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Propio de malhechores

Es un ejercicio anti-ético, propio de malhechores, que médicos dominicanos se involucren directamente en el negocio de importar y vender prótesis ortopédicas de dudosa calidad o “carabelitas” y que lleguen al colmo de la osadía de recomendarlas a sus pacientes sin más alternativas.

Esta es una práctica lesiva a la salud humana a la que las autoridades deben de ponerle coto de inmediato.

El Colegio Médico Dominicano también debería disponer una investigación sobre esta denuncia y sancionar, una vez tenga las pruebas irrefutables, a los miembros suyos que participan en esta asociación de malhechores.

La vida o la integridad de los pacientes no puede ser puesta en riesgo con el uso de implantes que los propios especialistas saben que no cuentan con los avales de la Agencia Federal de los Estados Unidos para Alimentos y Medicinas.

En un mundo en el que todo se falsifi ca o se adultera, las prótesis no escapan a la manipulación. De ese modo, han logrado penetrar a los mercados prótesis con apariencias de impecables, ofertadas a precios bajos en comparación con las buenas, certifi cadas y bastante probadas en la cirugía rehabilitadora y reconstructiva.

El país no escapa a ese negocio. De ahí que hayan aparecido numerosas empresas que las ofertan, pero que luego desaparecen misteriosamente.

Si tan grave es esto, mucho más es que sean médicos especialistas los que se presten para formar tales “compañías”, trayendo mercancías de dudosa calidad y recomendándoles su implantación a pacientes que no tienen cobertura amplia de sus aseguradoras para escoger de las mejores.

El uso de estos materiales, aparte de los riesgos directos a la salud cuando se infectan o se rompen, conlleva a la postre un sobre costo, pues al que no le funciona una prótesis “carabelita”, se verá obligado a volver a los quirófanos, quiera Dios que con la suerte de lograr que le pongan la correcta, la de calidad, y no otra porquería, porque estaría en lo mismo.

Las autoridades de salud, las empresas aseguradoras de riesgos de salud, el Colegio Médico Dominicano y el ministerio público están en el deber de dar la cara ante este inmoral y contraproducente negocio de las prótesis “carabelitas”, que ha fl orecido y expandido ante sus propios ojos.

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