El estigma del “de 8 am a 5 pm”

En un país de “Ni-nis”, jóvenes que ni trabajan ni estudian, es sorprendente que tome cuerpo, entre ellos, el rechazo al “de 8 am a 5 pm”, el clásico horario de trabajo de un día.

Más del 70 por ciento de los bachilleres no va a las universidades, temiendo que una vez terminada la carrera universitaria la vida los premie con un “de 8 am a 5 pm”. En pocas palabras, un simple y poco prometedor empleo.

Los que deciden, entonces, esquivar tan ominoso horizonte, aunque se trate de un trabajo digno y estimulante, buscan otras vueltas a la vida.

Optan por carreras técnicas, si más cortas mejor, para luego emprender sus propios proyectos o negocios, pero sin que sea “de 8 am a 5 pm”, sino en horario libre, a su propia conveniencia.

Es decir que “del 8 am a 5 pm” se ha convertido en un estigma, que no encaja en sus expectativas de ganar más dinero sin coger tanta lucha en esa especie de cepo laboral que es el horario de ocho horas diarias.

El solo hecho de que así piensen los “Ni-nis”, confirmándolo con su actitud de no estudiar carreras formales que les parecen largas en el tiempo, es en cierta medida un mal indicador de la percepción incierta que tienen de su futuro.

Porque si estudiar una carrera universitaria solo conduce a un insignificante empleo “de 8 am a 5 pm”, ¿cuál sería entonces la profesión, el oficio o la actividad alternativa más conveniente y aceptable para ellos? La cultura del emprendedurismo encuentra, en este estado de ánimo juvenil y casi generalizado, un terreno fértil para promover la búsqueda de otras fuentes productivas, pero el valor de la educación y la formación profesional universitaria no puede ponerse en entredicho o en estado de coma, para alentar el desinterés de toda una generación que cree que su futuro está en otras partes.

Porque podría darse el caso de que muchos que “ni estudian” queden también entre los que “ni trabajan” y hasta sin chances u oportunidades para encontrar algo “de 8 am a 5 pm”, con lo cual serían “Ni-nis” tres veces.