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Grisbel Medina R.Santo Domingo

En Cancún conocí a la periodista Lydia Cacho, autora de la investigación “Los demonios del Edén. El poder detrás de la pornografía”. El libro narra el poderío económico y político de los hombres que raptaban niñas de hasta 5 años para obligarlas a tener sexo y ser fotografidas. Luego, circulaban a cambio de mucho dinero el material pornográfico a costa de la vida de cientos de niñas en esa franja turística de México.

Al enfrentar al libanés Jean Succar Kuri y sus padrinos políticos, Lydia fue arrestada y acusada de difamación, luego absuelta por el Tribunal Superior de Justicia de Puebla.

La valentía de Lydia florece en la misión del norteamericano Jaco Booyens, autor del filme “8 Días” sobre el tráfico sexual, que afecta en un 97% aniñas. Consciente de que su discurso crea ronchas entre gente de mucho poder económico, desnuda en su filme el tráfico sexual amparado en los millones de hombres en el mundo que pagan por tener sexo (o violar) a igual cantidad de niñas y mujeres.

Invitado por CZFS a proyectar “8 Días” en la agenda del Festival de Cine Independiente, a Jaco no le tiembla el pulso para dejar claro que ante nuestras narices ocurre una condena sexual infantil que al extenderse no repara en sectores marginados ni residencias de lujo. Claro, en un ambiente de extrema pobreza le va mejor a los traficantes de niños y niñas para sacar provecho sexual, explotar en la mendicidad y el trabajo forzoso.

El delito ocurre tras la puerta de cualquier vecindad y lo cubre tanto la impunidad como las garras de los tratantes. A decir de Milagros de Féliz de Acción Callejera, los comerciantes de la trata “compran las víctimas para que renuncien a las denuncias, amenazan a las víctimas si insisten en mantenerlas, compran a los familiares por su condición de pobreza además saben que el Estado no protege a las víctimas en la garantía de su integridad, terreno fértil para ganar la partida”.

Jaco Booyens manifestó que cada persona tiene el poder de hacer el cambio, especialmente aquellas que ostentan poder, mueven gente y motorizan procesos; sea del Estado, la política y el empresariado. Las mafias que trafican con la vida y dignidad de niñas y niños no la dirigen adolescentes, son adultos mayoría hombres. Accionemos, cerquemos juntos a los demonios de la trata.

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