La hora del retorno a la Patria
Maletas cargadas de sueños y susurros de gente que espera impaciente la tan anhelada llegada de los residentes en el extranjero. Los nativos dominicanos toman sus vacaciones y retornan a su país para unirse en familia por las fiestas venideras.
Eran las 1:20 de la tarde cuando el ruido de las ruedas de las maletas hacía eco de que alguien se iba y otro llegaba.
Y es que el mes de diciembre no le despinta a quienes viajan un escape para celebrar en familia, como es típico en cada año.
Emociones reflejadas A los 10 minutos de llegar al aeropuerto, se escuchó la voz que anunciaba el aterrizaje del vuelo. Cada persona presente prestó atención y se ubicó de manera estratégica para poder observar la entrada triunfal de sus invitados e invitadas.
Caras dibujadas de ansias, manos en la boca y otras apretadas, gente agrupada y algunas solitarias; de cualquier modo, los presentes esperaban a los familiares, amistades o pareja La hora de la verdad Ya eran las 2, y empezó el corre corre. Maletas extras en los carritos que salían, gente que sudaba por el calor que hacía, otros que sonreían. Pero, no se quedaba ahí, la efusividad y los aplausos no faltaban en los grupos que esperaban.
Al momento de la verdad; las lágrimas de emoción, los abrazos extendidos que no sustituyen las redes sociales, las caricias sutiles y las miradas profundas reinaban. Y un detalle vital, el que venía decía: “hora de comer arroz, habichuela y carne; la bandera dominicana”.
PERSONAJES EN EL PASILLO Mujer de tez oscura, de pelo riso y con sonrisa impregnada, llevaba en sus manos las rosas que entregaría a quien ella esperaba, porque un jardín de emociones fue lo que destelló en su rostro al momento de la llegada. A sabiendas de que la cultura de la ciudadanía dominicana es pintoresca y creativa a la hora de buscarse el “moro”, el vendedor de billetes de lotería no faltó en la sopa de los que recibían a quienes se encontraban fuera de su tierra.
El chofer de taxi con camisa de tono verde esperaba con cartel en mano la posible clientela del avión que tomaba tierra.