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Las pruebas PISA, un reto para el país

Es un dato curioso que los países del mundo que mayores recursos destinan a la educación, en función de su Producto Interno Bruto, sean los de menor territorio (en algunos son islas) y eso es lo que explica por qué han alcanzado un nivel de bienestar envidiable, inclusive, frente a naciones más grandes y económicamente más poderosas.

En América Latina tenemos ejemplos elocuentes. Cuba invierte un 12 por ciento del PIB en educación, con lo cual ha logrado vencer el analfabetismo y contar con un recurso humano altamente capacitado, mientras islas pequeñas como Barbados y Belice destinan entre 6 y 7 por ciento, Bolivia 7 y Venezuela 6.

Nuestro país se sitúa entre muchos de los que invierten el 4 por ciento o más, lo que significa que contamos con una plataforma de recursos que, bien empleados y dirigidos a objetivos estratégicos de envergadura, nos puede situar a la vuelta de algunos años entre los de mejor calidad de educación en el continente.

De hecho, al enumerarse las buenas y malas notas que sacaron 72 países del mundo que se sometieron a las pruebas de evaluación internacional de alumnos (PISA) en ciencias, matemáticas y lectura, la República Dominicana figura, en el contexto de América Latina, entre los ocho países donde los rendimientos fueron mejores que en el resto de este hemisferio.

En ciencias estamos en el séptimo lugar, y en matemáticas y lectura en el octavo, un posicionamiento mejor que el de otras naciones latinoamericanas más grandes territorialmente, más poderosas económicamente.

Lo que ocurre es que en estas mediciones entran en juego muchos factores: el monto de la inversión en educación, el per cápita o inversión por estudiante, la calidad académica y pedagógica de los docentes, el número de estudiantes y las horas que dedican al aprendizaje.

No todos los países de América Latina se someten a estos test de PISA, porque entienden que la evaluación resulta desigual cuando se comparan sus estándares con los de naciones más desarrolladas en las que se invierten porcentajes respetables de su PIB.

Pero desde que el país elevó al 4 por ciento del PIB el gasto en educación, nos situamos en un camino más prometedor y estas pruebas de PISA deben servir como una oportuna llamada a mejorar la enseñanza de las matemáticas, las ciencias y el fomento de la lectura, aunque tengamos que traer profesores capacitados de fuera.

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