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Educación

Un proyecto que busca crecer

La Fundación José Dario Contreras es un espacio que contribuye al desarrollo de la comunidad ensanche Bermúdez.

Fundador. En el Ensanche Bermúdez, al mencionar el nombre de José Dario Contreras, los niños y niñas lo relacionan con la imagen de una buena persona por ser su proveedor en distintas circunstancias.

Fundador. En el Ensanche Bermúdez, al mencionar el nombre de José Dario Contreras, los niños y niñas lo relacionan con la imagen de una buena persona por ser su proveedor en distintas circunstancias.

Siempre que existan buenas intenciones, la energía va a conspirar a su favor. Por eso, en el ensanche Bermúdez la Fundación José Dario Contreras está alzando el vuelo. Cada mañana, Solanlly Contreras, hija del soñador a quien hace honor el nombre de la institución, se esfuerza por llevar a la luz el proyecto que su padre imaginó.

Solanlly vive en Estados Unidos y cuenta que siempre le enviaba artículos de consumos a su padre, y en minutos ya no tenía nada, porque los regalaba en la comunidad. La situación de movilidad reducida de José Dario Contreras, el fundador, no impedía su impulso de ser solidario y sembrar educación en su comunidad, en especial con la niñez y la adolescencia.

Contreras externó a su hija el deseo de crear un espacio para que los infantes pudieran tener educación y alimentación segura. De ahí, nace el proyecto de la Fundación José Dario Contreras, espacio donde reciben atención especializada de 30 a 80 niños y niñas de 2 a 14 años, a los que se les brindan almuerzo y merienda.

Plan de acción El equipo de trabajo lo componen 8 voluntarios y voluntarias, que asisten diario a dar soporte. En el local, rentado, hay una sala de tarea donde se implementan actividades manuales y clases de escrituras. El principal enfoque de la institución es la educación.

El programa se desarrolla con el fin de dar respaldo a los padres y madres de la localidad para que los participantes se desarrollen de forma integral.

Solanlly Contreras inició con el proyecto en noviembre y cuenta con el respaldo de amistades que creen en la labor. Pero asegura que faltan manos solidarias para seguir avanzando. Ella es quien aporta la mayoría de recursos para que la labor se expanda.

Yunior Almonte, un colaborador de la fundación, afirma que el proyecto es una gran iniciativa y tiene fe en su crecimiento. “Este sueño es una tarea colectiva que me ayuda a crecer como persona y a dejar un legado para mi comunidad. Yo asistí a un campamento en el que aprendí muchos juegos y eso es lo que enseño a los niños y niñas de la fundación. Cada día debo renovarme para que se interesen por las clases y encuentren atractivo en lo que hacemos”, afirma el joven de 17 años.

Manos solidarias Yanelys Delmonte, una voluntaria de la fundación explica que, se integró al trabajo porque le interesó la actividad. “Me gusta ayudar a los infantes. En la jornada diaria los instruyo en el manejo de las computadoras y colaboro en la cocina”, refiere.

Jilari Kenicha Taveras, tiene 14 años y es voluntaria. Para ella “la fundación es una oportunidad para que la comunidad crezca y los integrantes se críen con mejores principios”.

Juntos. Todos los que se involucran en la tarea, entienden que es una gran alianza para la comunidad.

A los chicos les encanta participar de las actividades.

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