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ENTREVISTA

A sus 84 años, Virgil mantiene muy vivo su amor por el béisbol

A PESAR DE SU EDAD, ES INSTRUCTOR DE BATEO EN ACADEMIA DE LOS METS

Es muy difícil escuchar una persona tan adulta (84 años) hablar con facilidad sobre béisbol y pilotear una nave, pero a Osvaldo Virgil no se le hace imposible, ya que a su edad dice que el sonido del bate y la pelota y la turbina de un avión le mantiene vivo y con fuerzas.

El “Orégano” actualmente trabaja como asesor en la academia de los Metros de New York en Béisbol City Boca Chica, pero en sus tiempos de ocio suele pilotear una nave de su hijo Ozzie Virgil, quien también fue jugador de Grandes Ligas.

El pasado día 23 del mes en curso Virgil cumplió 60 años de haber debutado en Grandes Ligas, hecho memorable para la República Dominicana.

“Soy piloto, me gusta pilotear. Amo el sonido de las turbinas, estoy muy lúcido aún y puedo pilotear una nave que tiene mi hijo Ozzie”, narra Virgil. “Ese sonido de las turbinas y del bate y la pelota me tienen con vida a estos 84 años. Podemos hablar de aviones y béisbol por toda una noche. Yo me mantengo muy activo en mis actividades cotidianas, pese a que me acuesto a las 7 de la noche”.

Recuerda con claridad que un día Omar Minaya siendo gerente general de los Mets le llamó para darle el puesto como instructor y asesor de jóvenes en la academia del equipo en el país, pero le hizo la salvedad que no había mucho dinero para el cargo.

“Acepté sin pensarlo”, dijo Virgil, mientras era entrevistado por Héctor J Cruz, José Luís Mendoza y Melvin Bejarán en La Semana Deportiva, programa que se transmite los domingos por CDN SPorts Max, de 12 a 2 de la tarde.

“A mí no me importa el dinero, eso no me mantiene vivo, lo que me mantiene vivo es estar en un terreno de juego y ayudar a cientos de jóvenes a echar adelante, ya que en aquellos tiempos no teníamos la misma suerte por aquello del racismo”, agregó.

Dijo que nunca le importo las humillaciones que pasaban los latinos de aquel entonces, ya que su meta era jugar béisbol.

“Recuerdo exactamente cuando Alvin Dark nos decía que no podíamos hablar español a un grupo de latinos que jugábamos para los Gigantes de New York, pero nosotros no aceptamos tal llamado”, recuerda Virgil, un acontecimiento del 1956 como si fuera un cuento de hace unos días.

“El juego de béisbol nos da la oportunidad a nosotros de vivir la vida y buscar un sueño y tenemos que ser mejor que ellos. A mí no me ofendía me llamaran negro, ni comer en restaurantes separados de los blancos, mejor eso me ayudaba a no ser blanco de los periodistas de aquel entonces”, apuntó Virgil. “Cuando me llamaban negro era como un piropo, así lo entendía yo. Lo aceptaba con agrado”.

Su firma y el bono Osvaldo recuerda con claridad el contrato que para ese entonces le ofreció el equipo de los Gigantes y qué hizo con el dinero.

“Me dieron 150 dólares por la firma (risas). Otros 300 dólares me salieron por un bono, pero para eso yo debía estar al menos tres meses con el equipo, es decir que si era cesanteado antes no me daban eso 300”, dijo.

“Yo recuerdo que era mucho dinero para ese tiempo, hablamos del 1953 y yo compré un carro marca Dodge y hasta ahorré parte del dinero”, continuaba narrando el viejo zorro hombre de béisbol.

Luego de haber sido firmado, tres años después los Gigantes lo llamaron para Grandes Ligas. Exactamente el 23 de septiembre de 1956, con 24 años de edad, fue subido por los Gigantes de New York, ese día se fue de 4-0 al bate y jugó defensa en tercera base.

Grandes montos que recuerda Virgil, un gran amigo de Mateo Rojas Alou recuerda que en 1966 fue uno de los hombres más felices, gracias a una hazaña lograda por su gran amigo.

“Mateo Alou fue un gran amigo. Recuerdo que para 1966 fue cambiado a los Piratas y en ese año fue el ganador de bateo de la liga, eso gracias a Harry Walker, quien le enseñó a batear mejor por el jardín izquierdo. Eso me llenó de mucha alegría. Mateo tuvo que usar un bate más grande por recomendaciones de Walker”.

“Otro momento valioso para mí fue ver a mi hijo jugar en Grandes Ligas y disparar su primer hit, mientras yo era coach de Montreal”, recuerda el oregano. “Fue un momento inolvidable y grandioso”.

(+) VIVO POR EL BÉISBOL Cuando estalló la guerra entre Estados Unidos y Corea en 1950, Virgil tuvo que hacer servicio obligatorio en el cuerpo de marines en Estados Unidos. Recibió el entrenamiento militar, pero gracias a que jugó béisbol solo pudo llegar hasta el 1952.

“Yo era chofer de botes en la marina. Era quien llevaba las personas que desembarcaban y un día me sacaron del servicio porque era muy bueno jugando béisbol. Saliendo de la marina me firmaron.

Gracias a eso estoy vivo, ya que todos mis compañeros murieron en la Segunda Guerra Mundial. Cientos de persona de mi batallón murieron en esa guerra, de hecho, eran casi todos boricuas”, recordó con tristeza.

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