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Una institución con rostro humano

Ana Isabel Rodríguez es la artista del asilo. Tiene 103 años de edad, su alegría es contagiosa. Juan Pérez, de 115 años, es el mayor de los integrantes del hospicio.

Ana Isabel Rodríguez es la artista del asilo. Tiene 103 años de edad, su alegría es contagiosa. Juan Pérez, de 115 años, es el mayor de los integrantes del hospicio.

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Altagracia KubinyiPalmar Abajo, Villa González.

Las personas, al trazar la línea de la niñez, la juventud y la adultez llegan a ser mayores. En esta etapa se nota el color de los años impregnados en su piel, el cansancio de sus miradas y el destello de esperanza en sus palabes.

Debido a la fragilidad y vulnerabilidad, los altos índices de desigualdad, el maltrato y abandono hacia las personas de la tercera edad sigue siendo un reto en Latinoamérica y el mundo; con frecuencia, esta población es discriminada y sus derechos lesionados.

Esta situación de asimetría social motivó al padre Emilio Acevedo Vargas, quien luego de vivir varios años fuera del país, regresó con el corazón revestido de anhelo y fundó el asilo Casa Hogar Doña Liliana, un espacio dedicado a la protección de las personas de la tercera edad.

Acevedo Vargas, director y fundador de la institución benéfica, siente preocupación por el descuido y el maltrato que reciben las personas luego de pasar los 65 años de edad. “No es posible mirar a ningún ser humano como objeto desechable por su edad o condición de salud. Esto es inhumano, pero tristemente sucede”, precisa con tono de indignación.

Casa de los años En un clima que encanta, se localiza la Ciudad de la Divina Misericordia, un lugar de proyectos y encuentros espirituales. Allí nació la casa que alberga a veinte personas de edad avanzada, de las cuales 12 son hombres y 8 mujeres.

El refugio Casa Hogar Doña Liliana es un centro dedicado al cuidado de las personas mayores que sufren el maltrato de la sociedad y sus familiares. En el asilo se le brinda todos los cuidados de alimentación, higiene, salud y amor.

Cada mirada contactada es el reflejo de épocas y años vividos. La sonrisa, la mirada, los tonos de piel, la inocencia y la alegría contagian a quienes visitan la casa hogar.

Más de un siglo de vida Juan Pérez es el mayor en el hospicio y guarda en su memoria las fotografías de su adolescencia y un poco de historia quisqueyana. A sus 115 años relata, con su voz un poco quebrantada, que era carpintero y albañil y cuando realizaba un trabajo de cien pesos, podía comprar un saco de comida: arroz, habichuela, carne y azúcar; ahora no se puede, asegura.

Recuerda que su jornada laboral era de cuatro de la mañana a siete de la noche. Al hablar de la época, mencionó las necesidades y penurias que pasaban las personas. Se detuvo en el año 1931; tiempo en el que contrajo matrimonio y Trujillo ya era presidente.

“Trujillo mandaba a matar a la gente. Eso le duró hasta que se enamoró de las hermanas Mirabal, desde ese día le ‘cayó gas’; luego de la trágica persecución que acabó con la vida de esas mujeres. También mandó a quemar la iglesia de Guanábano. ¡Eso no estuvo bien! Duró seis meses corriendo en el carro de su mamá, pero finalmente lo mataron”, agregó el caballero.

Sus anécdotas alegran la vida de todos los visitantes. Al finalizar, Pérez deja como mensaje que el trabajo es necesario para todas las personas. Insiste en que hay que trabajar, pues hoy cualquier comida cuesta dinero.

Una artista en el centro Otro momento singular se vive con Ana Isabel Rodríguez, una hermosa trigueña de 103 años, que tiene la energía de una adolescente. Su mayor pasión fue el canto y lo demuestra en cada ocasión que puede. “Allá, en el Rancho Grande, allá donde vivía, había una rancherita que me decía, ¿qué te decía manito?, te voy a hacer los calzones, como los usa el ranchero, ¿cómo?, que lo comenzó de lana y lo terminó de cuero (Ö)”, Isabel Rodríguez al cantar esta canción se disfruta cada letra con ritmo alegre.

Retos El asilo es el resultado de la solidaridad y caridad de algunos munícipes que colaboran de acuerdo a sus posibilidades. Emilio Acevedo expresa su gratitud a todos los que han sido parte de la experiencia y hace un llamado a la juventud y las familias para que devuelvan un poco de lo que han recibido; amor, cuidado, cariño y protección.

“Entre los desafíos de la institución está el nombramiento de un médico geriatra y de cuatro enfermeras para acoger todas las solicitudes de las personas mayores. Hasta el momento hay noventa requerimientos, pero por la ausencia de un personal no se puede tener más que los veinte internos que hay de diferentes lugares del país”, precisa el director.

Es toda una gama de historia guardada la que se encuentra en los pasillos del centro.

Director del centro y algunos munícipes que se integran diariamente al trabajo
y al cuidado de las personas de edad.

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