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EDITORIAL

No podemos retroceder

Forjar un estado satisfactorio de libertad de expresión, con el puntal de una prensa independiente, ha sido uno de los grandes soportes del sistema democrático dominicano.

Si bien esta libertad ha estado regulada durante 50 años por una ley, la 6132, que ya se ha hecho obsoleta, el derecho primordial humano a la expresión del pensamiento ha trascendido esos límites para alcanzar plenitud con el paso del tiempo.

Una de las más recientes conquistas en este ámbito ha sido la sentencia del Tribunal Constitucional que desmanteló la estructura de sanciones penales que pendían como espada de Damocles sobre la prensa, entre ellas la que derivaba toda la culpa de una difamación o injuria producida por un tercero contra el director del medio de comunicación, en franca contradicción con uno de los artículos de nuestra Constitución.

Ese llamado “efecto de cascada” en la responsabilidad penal fue suprimido por dicha sentencia, pero ahora subyace el peligro de que sea restablecido si se aprueba como tal uno de los proyectos de ley sobre medios de comunicación que cursa en el Congreso Nacional.

Con él se pretende obligar a los directores de medios a dar al ministerio público o a un tribunal los datos que permitan identificar a los autores de las publicaciones bajo su control, inclusive si usan seudónimos, en un caso o investigación sobre difamación e injuria, y en caso de negarse se le considerará responsable.

Con esta iniciativa no solo retrocedemos al anacrónico e injusto “efecto de cascada”, ya reputado de inconstitucional, sino que se estaría dando una puñalada mortal a otra garantía constitucional, la que protege el secreto profesional en el ejercicio del periodismo.

Parecería que la intención taxativa de esa propuesta es la de convertir a los directores de medios en soplones o informantes de la justicia, cuando uno de los roles de los medios es justamente el de ser cuestionador de los actos de los funcionarios públicos y el de promover la transparencia en sentido general.

Hay más anacronismos y absurdos en ambos proyectos, pero sobre ellos volveremos en el momento oportuno, para que el país esté al tanto y alerta de tales despropósitos.

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