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MUJERES DE GRANDES LIGAS

Respeto Vs. Perreo

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Carolina Cruz De MartínezSanto Domingo

A través de la historia hemos visto atletas con distintos estilos y facetas. Cada uno tiene rutinas, mañas, cábalas y creencias. Unos utilizan muñequeras y coderas, otros batean como que nada les espera; unos cuidan de estar bien aseados y recortados, otros disfrutan andar desaliñados y abandonados; algunos brincan la línea blanca para entrar al terreno, otros se persignan antes de cada juego. Unos usan la misma pantaleta si están bateando, otros se la cambian dos y tres veces hasta que conecten un “palo.”

En el profesionalismo, cada atleta es libre de darle forma a su personalidad y manifestarla pues en la diferencia hay riqueza. Pero si esa manifestación no va de la mano de un buen rendimiento, el sistema profesional no admite eso. En el argot beisbolistico se usa un término conocido como “perreo,” el cual hace alusión al alarde que un jugador hace de lo que tiene, o de su desempeño. Por ejemplo, si un bateador conecta un cuadrangular decisivo, el puede mirar al lanzador o tirar el bate alrededor, y a eso se le dice “que perreo!”

El “perreo” es una forma de expresión, entre líneas, y a veces explicita, que muestra emoción y exaltación con un poco de ego y pretensión. Los equipos profesionales no objetan el “perreo” o “fanfarronería” que use un atleta, siempre y cuando el mismo resuelva. Si el atleta establece buenos numeritos y estadísticas, se “vale” que muestre algo de su adrenalina.

SITUACI”N ACTUAL: El problema de hoy en día es que se está pensando en el orden inverso. Muchos de los actuales prospectos quieren establecer su estilo personal y su “perreo”, antes de ganarse el respeto del juego. Nadie puede “perrear” sin llegar a ser un “caballo” en el terreno. Independientemente que un joven reciba una alta cifra de dólares en su bono de firma, eso no le garantiza que se podrá establecer en grandes ligas. El bono es una primera partida, una transmisión de prueba, a ver si da la talla mientras desarrolla su habilidad innata. En esta etapa todavía no cabe perreo, pues el respeto se gana con tiempo, consistencia y constancia en el desempeño.

Los atletas “aceitosos” caen mal cuando no tienen un rendimiento que justifique su nivel de pretensión. El carisma es parte del paquete de ser atleta, pero ese carisma permanece en un segundo plano, cuando se compite a niveles altos. Nadie que quiera entrar a la supremacía deportiva de jugadores como Ken Griffey Jr., David Ortiz o Manny Ramírez alcanzará ese tipo de sitial con solo fanfarronear. No todos los peloteros son casos de éxitos prematuros como lo fueron ellos, y otros más. Por eso un prospecto no debe confundir la competitividad con el “perrear.”

Para alardear hay que batear o encestar; para desafiar, hay que resolver; para demandar y exigir en una mesa de negociación hay que lucir numeritos por encima del montón; para poder establecerse hay que agotar las etapas de ser aprendiz y callar; de observar y escuchar; de reconocer la veteranía de los demás, y la ingenuidad personal.

HUMILLACI”N VS. EXALTACI”N: Es muy desagradable en cualquier ámbito laboral ver novatos, principiantes, aprendices, queriendo actuar como veteranos cuando apenas han iniciado su caminar. Por eso el Manual de Vida, (BIBLIA), nos dejó la siguiente ilustración alusiva a la humildad Vs. la exaltación.

“Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar de honor, no sea que haya algún invitado más distinguido que tú. Si es así, el que los invitó a los dos vendrá y te dirá: “Cédele tu asiento a este hombre.” Entonces, avergonzado, tendrás que ocupar el último asiento. Más bien, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, pasa más adelante a un lugar mejor.” Así recibirás honor en presencia de todos los demás invitados. Todo el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.”

Lucas 14:8-11 NVI

Ojalá que los atletas jóvenes no confundan respeto con perreo. Es mejor ser exaltado en perfil bajo, que querer exhibir un lugar que aún no se ha ganado.

Hasta la próxima

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