Para Don Carlos Morales, In Memorian

Quiero pedirles excusas a mis amigos periodistas porque esta vez me atrevo a hacer algo que jamás pensé y que con frecuencia hago uso de la distinción y amistad que me brindan al publicarme informaciones deportivas y del mundo de la política nacional. Hoy me ha tocado escribir y lo hago con mucho dolor y pesar porque partió a otro mundo un amigo íntimo y más que un amigo un hombre de la patria que necesitamos más que nunca en estos momentos. Don Carlos Morales Troncoso como le gustaba que le llamáramos en vez del “Ingeniero” fue un hombre humilde aunque estuvo ligado a las altas personalidades del mundo, siempre tuvo su puerta abierta para los pobres, sus amigos y la juventud. Este hombre nunca dejó de estar mezclado con las cosas diarias de la gente de abajo y aunque pocos lo saben, estuvo pendiente y con amplio conocimiento del deporte nacional. Él siempre fue un enamorado del deporte, siendo sus hobbies comparar hazañas de peloteros, boxeadores y los equipos del fútbol europeos y de Centroamérica, con una cultura deportiva sorprendente y muchas vivencias personales con atletas del pasado de su natal La Romana. Morales Troncoso me llamaba para preguntarme sobre los rivales que enfrentaría el entonces prospecto y más tarde campeón del mundo, Javier Fortuna (El Abejón), me decía que tenía mucho futuro y que siempre lo case con prospectos iguales que él y que nunca cogiera grandes bolsas para llevarlo a enfrentar boxeadores que pudieran malograr su trayectoria. Casi en cada triunfo de Fortuna, si estaba en el país, tenía que llevárselo a su despacho y ponerme de observador de largas conversaciones pugilísticas entre ellos, oía sus consejos y todos los cuentos que tenía archivados en su memoria de viejos deportistas que luego de tenerlo todo quedaban en la miseria total y sin el amor de la gente, decía don Carlos que esto último era lo peor, cuando un ídolo termina siendo el odiado o el hazmerreír de quienes los aplaudieron. Con las muchachas campeones paso igualito, tuve que llevárselas porque me llamaba todos los días y no descansó hasta no verlas a las cuatro con sus cinturones porque la vio en una publicación del Listín Diario y ya en su oficina conversó con todas y les preguntaba por sus madres y si dejaron de estudiar para boxear, que por qué no le gustó otro deporte y no algo tan rudo y sus grandes dificultades en un negocio tan oscuro y difícil hasta para los hombres como es el ring. Don Carlos llenaba de esperanzas con sus palabras a estos jóvenes y nunca los dejó salir de su despacho sin resolverles parte de los problemas que llevaban y que él mismo les preguntaba en qué podía ayudar. Así era él y estoy seguro que mucha gente no lo sabía porque nunca utilizó esos encuentros para política ni salir en los diarios o la televisión con estas figuras. El Deporte perdió un gran aliado y si no lo creen pregúntenselo a los Toros del Este el conjunto de su natal ciudad. El país, que en estos momentos más que nunca necesitaba en el exterior voces fuertes como la de don Carlos Morales, los deportistas dominicanos y siendo humilde y por la amistad que me brindó, mi familia y yo, de forma particular, estaremos de luto por mucho tiempo.