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Venezuela en el banquillo de la OEA

Progresivamente, el régimen del presidente Nicolás Maduro ha ido perdiendo legitimidad en la medida en que cercena los espacios democráticos que, por larga tradición, enaltecían a Venezuela como modelo en la América Latina.

Ese régimen ha devenido, más que en una dictadura, es un desastre, a juzgar por el derrotero de crisis institucional, económica y social en que ha metido a Venezuela, jamás vista en una nación tan rica en recursos naturales y ejemplo de democracia.

Tratando de sacarla del pantano, gobiernos y personalidades de todo el mundo han ofrecido sus buenos oficios para mediar en el conflicto que ha enfrentado al gobierno y la Asamblea Nacional y para ayudar en la reordenación de las políticas económicas que han hundido al pueblo en la más increíble miseria.

La República Dominicana brindó su territorio y sus mejores intenciones a la búsqueda de un acuerdo, permitiendo que los sectores enfrentados celebraran reuniones de consulta y aproximación, de la misma manera en que el Vaticano también se ha involucrado directamente en una mediación del más alto nivel.

La Organización de Estados Americanos ha decidido sentar en el banquillo al régimen de Maduro, para presionar por la aplicación de algunos paliativos que permitan un retorno gradual a los cauces democráticos ya desbordados por la prepotencia y el autoritarismo del Presidente.

Una mayoría significativa de países miembros de la OEA se encuentra alineada en la iniciativa de reclamar la celebración de elecciones libres anticipadas, liberación de los presos políticos y urgentes reformas económicas y sociales.

Esa misma mayoría estima que si Venezuela se resiste a este cambio de timón en su política y sigue asfixiando los poquísimos espacios que quedan para la democracia y la libertad, no habrá más remedio que aplicarle la Carta Democrática de la OEA, un instrumento creado para evitar el surgimiento de regímenes por vía de la fuerza o de maniobras antidemocráticas.

Si la OEA es el escenario para la solución de este conflicto, tal es una decisión que deben tomarla la mayoría de sus miembros.

Pero sin que medien presiones desembozadas e injerencistas como las del senador republicano norteamericano, Marco Rubio, que ha advertido a la República Dominicana y otros países que si no votan a favor de sanciones para Venezuela, corren el riesgo de sufrir recortes de la ayuda de Estados Unidos.

Si inadmisible es que el régimen de Maduro siga atropellando la democracia, más lo es que en nombre de la democracia de Venezuela se ejerzan estas presiones imperialistas, desconocedoras de la libre autodeterminación y el derecho soberano que le asiste a cada país de tomar decisiones en el campo interno e internacional, sean correctas o no.

Rechazamos tajantemente lo uno y lo otro.

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