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Derechos desconocidos

Los dominicanos, en su rol de consumidores o usuarios de servicios, gozan de muchos derechos, pero los desconocen.

Tarea impostergable, importante y necesaria es la de conocerlos y reclamarlos, lo que equivaldría a provocar un verdadero cambio cualitativo en los productos que consume y en los servicios que paga para asegurar su salud, educación y condiciones dignas de vida.

Cuando el consumidor se empodere de estos derechos y los haga valer, se blindará mejor frente al menú de engaños y triquiñuelas que abunda en las ofertas, protegerá su dinero y podrá beneficiarse de lo justo que paga por ellos.

El Instituto Nacional de Protección de los Derechos del Consumidor (Pro-Consumidor), creado al amparo de la Ley 358-05, ha mantenido un amplio y sostenido programa de divulgación de esos derechos y poco a poco ha ido educando al consumidor o usuario en esas prerrogativas.

Y pese a que cada mes procesa centenares de quejas o reclamaciones, todavía se evidencia que la gran mayoría de los dominicanos ignora los alcances de esta protección y los resultados que se han obtenido cuando los reclamantes son compensados por los fabricantes, comerciantes o proveedores cuestionados.

Por ejemplo, Pro-Consumidor difunde anuncios, volantes, mensajes radiales y televisivos o en las redes sociales enumerando esos derechos para diferentes situaciones, incluyendo alertas cuando se ha descubierto un producto dañino, falsificado, adulterado, pasado de tiempo o defectuoso.

Eso ha dado por resultado, en la mayoría de los casos, que los que venden u ofrecen productos y servicios cuestionados tomen las precauciones de lugar para mejorarlos o compensen a los afectados.

Pero la labor no se limita a responder a las querellas o reclamaciones, sino que enfatiza en la prevención, dando consejos de cómo adquirir esos productos y servicios sin exponerse a consecuencias enojosas.

Los dominicanos deberían sacar tiempo en sus tareas habituales para leer, aprender y exigir que se respeten sus derechos como consumidores y usuarios; y los proveedores, a su vez, deberían ser menos angurriosos o tramposos pretendiendo ganar más a costa de la ignorancia de los clientes.

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