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La palabra en Villa Los Almácigos

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Grisbel Medina R.Santo Domingo

La palabra bien usada puede construir y corregir situaciones. A su vez, el verbo, como reza un mensaje de la Asociación Dominicana de Rehabilitación, tiene mucho de aritmética. “Divide cuando se utiliza cono navaja para lesionar; resta cuando se usa con ligereza para censurar; suma cuando se emplea para dialogar, y multiplica cuando se da con generosidad para servir”.

En el municipio Villa Los Almácigos de Santiago Rodríguez, la palabra sirvió para revelar un delito que ocurría con el consentimiento de los parientes de la víctima. La denuncia a través de un micrófono de radio, hizo público un secreto a voces en la citada localidad: la violación disfrazada de “relación sentimental consentida” del alcalde del sitio y una niña de catorce años.

Esta situación nos ofrece una idea del poder de la palabra y la resonancia que da un medio de comunicación. O sea, es tarea para medir el grado de compromiso que implica hablar ante el público.

Sobre el delito en Villa Los Almácigos, avergüenzan muchas cosas. Particularmente aturde que el alcalde (en su defensa) utilice el trillado discurso: “es una persecución para inhabilitarme políticamente”. Además atormenta que el padre de la niña de 14 años (once cuando fue violada) sea cómplice del delito sexual. Y si falta algo para vomitar: hubo gente que protestó, hasta incendiando neumáticos, en disgusto a la prisión preventiva que pesa sobre el alcalde Inocencio Carrera Espinal (Tony).

En el país se conocen muchos casos de agresión sexual disfrazada de “relación sentimental consentida”, específicamente con víctimas muy jóvenes. Esta situación no debe tomarse con tibieza ni verse como parte del paisaje. Este delito debe frenarse con cárcel, con el verdadero peso de la ley y las rejas, sin importar los cargos de violadores y sus cómplices. Ya basta de abuso.

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