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Mujeres al volante, una lucha constante

La mujer del Cibao es artesana de historia por excelencia, sus logros alcanzados la hacen merecedora de reconocimiento social. El calor y las políticas asimétricas no limitan su avance.

Estudio. Según datos estadísticos del Grupo del Banco Mundial en su informe “Mujer, Empresa y el Derecho 2016”, 16 economías, de 173 estudiadas, prohíben a las mujeres realizar los mismos trabajos que los hombres. Independientemente de esa realidad, Blasina Aybar, de la ruta Ensueño; y Griselda Reyes, de la ruta P, disfrutan su quehacer, y cada día se empoderan de lo que la calle les enseña.

Estudio. Según datos estadísticos del Grupo del Banco Mundial en su informe “Mujer, Empresa y el Derecho 2016”, 16 economías, de 173 estudiadas, prohíben a las mujeres realizar los mismos trabajos que los hombres. Independientemente de esa realidad, Blasina Aybar, de la ruta Ensueño; y Griselda Reyes, de la ruta P, disfrutan su quehacer, y cada día se empoderan de lo que la calle les enseña.

El desempleo, la exclusión y el peligro no son obstáculos para que algunas mujeres se levanten a diario, a primera hora, y hagan del transporte público su oficio de subsistencia.

A pesar de que el transporte en la ciudad es desorganizado, producto de la falta de educación vial, un grupo de madres encuentran en el sector choferil una opción de ingreso, porque entienden que los trabajos no conocen de género, de color, ni de edad.

En el caso de Olga Paulino, quien desde 1996 pertenece a la ruta de transporte público NC, ser chofer de concho implica valentía, decisión y tolerancia.

Sus primeros años en esta labor simbolizaron una prueba de fuego; sus compañeros de trabajo no la aceptaban, y los pasajeros rechazaban montarse con ella. No obstante, en la actualidad Paulino es un ejemplo en el sindicato, y muchas perso- nas esperan por ella para regresar a sus hogares.

Las barreras presentes en el transporte público de la región son un impulso para Juana Francisca Rodríguez.

JUANA FRANCISCA EN EL DESEMPEÑO Contrario a la experiencia de Olga; Juana comenta que al principio los pasajeros le admiraban y querían montarse en su unidad, aunque no se puede negar el miedo de algunos al recibir el servicio. Rodríguez lo hace porque le gusta.

Es enfermera, pero su pasión es conducir la OMSA, con este trabajo le costeó la carrera de Ingeniera Industrial a su hija y le paga los estudios a su hijo, el cual actualmente sigue sus pasos y es conductor de vehículos pesados.

Riesgos de rutas Cada día es una nueva aventura para ella y se exponen a ser víctimas de la inseguridad nacional.

VIOLENCIA Otro de los casos que se presentan es el acoso sexual y la agresión verbal.

SEGURIDAD En la lista están incluidos los atropellos y la exclusión.

Además de que son atracadas con más facilidad.

Una muestra de valentía El sociólogo, Víctor Burgos, explica que: “culturalmente los dominicanos perciben la acción de conducir transporte público como algo inherente al género masculino”. Lo que indica el por qué del rechazo a recibir el servicio de las conductoras. Sin embargo, considera que afortunadamente hay una población de mujeres que están rompiendo ese esquema, aunque el nivel de exposición al peligro es alto.

Yubelkis Núñez vive en esta ciudad, y también es una mujer al volante. Dice que independientemente de los riesgos que hay en ese trabajo, conducir transporte público representa una gran oportunidad para que las mujeres demuestren sus habilidades y fortalezas al manejar. Además de que es una forma digna de conseguir dinero para ayudar a saciar las necesidades primarias del hogar junto al esposo.

Núñez exhorta a las autoridades a reforzar la educación tanto de los pasajeros como de los conductores, para que la disciplina esté presente y los riesgos se puedan reducir poco a poco.

Conductoras y pasajeros Esa relación que hay entre los que brindan y reciben un servicio, cruza todas las fronteras de empleos. Está presente en los bancos, en los hospitales, en los restaurantes; y por qué no en el transporte.

Es una comunicación, que depende de los prejuicios culturales y del nivel de educación de los usuarios. Por eso, conducir un transporte en cualquiera de estas condiciones representa un gran desafío. Una mujer al volante está pendiente del cambio de luz, del cobro, del tablero y de los retrovisores. Además de la atención a las personas a bordo.

Los pasajeros muchas veces observan a la mujer como un ser indefenso, y por esa razón quieren ser exonerados del pago, en ese escenario, el lenguaje soez y agresivo está presente. Motivo por el cual las mujeres que conducen vehículos pesados y livianos entienden que la disciplina es necesaria al momento de tomar el guía.

En lo social y económico La incidencia de la mujer en este tipo de trabajo provee acciones que generan cambios en la sociedad, las cuales están encaminadas a mejorar sus condiciones ante el género masculino.

“En las mujeres los accidentes de tránsitos son mínimos, por lo que, esto representa un ahorro económico para la sociedad”, precisó el especialista, Burgos.

La obtención monetaria generada por su labor le permite mayor integración en el crédito de la ciudad. Así mismo, ayuda a reducir los mitos y prejuicios culturales, de que las damas “son poco solventes”.

Voces masculinas Rolando Jiminián, encargado de operaciones de la OMSA, entiende que las mujeres tienen un desenvolvimiento igual al de los hombres. También pasajeros y compañeros de trabajo de estas conductoras dicen sentirse orgullosos por la labor que ellas brindan, y por desafiar los esquemas sociales que han permanecido durante mucho tiempo.

La organización, el cumplimiento de la norma y de las reglas al conducir son la carta de presentación de las mujeres.

Yubelkis Núñez, en la unidad 37 de la OMSA.

Juana Francisca siente pasión por el volante.

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