Cacao de Macorís a la vista del mundo

En la parte oriental del Valle del Cibao, justo frente a la Loma Quita Espuela, la reserva de bosque húmedo más grande que se conserva en la isla La Española, se ubica la provincia Duarte.

Sobre grandes extensiones de terrenos ideales para la agricultura, se fundó San Francisco de Macorís, su municipio cabecera.

Macorís o “La Ciudad del Jaya” como también se le conoce al lugar, es una de las urbes dominicanas más activas tanto a nivel social como económico.

De hecho, el nombre de la provincia ha traspasado fronteras debido a que allí se produce de manera orgánica su más famoso fruto, el cacao. De ahí que San Francisco de Macorís sea considerada la capital dominicana del cacao orgánico.

En la región nordeste hay miles de tareas dedicadas al cultivo del cacao orgánico; fincas de grandes, medianos y pequeños productores son ejemplos a seguir, puesto que logran un equilibrio entre la forma de cultivar el cacao y la protección medioambiental.

El Sendero del Cacao En un bosque tupido, mayormente de plantas de cacao, se erige Hacienda La Esmeralda García Jiménez. Allí, donde se confunde el verde de los árboles con lo tradicional del campo dominicano, se promueve, desde hace siete años, el Sendero del Cacao.

En Hacienda La Esmeralda, ubicada en la sección Los Ancones, San Francisco de Macorís, se muestra al visitante el proceso de producción del cacao en diferentes etapas: siembra, cosecha, corte, fermentación, secado y elaboración de productos que, posteriormente, ofertan.

EN SAN FRANCISCO FUE: Para que la persona tenga una experiencia directa con un rubro que ha colocado el nombre de esta media isla a la vista del mundo.

El recorrido abarca la forma de cultivarlo, darle mantenimiento a las plantaciones, y dos paradas que contrastan la forma de procesar el cacao; la primera: una demostración de cómo en tiempos atrás los campesinos elaboraban productos con el cacao de manera artesanal; la segunda: una visita por la Factoría de Chocolate La Esmeralda, donde utilizan maquinarias y tecnologías para procesar el producto.

En la Esmeralda, como parte del recorrido, se puede almorzar comida típica dominicana, a la vez, se contempla la naturaleza cacaotera y se escucha música tradicional. El recorrido dura de una a dos horas.

“La tercera parte del cacao que exporta República Dominicana se produce en la finca La Esmeralda”, sostuvo Miguel Hernández,encargado de operaciones y logística.

Capital del cacao para el mundo Por ser una zona con un alto nivel de pluviometría y un adecuado pH en la tierra, San Francisco de Macorís es considerada la capital dominicana del cacao orgánico. De hecho, en la provincia Duarte se produce el 63.5 por ciento de la producción nacional exportable (40 a 60 mil toneladas). De enero a junio se cosecha el 80 por ciento de la producción; mientras que de octubre a diciembre el 20 restante.

República Dominicana, por su ubicación geográfica, es un territorio con suelos óptimos para la producción de cacao; Miguel Hernández dijo que el país cosecha de 72 a 75 mil toneladas métricas anualmente. En consecuencia, esto ubica al país “en el puesto 7 entre las 10 potencias mundiales productoras del rubro, en el número 3 a nivel de Latinoamérica; y el primer lugar, avalado por certificadoras internacionales, como el mayor productor de cacao orgánico en el mundo”, añadió Hernández.

Producción orgánica El cacao que se cosecha en Hacienda La Esmeralda es totalmente orgánico. “Nosotros tenemos certificación de denominación de origen con una empresa de chocolate francesa (Michel Cluize), es decir, que ellos elaboran sus productos únicamente con el cacao orgánico que se produce en una de nuestras fincas”, manifestó Miguel. Esta declaración confirma la calidad del cacao dominicano y por qué tanto la provincia Duarte como el país son potencias mundiales en la producción del fruto que es el ingrediente principal del chocolate.

Valga aclarar, cuando el cacao es orgánico no se utilizan fertilizantes ni pesticidas para adelantar el producto y controlar las plagas en las plantaciones. Por ejemplo, en La Esmeralda se afianzan de prácticas naturales y culturales para cuidar los cultivos de las plagas.

Por ende, tanto la finca como sus productos deben estar bajo el control permanente de técnicos y especialistas en el área para que sus operaciones continúen avaladas por certificaciones internacionales que garanticen que sus plantaciones son orgánicas y que sus productos son de calidad y con denominación de origen.

Investigación Consciente el país de que fallar en la producción del cacao implicaría pérdidas millonarias, así como el desplazamiento del lugar que se ha ganado respecto en la cantidad y calidad del cacao que produce, ha optado por destinar recursos a la investigación en esta área agroindustrial.

El Grupo Rizek respalda esta iniciativa. De acuerdo con Hernández, en los laboratorios de la empresa hay especialistas extranjeros investigando para optimizar y mejorar la producción y posproducción cacaotera.

Turismo sostenible Pilar Constanzo, especialista en turismo, afirma que un destino turístico es sostenible cuando cumple con una función medioambiental. Esto es, conservación del ambiente y los recursos naturales, a la vez, promueve, entre otros, la equidad social, prosperidad local, calidad del empleo y satisfacción del visitante.

SOBRE EL CACAO En las zonas productoras de cacao existían unos 10 mil productores dedicados a la producción orgánica del fruto de los cuales la Confederación Nacional de Cacaocultores (CONACADO) tiene un 49.8 por ciento. Le sigue Nazario Rizek con un 15.8 por ciento; luego, Comercial Roig, con un 13.2 por ciento. El resto está compartido entre Munné y Compañía, J. Paiwwonsky e Hijos, Cortés Hermanos, García y Mejía, Yacao y la Asociación de Productores de Cacao del Cibao (APROCACI).

Hacienda La Esmeralda ha sido considerada en foros internacionales como la mejor finca de cacao orgánico del mundo.

El cacao orgánico requiere un cuidado riguroso.

Los agricultores que no cumplan con esos requisitos son suspendidos por las empresas certificadoras por espacio de tres años, lo que representa una pérdida económica significativa para quienes incumplan con las condiciones requeridas.