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Políticos y sotanas

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GRISBEL MEDINA R.Santo Domingo

La cúpula de la iglesia desoye las necesidades de la gente llana, del pueblo que dice servir. Los obispos, amantes de opinar, miran para otro lado frente al crimen de Tony Cabrera, el alcalde de Villa de Los Almácigos, acusado de violar y convivir con una niña de 14 años desde que ella tenía once.

Los políticos del país temen a la vara de las sotanas, también miran para otro lado frente a los cuantiosos beneficios económicos que recibe la Iglesia Católica por el irritante Concordato, firmado por el tirano Rafael L. Trujillo Molina.

Y como los iguales se atraen, los hábitos del alto clero presionan a los políticos para negarles derechos a las mujeres (las que más trabajan en las iglesias) con el argumento de la fe y el cuco de que, Dios castiga si aborto al quedar embarazada por una violación sexual.

De esta manera, el Congreso Nacional, cuyos barriles pagan los impuestos de los contribuyentes de distintas creencias, no se detiene en las observaciones al Código Penal sobre el aborto, particularmente cuando la vida de la madre corre peligro, en caso de incesto, violación o malformaciones congénitas.

La Iglesia, tan dada a la manipulación, aplaude un Congreso por penalizar el aborto al conservar el artículo 37 que consagra “la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte”. Así, desconoce los derechos de las mujeres, especialmente de las que menos acceso tienen a atención sanitaria de calidad. De sobra sabemos que las muchachas con posibilidades monetarias abortan en lugares seguros o viajan para esos fines.

Recientemente un ginecólogo se desahogó en sus redes sociales: “Si una paciente embarazada presenta eclampsia ¿A quién llamo? ¿A un sacerdote o a un diputado?”

Dejar morir a una mujer por no practicarle un aborto es un crimen. Obligar a dar a luz a una mujer embarazada por una violación, es una agresión doble. Exigirle a una adolescente parir un hijo producto de una relación incestuosa, al ser violada, es espantoso. Los políticos lo saben, pero prefieren ser cómplices de las sotanas.

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