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SONAJERO

Invisible

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Grisbel Medina R.Santo Domingo

El sol castiga la espalda de los albañiles. Construir un inmueble es un trabajo arduo que desafía todas las fuerzas del cuerpo. Al final es visible la obra, el fruto del tiempo mezclando cemento, echando “plato” y pegando bloques.

Hay otra labor inmensa, fuerte, abrumadora, que nunca termina. Es el trabajo doméstico.

Yo le llamo la función invisible, pues todos nos beneficiamos de la limpieza y el orden en el hogar pero a nadie le dan un Premio Nobel por fregar bien, lavar un baño o sacarle filo a la ropa.

Las personas dedicadas a este oficio son las primeras en levantarse y las últimas en regresar a la almohada. Cuando el trabajo doméstico comienza en la niñez, con la “muchachita para ayudarme en la casa”, inicia un círculo de pobreza que cuesta superar.

Una amiga muy querida tuvo que limpiar mucho una casa hasta hacerse contadora y relatar hoy con nostalgia la lucha que cogió para graduarse.

En casa todos disfrutamos de una cocina higiénica y un baño con todas las de la ley. Lucir una camisa planchadita y ver la ropa dobladita es cómodo. Pocas veces nos detenemos a analizar que detrás de estos privilegios sencillos hay un montón de tareas y detalles que le cansan el lomo a cualquiera. Y nadie los ve.

A esto súmele la subestimación al trabajo doméstico. “La muchacha que limpia” come de último y en la parte de atrás de la casa. Y con suerte le regalan aquello que nadie usa y las piezas que nadie quiere. Anita, una amiga que se gana la vida como doméstica, agotó un período en una residencia donde la conminaron a comer en el patio y jamás el menú que degustaban “los señores”. Además, los calificativos utilizados para dirigirse al personal del servicio son hirientes. Para mucha gente son sirvientas sin derechos o simplemente “La chopa”.

En Brasil, la destituida presidenta Dilma Rousseff, aumentó el salario y con ello dignificó la vida de las jefas de hogar, como allá se les llama a las trabajadoras domésticas. Aquí, cultural y económicamente le debemos mucho a ellas, las incansables, las invisibles, las mujeres que lo hacen todo y rara vez son premiadas con la melodía de la gratitud y el reconocimiento.

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