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Haití, el chivo

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Grisbel Medina R.Santo Domingo

Haití es el chivo expiatorio utilizado para poblar los titulares cuando se aspira a que miremos para otro lado. El plan no es nuevo. Desde Balaguer se le está sacando beneficios al tema haitiano. En diversos capítulos de la historia política, la frontera es noticia para que el gobierno de turno haga de las suyas en el Congreso, para allanar camino a un alza, para meter gato por liebre.

Esta vez, la migración haitiana es la gran bola mediática para que no pensemos en el caso Odebrecht (con la mayoría de los pocos acusados durmiendo en su cama), y restar fuerzas a la marea verde que anuncia otra gran marcha en el Distrito Nacional el 16 de julio partiendo de la intersección de las avenidas John F. Kennedy con Máximo Gómez hasta el Centro de los Héroes de Maimón, Constanza y Estero Hondo.

El gran problema de RD no es Haití, es la corrupción. Alarmar a la población “porque los haitianos nos están invadiendo”, solo fortalece el odio y hace más ricos a los que deportan masivamente y luego les permiten entrar al pagar el soborno de siempre. Quienes hoy se quejan de que la inmigración haitiana desplaza la mano de obra dominicana, son los mismos políticos y empresarios que emplean haitianos en obras viales y el Metro; los constructores de torres en base al sudor de los haitianos, sin pagar lo justo y los que fomentan la ilegalidad para ahorrarse y robarse el pago en Seguridad Social.

Para ganar popularidad, el gobierno, el empresariado de la construcción, los ultranacionalistas (a quienes los haitianos cocinan y limpian el jardín), y los militares, luego de traficar con la población que la pobreza obliga a migrar, la deporta con odio y en masa. Y eso nunca ocurrirá con venezolanos que suplantan hasta los camareros criollos y en Santo Domingo, pueblan la televisión. No se deje embobar por una campaña de odio con fines políticos. La migración debe regularse, pero con la misma vara para todas las nacionalidades. A propósito de este asomo de barbarie, les recomiendo rescatar el libro “Condición y aportes de la mano de obra de origen haitiano a la economía dominicana”, donde se muestra un empresariado que está ávido de tener un trabajador migrante documentado y legal y a un Estado que experimenta contradicciones entre la mano de obra que necesita el país para la producción y su disposición para regularizarla, como expresaron durante la presentación del estudio de CEFASA en el Edificio Empresarial de Santiago.

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