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Uber, un motoconcho VIP

El motoconcho fue la alternativa (que no la solución) que resultó más práctica frente al problema del déficit y carestía del transporte público, en ciudades y campos.

Por esa vía, millares de dominicanos encontraron una fuente de ingresos mientras ayudaban a aminorar las dificultades de transportación del público.

El motoconchismo adquirió así categoría de servicio público, pero como se expandió sin normas y límites, gradualmente fue prohijando defectos y copiando las formas imprudentes o coercitivas que aprendieron de los otros actores del sistema, los conchos y las voladoras.

Rápidamente la figura del motoconchista se hizo familiar como ente de servicios, pero bajo esa apariencia muchos delincuentes encontraron la sombrilla para ocultar sus fechorías callejeras y entonces convirtieron al motorista en un elemento sospechoso y desconfiable, aparte de violador consuetudinario de todas las reglas del tránsito.

Con el inicio ahora del sistema de Uber-motor, que hasta el momento estaba reservado para taxis, el motoconchismo puede entrar en una nueva fase caracterizada por la organización y la confianza.

Esto puede ayudar a quitarle al motoconchismo primitivo sus elementos cuestionables. Puede ser el primer gran aliento a la implantación de las normas que obligan a circular por la ciudad con un solo pasajero, con documentos de identidad, con cascos y chalecos y con matrículas al día.

Como los moto-uberistas están registrados, cualquier inconducta se reporta de inmediato. Pero lo importante es que el conductor está debidamente identificado y depurado, y no es un tíguere cualquiera, uno de esos asaltantes de caminos que abundan en las calles capitalinas.

Uber-motor puede convertirse en el nuevo modelo de servicio en el motoconchismo dominicano, más seguro y más confiable. Ojalá que así sea.

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