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REPORTAJE

Ventura y Marte, un par de apasionados del béisbol

Mlb.com resalta el empeño puesto por ambos para triunfar en este juego

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Anthony Castrovince | Mlb.comKansas City

El dominicano Yordano Ventura tenía 25 años. Poseía una de las rectas más poderosas de todo el béisbol. Murió la mañana del domingo en un accidente automovilístico y aunque para el momento en que se publicó esta nota, todavía estábamos buscando detalles de lo que pasó exactamente en la autopista Juan Adrián, una carretera cercana a la población Rancho Arriba, en la República Dominicana, desafortunadamente hemos visto suficientes versiones de esta misma historia para comprender su esencia: Demasiado rápido. Demasiado oscuro. Demasiado pronto.

Andy Marte, también dominicano, tenía 33 años. Los grandes sueños que aún tenía Ventura ya los había vivido Marte, quien alguna vez fue un prospecto de primera línea que nunca alcanzó su potencial. Pero vaya que amaba este juego de pelota y vaya que exploró cada camino posible para seguir logrando que fuese su forma de ganarse la vida. Invitaciones al campo de entrenamiento, temporadas en la pelota invernal, dos campañas dando jonrones en Corea del Sur. Inconcebiblemente, Marte también murió la madrugada del domingo en otro accidente automovilístico en la República Dominicana.

La historia es básicamente la misma: Demasiado rápido. Demasiado oscuro. Demasiado pronto.

Expectativas Como gran fraternidad que es, Major League Baseball lloró como un solo grupo el domingo negro, un día que sirvió para recordarnos que mucho peor que una carrera que no alcanza su potencial es una vida que se corta de golpe. Ya no importa si Ventura será el nuevo Pedro Martínez, como él quería, y tampoco importa que Marte nunca cumplió las enormes expectativas que alguna vez hubo alrededor suyo.

Lo único que importa ahora son las familias, los amigos y los compañeros de equipo que perdieron a un ser querido.

El deporte aún está procesando la prematura muerte del cubano José Fernández, el as de 24 años de los Marlins que falleció el pasado 25 de septiembre en un accidente marítimo en las costas de Miami. Los Marlins sacaron fuerzas para terminar sus últimos seis juegos del 2016, pero esta nueva temporada vendrá cargada con nuevos y tristes recordatorios del vacío que dejó. Hace apenas unos días varios ejecutivos del equipo asistieron a una misa en su honor en Santa Clara, Cuba, el pueblo natal de Fernández. Y durante la campaña iban a retirar su número 16.

Ahora son los Reales de Kansas City los que tendrán que lidiar con un dolor similar.

Ventura se parecía a Fernández.

El repertorio de ambos era capaz de dejarte boquiabierto, esperando siempre que rozasen la excelencia.

Y nadie podía dudar de su intensidad. El juego no siempre sabe cómo interpretar esa forma tan apasionada de jugar, como bien pudimos darnos cuenta cuando Fernández y Brian McCann tuvieron su famoso encontronazo, o durante las múltiples instancias en las cuáles el carácter de Ventura terminó desencadenando un problema. Pero al final de cuentas, lo que terminabas entendiendo era que estos dos hombres sentían una pasión inmensa por el deporte que practicaban.

Talento puro En el caso de Ventura, quizás esa pasión no lo dejó crecer más en las Grandes Ligas. Pero, quién sabe, quizás fue esa misma pasión lo que lo llevó hasta allá. Ventura me dijo una vez que quería “hacer las cosas como las hacía Pedro”.

Alcanzaba sus mejores momentos cada vez que era capaz de retar a los bateadores en la esquina de adentro del home. En su debut, a finales de la temporada del 2013, su recta alcanzó las 101.9 millas por hora y durante tres temporadas demostró destellos de genialidad. Al comienzo de la temporada 2014, el coach de lanzadores de los Reales, Dave Eiland, sacudió la cabeza mientras hablaba de su pupilo: “Todavía le falta muchísimo.

Pero Dios, tiene el material”.

Tenemos que dar las gracias porque pudimos ver de lo que era capaz en el Juego 6 de la Serie Mundial del 2014, cuando Ventura mostró lo mejor de sí mismo (siete innings en blanco, tres hits y cinco boletos) en el juego más importante de su carrera.

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