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El filón de la gastronomía

Más de lo que muchos imaginan, la cocina dominicana es pródiga en platos exquisitos que sí pueden constituir una de las más variadas ofertas de comidas en hoteles y restaurantes, tanto para turistas como para los mismos consumidores dominicanos.

No se explica, entonces, por qué escasean los restaurantes de comida dominicana en dos plazas tan importantes y competitivas como la capital y Santiago, si ha quedado demostrado que, en los pocos que existen, la clientela es grande y permanente.

Fácilmente les ganan las palmas los restaurantes que se especializan en comidas mexicanas, japonesas, chinas, italianas o peruanas, igualmente deleitosas.

Hace falta dar impulso al movimiento que se esfuerza por crear una “marca-país” en esta materia, aprovechando la diversidad de platos que, como el sancocho, el chenchén, el moro de guandules con coco o salsa de pescado, las longanizas, el chivo guisado o el mofongo, agradan cualquier paladar exigente.

Dos jóvenes chefs, María Marte y Tita, excelentes innovadoras de platos criollos, han estado por el Listín en visitas diferentes y han hablado con entusiasmo de las insospechadas ventajas y benefi cios económicos que puede tener el país si apuesta al desarrollo y promoción de su gastronomía.

Está en marcha una gestión de la Fundación Sabores Dominicanos para estimular esta apuesta, a través de la enseñanza de la cocina criolla a nuestros estudiantes, y la creación del sello “Aquí se come bueno” para certifi car a restaurantes que ofrezcan platos dominicanos.

La Academia Dominicana de la Gastronomía, por su parte, ha declarado este año a Santo Domingo como “la capital de la cultura gastronómica del Caribe”, con una serie de actividades que permitirán mostrar al mundo no solo la calidad y particularidad de los platos dominicanos, frente a los gastrónomos de otros países.

El fi lón de la gastronomía puede y debe ser otro soporte más en el conjunto de fortalezas que tiene el turismo y la hotelería dominicana. Y a esa apuesta no debemos renunciar.

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