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CINE

‘In/Mortal’ No basta con una buena idea

Para no cansarles con los detalles, a partir de los 20 o 25 minutos, todo lo que poca lógica tenía por lo del estiramiento vital parece papa frita comparado con lo que se va desarrollando.

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Armando Almánzar R.Santo Domingo

Todo parece indicar que alguien, tal vez un oficioso vecino, le soltó en medio de una sesión de “hot dogs” en el patio de su casa esa buena idea a un guionista catalán no muy experimentado y sí muy ambicioso: la de que un personaje de gran importancia, y millonario, como es natural, estando en trance de muerte, se entera de que existe un laboratorio que nadie conoce y que, vaya, tiene un sistema infalible para prolongarle la vida.

Y el personaje, como también es natural, comienza dudando de la falibilidad de idea tan rocambolesca. Pero, cuando le empiezan los gorgoritos que indican que el asunto del casi seguro ataúd en su camino, y pensando que unos cuantos (o muchos) millones de dólares no son nada del otro mundo para él, sobre todo después de muerto y enterrado, decide probar y contacta al doctorcito Albright al cual, muy serio, le dice: “Vamos a hacer el asunto, pero, eso sí, el dinero lo entrego después que se vea el resultado del ‘experimento”.

Y lo hacen, y así, entonces comienza “Self/Less”, del director hindú Tarsen Singh, con el guión escrito por los hermanitos Pastor, Alex y David Pastor.

Ahora bien, todo parece indicar que la combinación de la India con Cataluña aunada a intérpretes norteamericanos, ingleses y latinos, es algo explosiva.

Y otro “detallito” que olvidaron los Pastores es que a los productores norteamericanos no les interesa sobremanera la ciencia, y sí la acción.

Por esa tan sencilla razón, cuando pasamos del muy acaudalado y famoso Damián viejuco pero, sobre todo, tosiendo sangre por causa de un cáncer fulminante al elegante, joven, musculoso y, sobre todo, buen mozo otro Damián, entonces ya hubieron de dejar muy atrás los puntillosos detalles científicos para hacer que el nuevo Damian se enrollara con una bonita chica latina, Madeline, heredara una linda niñita que habría de querer más que a su madre y, sobre todo, por ellas se liara a las trompadas, disparos y carreras de carritos chocones como en cualquier bodrio ya olvidado de Chuck Norris o Jean Claude van Danme.

Para no cansarles con los detalles, el asunto es que, a partir de los 20 o 25 minutos, todo lo que poca lógica tenía por lo del estiramiento vital parece papa frita comparado con lo que se va desarrollando más adelante hasta el mismísimo final con arena, mar y cielos azules de nuestro lado latino (para acomodar a la Madeline en español). Si seguimos la pista maravillosa del atildado Doctor Albright lo más probable es que usted, amigo que a lo mejor va a ir a ver la película a pesar de haber leído todo este chorro de despropósitos, lo más probable es que llegue a ponderar la posibilidad de que su vecino de 27 años es, en realidad, un muy veterano político ya desaparecido pero vuelto a la vida juvenil por el maravilloso arte de birlibirloque del científico.

Pues ya lo saben, aunque tendría que agregar que nos apena que un estupendo actor, como es Ben Kingsley acepte esos breves roles desnutridos, aunque no nos apenan ni Ryan Reynolds ni Matthew Goode, ni mucho menos la bonitilla Natalia Martínez. La niñita estuvo bien entrenada, tanto que se le nota que recita clamorosamente unos parlamentos que no son para su edad.

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