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SONAJERO

Muerte como espectáculo

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Grisbel Medina R.Santo Domingo

Baleada cerca de su casa, la joven Vanessa Ramírez Fañas, el nidal de su casa, fue filmada sin cesar por el lente reportero. Del hecho ocurrido en el 2006 recuerdo la mano de una persona levantando la tela que ocultaba parte de su cuerpo para tener una “toma” más amplia. Por culpa de esa mano le vimos el pecho a una muchacha jovencita asesinada para arrebatarle un teléfono móvil.

Otra flor, Nicol Valdéz, asesinada recientemente en Pekín, agonizó ante la cámara de un reportero. Una mano sostuvo el lente que la proyectó ensangrentada, en el último suspiro de la vida que la bala le arrebató, también cerca de su casa.

Otra mano, pero con los guantes del médico legista, sostuvo y fotografió la carta que se atribuye a Fernando Bermúdez, quien se suicidó de un tiro en su propiedad el domingo pasado. De la mano que debe partir el respeto hacia la víctima, hacia el cadáver y la familia de la persona fallecida, comenzó a galopar el espectáculo de la muerte y el morbo por saber a quién le dejaba los bienes y por qué no quería que lo velaran para que nadie lo viera así “muerto como un perro”. La escena deja claro que la “autoridad” auspicia el irrespeto y menosprecia al mismo tiempo la vida al permitir y ventilar este tipo de imagen.

El espectáculo de la muerte es razón de lucro especialmente en los medios electrónicos. Los noticiarios reportan más crónica roja que cualquier tema. Es la muerte el contenido privilegiado y son las tragedias de la gente pobre las más transmitidas, sin observar mínimo respeto por las víctimas. Curiosamente nadie marcha como tropa feroz a filmar el dolor en la funeraria Blandino. Son los velatorios humildes los preferidos para encuadrar el muerto. Son las morgues de los hospitales las elegidas para filmar cuerpos inertes, o sea, la muerte en el espejo de la piel golpeada.

Las manos de la autoridad y las manos reporteras pueden hacer la diferencia. Un breve ejercicio de empatía, de ponernos en los pies del otro, de la gente, de la familia, puede revertir esta odiosa fiesta mediática que tiene a la muerte como protagonista. Que las manos informen sin revictimizar a las víctimas, porque como dijo Benito Juárez, el respeto al derecho ajeno vitamina la paz.

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