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MUJERES DE GRANDES LIGAS

La ilusión de la perfección

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Carolina Cruz de MartínezSanto Domingo

Según Wikipedia, un ilusionista es una persona que tiene por ocupación la realización de trucos de magia ante el público. Los ilusionistas generan sorpresa al realizar acciones que desafían las leyes de la física resultando a simple vista inverosímiles.

Nuestra sociedad lleva consigo una naturaleza ilusionista. A muchos nos adiestra en la consecución de metas inverosímiles, que para materializarlas muchas veces tenemos que usar trucos, pero no de magia. Una de las ilusiones que más nos venden es la perfección. De acuerdo a la sociedad ilusionista, la perfección es carecer de error o defecto. Es ese estado infalible de algo o alguien que ha llegado a su máximo potencial o plenitud. Es ser indefectible.

Para quienes practican cualquier disciplina deportiva llegar al dominio completo de su habilidad es llegar a la perfección. Pero la realidad es que ninguno de los mortales que componemos esta sociedad ilusionista somos infalibles. La sociedad esta constituida de seres humanos falibles, vulnerables, sujetos a cientos de variables que en su mayoría exceden su control. La realidad es que en el deporte, la perfección se traduce en otros términos.

LA REAL PERFECCION: En el deporte la perfección se traduce en disciplina, esfuerzo, sacrificio y compromiso. La perfección es alcanzar la madurez casi total de una disciplina o habilidad, que darán un resultado esperado, acompañado de un espíritu competitivo y determinado.

Perfección no es no fallar, no perder, no lastimarse, no errar. Perfección es comprender las limitaciones personales, las fortalezas y debilidades, el dominarse para dominar y desarrollar una disciplina personal.

Cada atleta como ser humano que es tendrá sus momentos de vulnerabilidad, sus días malos, su crisis personal, familiar, lidiará con enfermedad, tendrá familiares a quienes enterrar, deudas que saldar. En dichos días, la única perfección que un atleta podrá mostrar es la ética y profesionalidad; la perfección será cumplir con el deber a pesar de los sentimientos y dificultades, evitando así caer en el incumplimiento e irresponsabilidad.

La perfección no es solo ganar, ganar y ganar, porque ¿de qué valdría solo ganar, sin tener un carácter respetable, una ética profesional, afabilidad en el trato con los demás, una madurez integral?

Tratar de vivir a la expectativa de una perfección ilusionista ha dejado a muchos atletas lastimados, frustrados, a medias, y decepcionados. Muchos decidieron utilizar sustancias para aumentar su rendimiento, como truco de magia para llegar a esa perfección que nadie ha podido alcanzar. Otros se han auto incriminado y culpado por no poder responder a la demanda irreal de esa perfección de la sociedad que fue inverosímil desde el principio.

MORTALES: Mientras seamos seres mortales, la perfección no existe como estado inefable. La única perfección que se contextualiza con nuestra estado inmortal es asumir lo que corresponde, sin extralimitarse ni rezagarse, es someternos a los principios de vida que se nos

dejo en el Manual de Vida (Biblia), es respetar los protocolos y reglas establecidas en cada plataforma de la vida.

Cuando mostramos inmadurez es cuando mostramos imperfección. Se le podría llamar imperfección deportiva cuando un atleta muestra no tener dominio propio, cuando es volátil, reactivo, irresponsable, y difícil de trabajar en equipo. La imperfección en un atleta seria manejarse con mayor estima de la correcta, mostrar indisciplina, tener doblez de ánimo y demostrar pasividad, y no pasión por su trabajo o función.

Aunque a todos nos gustaría corresponder a ese concepto perfeccionista, la realidad es que no existe dicha ilusión. La perfección ilusionista de la sociedad es exigente e intransigente, y ninguno de nosotros estamos listos para lidiar con este tipo de trato, pues termina siendo inhumano. La perfección ilusionista no admite error e inconsistencia, y tiene poco margen para las diferencias. El buscar dicha perfección seria un suicidio para el desarrollo humano saludable en cualquier ambiente, región, disciplina o nación.

“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres;”

Colosenses 3:23. Si podemos entender esto, nos salvaremos a nosotros mismos de la ilusión

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