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EDITORIAL LISTÍN DIARIO

El ascenso de Trump

Vencedor de todas las barreras que se interpusieron en su carrera hacia la Casa Blanca, el magnate Donald Trump asume hoy como el 45 presidente de los Estados Unidos, en medio de las más disímiles conjeturas y predicciones sobre las políticas que le permitan, como el hombre más poderoso del planeta, “hacer grande de nuevo” a su país.

Nunca antes un nuevo mandatario había ascendido al poder en los Estados Unidos envuelto en tantas brumas de pesimismo y pocos fulgores de optimismo.

Pero eso tal vez tiene su explicación en el hecho de que sus enemigos políticos, dentro y fuera, consumieron las energías de la campaña en subestimarlo y descalificarlo, ignorando que su mejor carnada electoral fue la de hablar con franqueza de las fallas que acusaba el sistema y que debilitaban la superioridad norteamericana en el escenario mundial.

Sus radicales planteamientos sobre cómo dará una vuelta a la tuerca en el campo de las relaciones comerciales y políticas con las otras grandes potencias mundiales, enarbolados en sus discursos o debates de campaña, se pondrán a prueba desde hoy a la hora de colocar el discurso desde las gradas en el siempre semoviente suelo de las realidades y los intereses estratégicos de su nación.

Como se dice por aquí, una cosa es con guitarra y otra con violín, y por eso es saludable conocer los lineamientos que se trazará como gobernante y no apresurar predicciones sobre el futuro, porque por estar más aferrados a las falsas percepciones sobre su capacidad para conectar con las necesidades de la mayoría que votó para hacerlo presidente, por subestimarlo y a menudo tratar de ridiculizarlo, la pesadilla de la derrota dejó bastante aturdidos a sus adversarios.

Donald Trump llega a la Casa Blanca con posturas que, de materializarse, signifi carían la ruptura de ciertos cordones umbilicales que han condicionado las políticas sobre las migraciones, el cambio climático, la seguridad global, el comercio mundial, para mirar y concentrarse más “hacia adentro” del imperio para “hacerlo más grande de nuevo”, pero todo eso está por verse.

La mejor manera es seguirle ahora sus pasos, dándole todo el chance para que haga lo que sus convicciones, sus ideas y sus aspiraciones, por las cuales justamente fue electo mayoritariamente dentro del esquema electoral peculiar de su país, le permitan ejecutar las grandes líneas de su mandato.

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