La velocidad es ofensiva

Es común que cuando se habla de ofensiva en el béisbol se piensa en el bateo. La velocidad que genera un jugador cuando se embasa es parte de la ofensiva, después de todo el objetivo es alcanzar la mayor cantidad de bases posibles y con esa habilidad esto se facilita.

Lograr conseguir una base extra aprovechando las reacciones de los compañeros cuando se está en los senderos esperando remolque es una manera de sacarle ventaja a la velocidad. Anotar desde la intermedia con un sencillo o llegar desde la inicial a la antesala, así como alcanzar el plato con un batazo de doble mérito desde la primera base, son formas valiosas para aportar al propósito común. Esto no se consigue solo con la capacidad de generar velocidad, a ese componente, que viene con la naturaleza física del sujeto, hay que agregarle astucia, coordinación y sobre todo agilidad mental.

El desarrollo de la tecnología aplicada al béisbol da acceso a estadísticas que permiten demostrar tangiblemente la realidad de esos resultados. Antes, era más por intuición que se evaluaba este tipo de contribución. Medir las veces que un jugador está en circulación y se conecta un batazo con el que consigue o no ese avance extra, ofrece un promedio que determina los mejores en ese sentido. Si ese porcentaje se une con el de las bases robadas, combinando volumen y promedio de éxito, se puede establecer qué jugadores, aplicando la velocidad, ofrecieron el mayor tributo a sus equipos.

En la pasada campaña, entre los que agotaron por lo menos cuatrocientos apariciones al plato, la elite estuvo compuesta por cinco que combinaron un mínimo de 55% de veces consiguiendo una base extra y por lo menos treinta bases robadas con más de 75% de éxito en el intento. Entre ellos hubo dos dominicanos, Jean Segura y Jonathan Villar. El hoy torpedero de los Marineros, el año pasado con los Diamondback, en un 56% obtuvo la base extra y se estafó 33 en 43 intentos para porcentaje exitoso de 77%. Villar encabezó las grandes ligas en cantidad de robos con 62, promediando 78% de positivo y asimismo en 56% de los casos consiguió una base de más después de un batazo inatrapable.

La combinación de mayor esplendor la logró Billy Hamilton, ratificándose como el más veloz jugador de la actualidad. Aún cuando por lesión participó en apenas 119 juegos, se robó 58 bases siendo hecho out en el intento únicamente en ocho ocasiones, agregando que un 66% de las veces que le tocó estar en los senderos luego de un hit, consiguió una base extra.

Los otros dos miembros de este exclusivo círculo son Rajai Davis y José Altuve. El primero contribuyó profundamente con la fabulosa campaña de los Indios sobre la base de la velocidad que generó. 43 estafas en 49 intentos, 88% de triunfo en el reto, y 58% alcanzando la base extra. El venezolano finalizó en el borde de las medidas clasificatorias, un 55% logrando la base extra y un 75% de éxito en cuarenta intentos de robo.

Digno de mencionar, aunque por poca distancia no cumplió con la norma establecida, es el caso de Wil Myers. El joven inicialista de los Padres consiguió en 2016 su primera oportunidad de jugar como regular, después de un 2015 plagado de lesiones, consiguiendo completar con buenos número en las casillas tradicionales, pero lo que no se pregonó debidamente fue que se estafó 28 bases en 34 tentativas, un excelente 82% de ganancia y en 62% de las veces que tuvo oportunidad alcanzó la base extra. Ningún otro inicialista mezcló esos promedios como él en la pasada estación.

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