ha sido uno de los más importantes en nuestra historia.

Más adelante, le vemos con Juan Bosch y después, luego del golpe de estado, misteriosamente desaparece el líder.

Pueden parecer detalles, pero esos detalles son, por lo menos para nosotros, muy importantes en una película que nos habla de un personaje que es vital en nuestra historia.

En lo que se refiere a las interpretaciones, no nos parece que las cosas cojeen, aunque tampoco podemos decir que sean de maravilla.

A Geraldino le vemos algo recitativo, tal vez por el hecho de que, como él mismo dice de Peña, era poeta. Mario Lebrón es un breve pero buen Trujillo, y José Jáquez vuelve con su imitación de Balaguer que hizo por años. El Peña joven que hace Dany de la Rosa es un buen esfuerzo.

La musicalización, de Jaime Moreta y Rafael Solano, nada del otro mundo, mejor es la fotografía que hicieron Peyi Guzmán y Robert Thurman, dos buenos profesionales.

En conjunto, la historia cinematográfica peca de demasiado lineal.

A nosotros, por lo menos, no nos despertó emociones ni siquiera en escenas que se suponen duras como la matanza de los haitianos.

O sea, interesante porque se trata de Peña, no por cómo está realizada.

Nos quedamos con “Pasaje de ida”. Sin discusión.

A José Francisco Geraldino se le ve algo recitativo, tal vez por el hecho de que, como él mismo dice de Peña, era poeta.

Una de las escenas de la película Del color de la noche, en donde José Francisco Geraldino interpreta a José Francisco Peña Gómez.

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