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Una novedad aterradora

Un tapón del tránsito, a las 12 de la noche, en cualquiera de las avenidas de la capital, cualquier día, ya no es un hecho insólito.

Es una novedad aterradora.

Es la prolongación de una agonía que antes tenía “horas pico” para soportarla, pero que ahora luce agravada.

Si se tratara de una metrópolis que no duerme, donde las energías humanas vibran 24-7, esto tendría una explicación lógica y plausible. En el caso de nuestra capital, habría que buscarle otras explicaciones razonables.

Existen muchos motivos para que la gente ande por las calles a esas horas como lo hace en los horarios formales de trabajo o tenemos vehículos en demasía que, por la lentitud con que avanzan en esos trancones, no pueden llegar a tiempo a sus destinos.

Lo que sí constituye un problema, que cada día se enreda y para el cual no parecen existir fórmulas de alivio, es que las calles y las avenidas de la capital no son fluidas a ninguna hora y que la congestión dispara los niveles de ansiedad y desesperación de los conductores y pasajeros.

Soportar una hora de tránsito lento para llegar desde un punto a una distancia de menos de un kilómetro es trastornador. Eso provoca que muchos conductores se desesperen y manden a la porra las normas del tránsito o los más elementales fundamentos de la conducta humana.

Se dan casos de que cuando esos tapones se hacen interminables, los conductores -sobre todo los motociclistas- se aventuran por aceras anchas buscando salidas rápidas o atajos, hasta el colmo de ver como un furgón conducido por un hombre que meses atrás provocó una tragedia de 18 muertos y 20 heridos, se desplazaba por el mismo centro del paseo peatonal de la avenida Winston Churchill, tratando de evadir el atolladero.

Tapones a las 12 de la noche o a la una de la madrugada son indicadores de que estamos padeciendo una nueva realidad en el sistema del tránsito capitalino que desafía nuestra imaginación para resolverla o vivir con ella, sufriéndola hasta lo indecible.

Tal vez andar a pies pueda ser la más creativa de las alternativas del futuro, para avanzar más rápido que en las vías congestionadas, pero eso ni pensarlo en una ciudad en la que la criminalidad acecha sin descanso y ataca sin piedad, sin miramientos, a cualquier hora y en cualquier lugar.

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