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Menores en peligro

Las bochornosas experiencias de niños y niñas sexualmente violadas o acosadas constituyen lacerantes realidades de nuestra sociedad.

Son tan ignominiosas como otras formas de delito que se repiten día a día y que, en la mayoría de los casos, quedan en la impunidad.

Unas veces porque no se detiene a los autores, otras veces porque, en el proceso de judicializar tales casos, se disuelven, se dilatan en el tiempo o no son fuertemente penalizados.

En el amplio serial de reportajes que el LISTÍN DIARIO ha venido publicando sobre la trata de personas y tráfico de migrantes se confirma la débil respuesta retaliatoria o disuasoria frente a este drama, que forma parte de la galería de hechos horripilantes que conturban a la sociedad.

El descubrimiento de un caso de acoso o violación de alumnas de una escuela en Yamasá, provincia Monte Plata, ilustra la gravedad del fenómeno de los abusos contra la niñez y nos obliga a desplegar un esfuerzo supremo para minimizarlo.

Las campañas públicas de prevención y orientación de estos crímenes, a las que el LISTÍN DIARIO se ha sumado con inagotable interés, no han podido todavía impactar como hubiese sido lo ideal.

Tal vez se debe al hecho de que como vivimos en una sociedad en descomposición y ausencia de valores, estos problemas no alcanzan a estremecer las sensibilidades de aquellos que, revestidos de autoridad legal y oficial, están llamados a enfrentarlos con decisión y energía.

Por eso son tan recurrentes, por eso aparecen tantos que reinciden en el delito, por eso se acumulan en la justicia miles de expedientes que no llegan a ser fallados y por eso la criminalidad, en cualquiera de sus modalidades, nos golpea a diario.

En el caso específico de las niñas acosadas y violadas en Yamasá, tanto la Procuraduría General de la República, el Ministerio de Educación y el gremio de los maestros, han reaccionado con prontitud legítimamente alarmados de este suceso, que no es el primero que se denuncia en el ámbito escolar.

Ojalá que frente a la indignación general que este episodio ha generado, de ahora en adelante esos tres actores del sistema trabajen más de cerca para ensamblar una estrategia de prevención y castigo ejemplar de estos hechos que profundizan la vulnerabilidad de nuestros niños, niñas y adolescentes.

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