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CINE

‘La dama de oro’

Filme. Es una buena película, pero no como para tirarse de cabeza por ella.

Filme. Es una buena película, pero no como para tirarse de cabeza por ella.

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Armando Almánzar R.Santo Domingo

Esta historia parte de la vida real: durante los años aciagos de la Segunda Guerra Mundial, los nazis barrieron de todos los países que quedaron bajo su férula con cientos y cientos de formidables obras de arte, esculturas y pinturas. Se las llevaban, por supuesto, de los museos, pero también de las residencias particulares. La idea era construir en Berlín un gigantesco museo en honor a Hitler.

Pues “La dama de oro”, además de ser el título de este film, es también una valiosísima pintura original de Gustav Klimt que, originalmente, era propiedad de la familia judía Altman, cuyos miembros, casi todos, fueron aniquilados durante la conflagración o en los campos de concentración.

Y el relato cuenta cómo Maria Altman, nieta de los propietarios originales, se moviliza para recuperar esa pintura titulada realmente “Portrait of Adele Bloch-Bauer”, ya en los años 2000, trasladándose a Austria con su abogado, Randy Schoenberg, y ayudada en Viena por Hubertus Czemin, un periodista acucioso y esforzado.

Claro, no se vayan a creer ahora que los austríacos vieron llegar a la María y pedir su cuadro y se lo dieron: tienen que sentarse a ver esta historia que realmente es interesante y está bien llevada por Simon Curtis, el director que, para acentuar la autenticidad de su relato nos lo cuenta en dos tiempos: el presente, con la anciana Maria Altman en su esfuerzo (muy bien interpretada por la siempre excelente Helen Mirren aunque, a decir verdad, no nos creemos que sea una mujer de más de 80 años) por recuperar la tan valiosa pintura, y en los años de la guerra, cuando María era una chiquilla y la vemos con su familia en los duros y crueles momentos del exterminio.

Ryan Reynolds, como el abogado Schoenberg, es una presencia algo inocua, su personaje carece de fuerza dramática; Daniel Bruhl, siempre tan buen actor, como el Hubertus, no alcanza intensidad porque su personaje no la tiene, es pasivo, lo mismo que Katie Holmes como Pam, la esposa de Schoenberg.

Una buena película, pero no como para tirarse de cabeza por ella.

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