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EDITORIAL

El chatarraje, dueño y señor de las noches

De noche, cuando ya los agentes de la AMET se han retirado de las calles y avenidas, es que hay un festival de violaciones a las normas del tránsito en la capital.

Bastaría que la AMET dispusiera un servicio especial al azar cualquier noche, para que compruebe cómo la ciudad a esas horas queda a merced de un contingente de chatarras sin luces, trabajando en el concho y, cuando no, en atracos; y cómo los conductores, en sentido general, irrespetan los semáforos en rojo.

Como no avistan a nadie de la AMET en ninguna esquina, o desplegados en intersecciones de largas avenidas, los conductores de vehículos públicos y los “delivery” se dan banquete nocturno pasándole por encima a todas las reglas.

Que hagan esto, desembozadamente, no extraña, ya que sus pares de la mañana y la tarde han creado escuela en materia de inobservancias, o, violaciones a la ley del tránsito pese a la profusión de agentes de la Autoridad Metropolitana en las vías públicas.

¿A qué conlleva este descuido de la vigilancia que, a su vez, da lugar a un peligroso libertinaje y umbral de riesgos múltiples en las vías públicas en horas nocturnas? Pues, a que se incrementen los accidentes, los atracos desde vehículos, que simulan ser parte de los sindicatos choferiles; y también, a que los conductores que respetan la ley y circulan con sus vehículos en regla, sientan que los únicos ciudadanos tontos son ellos.

No tenemos a la mano las estadísticas que muestren los accidentes de tránsito según lugares y horas.

Pero no dudamos que, en las nocturnas, sean considerables.

Porque es a esas horas que vehículos sin luces, casi invisibles, circulan por las calles o atraviesan imprudentemente los semáforos en rojo; y porque a esa hora, sin la vigilancia de la autoridad, cada quien se cree apto de manejar como le venga en ganas.

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