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TRIBUNA ABIERTA

De Pedro Martínez a Mickey Mena

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Luis Scheker OrtizSanto Domingo

El día amaneció luminoso. Cielo despejado, sin nube alguna que ensombreciera el panorama. Día atrás, Pedro El Grande había sido exaltado al Salon de la Fama de Cooperstwon aclamado por una multitud que lleno el anchuroso espacio bajo un sol abrasador, mientras contemplaba a los nuevos exaltados y la pléyade de leyendas del Deporte Rey, algunos encanecidos de inviernos, otros de andar cansino, perdido el garbo pero no el recuerdo avivado por el clamor y los cálidos aplausos recibidos sin olvidar el sol calcinante que hacia agobiante el Ceremonial atenuado por la presencia masiva de sus grandes luminarias, la buena organización, el orden y la disciplina reinantes y la cautivante voz de nuestra soprano , Janet Márquez, invitada especial interpretando el himno de Norteamérica “God Bless America.”

Un día después del grandioso evento, los Red Sox retirarían del Fenwley Park, a casa llena, el No. 45 de Pedro Martinez, tributo de gratitud y reconocimiento por su brillante carrera beisbolística y su extraordinaria labor monticular que, junto con sus demás compañeros de equipo, incluyendo el bate atronador de Big Papi y Manny Ramirez, lograron superar la larga sequia de más de ocho décadas sin un campeonato de una Serie Mundial.

Aquel día acudimos entusiasmados al acogedor y vetusto Monstruo Verde para hacerle entrega a Pedro Martinez en nombre de nuestro Pabellón de la Fama en una placa de reconocimiento, sin sospechar que el glorioso retiro de su uniforme iría acompañado de una nota luctuosa: el retiro doloroso, no deseado, del talentoso analista, comentarista y cronista deportivo Mickey Mena hombre de bien, de conversación amena, de trato amable y sencillo, de verbo fácil y alma generosa, a quien conocí haciendo combinación de siore y segunda en la Liga Sabatina patrocinada por Tutín Veras Goico, Freddy Gomez Villalón, Ruben Feliz, reforzada por peloteros de la talla de Olmedo y Fiquito Suarez, Federico Velázquez , donde empezaron hacer sus pininos futuros prospectos, Piñao Ortiz, Mackey Moreno, entre otros, trabando desde entonces una franca y permanente amistad.

Fugaz fue su estancia en el beisbol profesional, pero ella le sirvió de estimulo y de rico conocimiento que nutria sus oportunos comentarios, sus hermosas pinceladas en cada presentación de Cuqui Córdova “Shell y los Dominicanos Primeros”, del “Jugador Estrella de la Semana” de Andres Van Der Horst y sus múltiples entrevistas en su programa radial y televisivo y en terreno de juego. Voz acariciante, brillante performance, grata presencia, son virtudes que perduran en el recuerdo.

Mi última conquista fue persuadir al Ing. Roberto Wiell, Presidente del Salón de la Fama del Beisbol Latino para que Mickey llenara el inesperado vacio que produjo la resignación de Tony Piña. Nadie mejor que el para cubrir la vacante. Y así fue, en el corto tiempo cosechamos sus frutos. Días antes de partir había recibido una llamada inquietante sobre su salud. Aproveche la oportunidad de informarle a su hijo Jose Antonio su confirmación como presentador del próximo Ceremonial de nuestro Pabellón para preguntarle por Mickey. Su repuesta breve, entrecortada, nada bueno presagiaba. La trágica noticia nos llegó de sopetón, a la salida del Fenwey Park. No pudo ser más conmovedora y dramática. Mickey Mena nos abandonaba. Había decidido retirar su uniforme y para su gloria pasar a la inmortalidad.

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