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Hora de apretarnos los pantalones

Es contra la delincuencia rampante que nos asuela cada día, cada hora, contra lo que la sociedad debe levantarse ya, si es que quiere escapar de esta espiral de sangre y miedo que nos paraliza.

Los hechos delictivos, frecuentes, inevitables, impunes, han creado una atmósfera de desconcierto, frustración y temores que se acentúa día a día con todos sus efectos traumatizantes, especialmente entre nuestros niños.

Los ciudadanos buenos viven con las alertas encendidas porque no saben en qué lugar, a qué hora, en qué circunstancia, les tocaría ser una nueva víctima de esta espiral delictiva que no tiene límites ni disuasivos.

El suceso de ayer, en el que dos atracadores tempraneros comenzaban a dar sus tumbes del día a las 7:00 de la mañana, provocó la muerte de una joven dama que conducía niños a un colegio cuando un exsoldado perseguía a los asaltantes que huían, les disparó y la impactó en el pecho, es otro hecho que ha conturbado enormemente a la sociedad.

Es el retrato perfecto del estado de vulnerabilidad e inseguridad que se ha entronizado en el país, llenándolo de cadáveres, gente herida y estados de pánico, ansiedades, dudas y temores entre todos los ciudadanos que luchan y aspiran a vivir en una sociedad civilizada, pacífica y progresista.

Los delincuentes no nos dan tregua. Ni les interesa.

Porque la sociedad todavía no ha decidido enfrentarse de una vez y para siempre con todas las armas de la razón, la indignación y la voluntad de poner fin a este desorden y a estos desafueros.

Aparte de movilizarse con decisión, organizar sistemas de vigilancia y defensa de sus vecindarios, exigir la reforma del Código Procesal que cubre de indulgencias a los delincuentes, la sociedad debe reclamar más apoyo para las fuerzas de la seguridad pública y sanciones más severas de la justicia contra asesinos, atracadores, feminicidas, violadores y toda laya de rateros que nos han robado la paz.

A esta delincuencia tenemos que enfrentarla ya con verdadero coraje, sin paños tibios, sin miedos, poniendo en marcha una cruzada por la seguridad ciudadana que haga retroceder y mantener a raya a los criminales que día a día nos desafían, nos agreden, nos matan y nos hurtan con la mayor impunidad y prepotencia.

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