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Personajes de la región

El contacto cara a cara de lecturas reales y las condiciones sociales de ciudadanos y ciudadanas rurales.

María Isabel Cruz en su labor de fin de semana, cuando visita a sus padres. 2- Teresa Silverio expresando su deseo de que alguien la escuche y la ayude a mejorar su casa.

María Isabel Cruz en su labor de fin de semana, cuando visita a sus padres. 2- Teresa Silverio expresando su deseo de que alguien la escuche y la ayude a mejorar su casa.

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Altagracia Kubinyi | Especial para El NorteSantiago

República Dominicana es un país capaz de producir bienes y servicios suficientes para combatir la pobreza y generar espacios más equitativos. Es un Estado de gente amable y con un alto compromiso social. A pesar de estas características, la realidad es que muchas familias dominicanas viven en condiciones inhumanas; con un techo de madera y zinc deteriorado, o sin techo, falta de agua potable, luz, salud y alimentación.

Tocados por esta realidad, un grupo de jóvenes decidieron ir al Pico Diego de Ocampo y conversar con las familias que pocas veces salen en fotografías sociales.

El destino fue la comunidad La Llanada, un pequeño lugar que pertenece a El Ranchito de Piche, de Los Cocos de Jacagua.

Durante el trayecto se observan viviendas y árboles.

Al subir, la primera vivienda es la de Teresa Silverio, una dama de edad y maltratada por el intenso sol del verano.

Teresa Silverio hace la comida en fogón y dice que algunas veces se pone una paila pasado las 2 de la tarde, cuando ella baja del conuco que está en la falda del Pico Diego de Ocampo. “Mi esposo y yo tomamo’ café y nos vamo’ al conuco”, sostiene con ahínco en sus palabras.

PASO A PASO A unos pasos de Silverio se encuentra José Miguel Ferreira, un joven de 25 años.

Es casado y su hogar también es de madera, en Palmar Arriba, Villa Linda.

José Miguel Ferreira lamenta mucho que el gobierno no genere oportunidades de trabajo para la juventud. Él ha regado curriculum y no ha sido llamado. Hasta el momento hace labores independientes para ofrecerle la comida a su esposa.

En el mismo camino se encuentra Antonio Fermín, un caballero con la condición de vida similar a la de Teresa Silverio. Su vivienda fue afectada por las lluvias y esa realidad le da mucha tristeza. Anhela vivir en un lugar donde pueda tener acceso al agua.

En común La realidad de las familias visitadas es el reflejo de un problema social del país.

FALTA DE VIVIENDAS La ausencia de viviendas dignas es una tarea por resolver.

SIN ACCESO Otro gran reto es crear las condiciones para que la mayoría de personas puedan disfrutar de los servicios básicos.

Vivencias de la familia en la montaña Minerva Pichardo Luna tiene la piel oscura y la voz un poco agotada. Es madre de siete hijos- cinco varones y dos hembras- desde que nació vive en las montañas del Pico Diego de Ocampo, un lugar bañado de gracia y sensibilidad ambiental, pero lejos de los centros educativos, hospitales, “aislado de la civilización”, como dice.

Hace medio siglo que la dama vive allí. Cuenta que en aquel entonces ‘La Llanada’ era la única opción que tenían para vivir y que, aunque la falta de calle sigue siendo un problema, vivir en otro lugar sería muy difícil para ella y su esposo.

A la familia Pichardo Cruz no les falta la comida, gracias a los cultivos que siembran. El mayor problema de la zona es la carretera.

Cuando alguien se enferma, el traslado al hospital se hace a caballo, una persona guía al animal y otra atiende al enfermo.

A José Joaquín Cruz, esposo de Minerva Pichardo, le gusta la agricultura. Define este oficio como parte de su todo.

José Antonio Cruz tiene más de treinta años trabajando en la falda del Pico Diego de Ocampo.

Desde allí ha desarrollado una relación única con la naturaleza.

Tiene 5 hijos y a través de este trabajo le ha podido pagar la educación y las necesidades básicas.

Cruz cultiva aguacate, tabaco, naranja agria, plátano y ahora experimenta la siembra de cacao.

“Estamos perdiendo fuerza de trabajar y eso implica ‘bucai’ otro fruto a ‘laiga’ vida. El cacao es un fruto de ocho meses”, explica.

El conuco de Antonio Cruz se encuentra en Las Aromas y desde allí el agricultor pide el apoyo del gobierno dominicano.

Esfuerzo y amor María Isabel Cruz Pichardo es hija de Minerva. Al conversar un poco sobre su niñez y dedicación en los estudios dijo que su sueño era estudiar medicina, pero debido a las condiciones económicas y a las circunstancias, no le fue posible. Tuvo que optar por la carrera de Bioanálisis.

La distancia y las dificultades ocasionadas por la falta de acceso vehicular y de dinero no limitaron su deseo de ser profesional.

Hoy, María Cruz es una bioanalista ejemplar, una joven que pertenece al cuerpo de trabajo del Hospital Metropolitano de Santiago (HOMS).

“Todo lo que uno piensa lo puede lograr. Muestra de ello es que soy bioanalista y lo próximo es una maestría. Cuando estudiaba en la escuela era difícil, cuando llovía el problema era grande para llegar a casa, desde siempre nos transportamos a caballo.

Ahora suben algunos vehículos, escasos pero suben”, dice María Cruz.

Ha soñado con sacar a sus padres del lugar que ha sido su hogar por décadas, ya no insiste, porque a sus padres no les agrada la idea. En ese caso, lo que María Cruz hace es dedicarle los fines de semana.

El camino. Una queja de todos los entrevistados. 2- Una luz. Las familias de la zona disfrutan de la vista del campo.

Minerva Pichardo y sus familiares, un domingo por la tarde. La magia de la unión se refleja en cada palabra de su hija María Pichardo.

El conuco de Antonio Cruz se encuentra en Las Aromas y desde allí el agricultor
pide el apoyo del gobierno dominicano.

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