No automedicarse

En República Dominicana sobran los abogados y médicos sin títulos. Por eso lo discutimos todo, creemos tener la razón y en términos sanitarios nos automedicamos muy “conscientes” de que el veredicto propio es la cura del mal padecido.

La automedicación no es buena consejera. Es cierto que acudir al médico -y más en estos días- es una desdichada procesión por centros públicos y privados rebosados de gente de distinta edad y graves decaimientos. Aun así es muy importante la mirada especializada sobre las cuestiones de salud. Claro, existe el agravante de que la medicina como ciencia humanitaria hace tiempo fue alcanzada por los tentáculos del marketing y la ambición monetaria que ve en cada paciente cifras muy largas.

Hoy el dengue y su secuela de muertos son el susto colectivo. Una fiebrecita es el cuco de padres, madres, tutores. Las emergencias no dan abasto ante la demanda de atención del público. Nuestro país luce enfermo y atemorizado. El dengue es la razón principal.

Tengamos en cuenta que los síntomas del dengue clásico son fiebre alta, dolor detrás de los ojos, falta de apetito, manchas rojas en la piel, dolores de cabeza, náuseas, vómitos y dolor en las articulaciones. Y la sintomatología del dengue hemorrágico es dificultad para respirar, dolor de cabeza, hemorragia nasal, vómitos intensos, sangrado de encías y fuertes dolores abdominales.

Tomar mucha agua, no medicarse y acudir al médico son sugerencias que pueden hacer la diferencia entre la vida y la muerte. Cerquemos estos virus con las armas de la prevención que está muy unida a la limpieza, lavarse las manos y eliminar posibles criaderos de mosquitos. Que el dengue no nos gane la batalla y mucho menos la falta de información.